No falla. Tu compañera de trabajo te enseña el atardecer en Zahara de los Atunes que fotografió la semana pasada, junto a los pinchos que se tomaba en el chiringuito para, acto seguido, suspirar y decir: "No sé qué me pasa pero he vuelto muy cansada. Me cuesta concentrarme. Será el síndrome postvacacional".
Si lo piensas, también te encuentras así: desanimado, cansado y con sueño. ¿Lo tendrás tú también? "No existe tal síndrome", tranquiliza Esteban Cañamares, psicólogo clínico especialista en adultos. "Al ser humano siempre le cuesta adaptarse a nuevas situaciones, como pasar de la playa y la siesta al despertador, o volver a la oficina, pero nada que no se supere en dos o tres días", añade.
La red está inundada de referencias y páginas con consejos para combatir el supuesto síndrome, pero encontrar una definición científica o un estudio riguroso en el que se describan los síntomas de quienes lo sufren resulta prácticamente imposible. Ninguna organización internacional sanitaria reconoce que exista. Sólo un estudio de 1987 hace referencia a la depresión postvacacional, pero referida a las fiestas navideñas.
"No ha sido reconocido como entidad propia por la comunidad científica", confirma Francisco Javier Lavilla, especialista del Servicio de Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra. En su opinión, el motivo de esta falta de reconocimiento es que no existen unos criterios diagnósticos precisos y de ahí, la falta de estudios.
Sólo estaríamos ante un síndrome de este tipo cuando la persona que tiene que volver al entorno laboral esté sufriendo acoso o mobbing. "En este caso, la vuelta al trabajo sí puede producir síntomas de ansiedad, de depresión", matiza Cañamares.
También, si existe algún trastorno previo que las vacaciones tienden a maquillar y que vuelve a aparecer con la vuelta a la rutina. "En algunos casos muy concretos pone de manifiesto una serie de problemas que empiezan o estaban presentes antes", destaca Lavilla.
Medicalización de la vida
Dejando a un lado estos episodios puntuales, los expertos consultados coinciden en que nos encontramos ante un nuevo ejemplo de medicalización de la vida, como lo define Eparquio Delgado, psicólogo sanitario. En el Centro Psicológico Rayuela que dirige nunca ha atendido a ningún paciente con este tipo de dolencia.
"Esto encaja dentro de una filosofía, de una forma de entender el mundo, donde se asume que, en la vida, todo tiene que ser agradable y fácil", afirma. Volver a la rutina laboral le cuesta a cualquier persona, pero sobre todo a aquellas cuyas vacaciones han sido más largas, puesto que resulta más difícil cambiar los buenos hábitos consolidados en vacaciones.
Si exceptuamos los casos en los que existen problemas previos, ¿cómo surgió esta patología fantasma? Una vez más, resulta difícil echar mano de estudios o literatura científica puesto que no está catalogada como tal. En opinión de Lavilla, el mayor auge se situó entre 1995 y 2005, un dato que coincide con el dado por Cañamares, quien la data en torno al año 2000.
Los culpables de que surgiera, según este psicólogo, son tanto los profesionales de la salud mental como nosotros, los plumillas. "Entre psicólogos y periodistas lo hemos exagerado porque ambos grupos siempre estamos ansiosos de tener alguno nuevo que contar, pero nada más", admite.
De considerarse síndrome, también tendrían que incluirse en esta categoría otros muchos procesos naturales de la vida que estamos obligados a afrontar, como la primera vez que un niño va a la guardería, cuando cambia de centro escolar, si nos trasladamos a vivir a otra ciudad o si cambiamos de puesto de trabajo. "El ser humano tiene una capacidad para adaptarse a los cambios tremenda", recuerda Delgado.
Una mentalidad occidental
El país donde vivamos también influye a la hora de cómo afrontemos la vuelta al trabajo. No es comparable un lugar donde los trabajadores tengan reconocido un mes de vacaciones a aquellos donde no se respeten los derechos laborales y los días de descanso brillen por su ausencia.
El llamado síndrome postvacacional se engloba "en una mentalidad occidental", según Lavilla. Es común en países como Italia, donde las vacaciones abarcan de tres a cuatro semanas. "Es típico cuando las vacaciones terminan", señala Andrea Fiorillo, investigador del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Nápoles SUN.
Desde el norte de Europa, en Suecia –donde pueden llegar a superar las cuatro semanas de vacaciones según los convenios y la edad del empleado–, la psiquiatra Danuta Wasserman cree que estamos ante un proceso "típico y normal" cuando las vacaciones terminan.
"Es lógico echar de menos durante unos días el tiempo libre, como es normal echar de menos el trabajo y las actividades diarias cuando una persona tiene demasiado tiempo de ocio", compara Wasserman, catedrática de Psiquiatría en el Instituto Karolinska. Nada que no se pase en unos días.
En Reino Unido no es algo común, o al menos así, lo asegura Dinesh Bhugra, catedrático de Salud Mental y Diversidad en el Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres. "Ni es un síndrome y ni es una respuesta común en la mayoría de personas, que no lo van a sufrir", mantiene.
No obstante, sí es habitual que tras volver de vacaciones –allí tienen seis semanas de media al año– algunos británicos se sientan algo decaídos, aunque también es normal que otros estén deseando volver a trabajar, según el experto.
Vacaciones de las vacaciones
En Estados Unidos la situación varía mucho en función de cada trabajo y de cada persona. "Cada uno es diferente", sostiene Michelle Riba, investigadora del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Michigan.
No muy lejos de allí, en México, también han oído hablar del síndrome postvacacional. "Hay un dicho muy común que dice: 'ahora necesito unas vacaciones de las vacaciones”, bromea Jaime Taha, investigador mexicano en la Universidad Rice (EEUU).
El período vacacional cambia en función del empleo. Los profesores titulares de universidad tienen más o menos las mismas vacaciones que sus homólogos españoles, una situación muy diferente en la empresa privada, cuyas vacaciones se calculan según los años trabajados. "Una persona con diez años de trabajo tiene derecho a catorce días de vacaciones, a los que se suman los festivos de México", calcula Taha.
En Uruguay esta supuesta dolencia no forma parte del debate público, como informan desde la Sociedad de Psiquiatría. “Tendemos a pensar que su manejo bajo el concepto de “síndrome” favorecería que pueda ser considerado como un problema de salud y, por tanto, favorece la sanitarización inadecuada del problema”, indican fuentes de su Comisión Directiva.
Tratar de medicalizar la vuelta al trabajo tiene mucho que ver con la cultura y con la mentalidad de los ciudadanos que viven en los países más desarrollados. “Parece que, como ya tenemos las necesidades básicas cubiertas y no tenemos que preocuparnos porque nos disparen en la calle o por poder comer mañana, nos empezamos a preocupar por otras cosas”, aduce Delgado.
Por eso, si notas que mañana te cuesta ir a trabajar, no lo pienses mucho. Se te pasará en unos días. Además, las vacaciones navideñas te esperan a la vuelta de la esquina, aunque avisamos: ahí la tristeza sí puede estar justificada.
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