La ya exvicepresidenta de Castilla y León Rosa Valdeón ha fallado como símbolo de la conducta ejemplar que, en teoría, se le presupone a los políticos. Pero también podría haber fracasado en lo que se refiere a su condición de médica, a tenor de sus declaraciones en la rueda de prensa en la que anunció su dimisión.
A pesar de ser licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca, la militante del PP parece haberse fumado las clases relativas a interacciones de fármacos muy utilizados, como el ansiolítico que declaró haber consumido, alprazolam (principio activo del conocido medicamento Trankimazin).
Valdeón atribuyó a la combinación de este fármaco con dos cervezas la elevada tasa de alcoholemia (0,77 mg/ aire en la primera prueba mientras que lo máximo es 0,25) registrada en el control que puso la Guardia Civil en la rotonda de acceso a la localidad de Morales de Toro, tras ser denunciada por un camionero al que golpeó con su coche.
Sin embargo, basta con leer el propio prospecto del medicamento para saber que éste no contribuye en nada a aumentar la cifra que señalan los alcoholímetros. En el apartado "Efectos sobre la capacidad de conducir" se puede leer: "Alprazolam, dependiendo de la dosis y de la sensibilidad individual, puede disminuir la atención, alterar la capacidad de reacción y la función muscular, producir somnolencia, amnesia o sedación, especialmente al inicio del tratamiento o después de un incremento de la dosis. No se aconseja conducir vehículos ni manejar maquinaria cuya utilización requiera especial atención o concentración, hasta que se compruebe que la capacidad para realizar estas actividades no queda afectada".
Así, lo que está claro -y Valdeón debería saber- es que no es recomendable coger el coche bajo los efectos de este tranquilizante. El presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) de Valencia, Vicente Gasull, explica a EL ESPAÑOL que, aunque este consejo se da siempre a los pacientes a los que se prescribe el fármaco, estos se suelen acostumbrar a su efecto "con el tiempo", por lo que "los hay que cogen el coche".
Alcoholímetro inmutable
¿Y respecto a la mezcla con el alcohol? El médico reconoce que los ansiolíticos y el alcohol "se potencian mutuamente", pero no en el sentido en el que lo dijo la política castellanoleonesa. Es decir, acompañar una cerveza de un Trankimazin elevaría los efectos depresores de ambas sustancias, pero nunca influiría en el resultado de un test de alcoholemia.
Desde la Guardia Civil también tienen claro que lo que diga el alcoholímetro es lo que se utiliza para tomar las medidas necesarias, principalmente para dejar o no al conductor volver a subir al vehículo. "Si no se está de acuerdo, ya es una cuestión que dirimirá el juez", señala a este diario un portavoz del organismo.
Gasull comenta que sí existen algunos fármacos que pueden afectar a la tasa de alcoholemia, pero que los ansióliticos no pertenecen a ese grupo. "Ocurre por ejemplo con las teofilinas [fármacos para la obstrucción bronquial crónica] y con algunos sprays que llevan entre sus ingredientes alcohol, pero siempre se le advierte a los pacientes", enfatiza el presidente de SEMERGEN en Valencia.