Aunque la muerte de Rita Barberá ha sorprendido a todos en esta lluviosa mañana de noviembre en Madrid, la realidad es que la exalcaldesa de Valencia y actual senadora por el Partido Popular tenía todas las papeletas para sufrir un infarto fulminante.
Así lo confirma a EL ESPAÑOL el presidente de la Fundación Española del Corazón y cardiólogo en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid Carlos Macaya, que señala que la política tenía dos factores de riesgo "visibles desde fuera" que sin duda contribuyen a un infarto: tabaquismo y exceso de peso.
"No sé si sufriría colesterol o hipertensión, pero esos dos son evidentes", señala el cardiólogo, que aprovecha para recordar que el caso de Rita puede servir para llamar la atención sobre un problema más general: la falsa sensación de protección frente a la enfermedad cardiovascular que impera en el género femenino. "Eso hace que se permitan licencias como fumar más, lo que está haciendo que aumente el número de fumadoras, mientras que baja el de varones adictos al tabaco", relata el cardiólogo.
Si bien es cierto que las hormonas femeninas tienen un efecto protector frente a la enfermedad cardiovascular, éste se diluye "paulatinamente" a partir de la menopausia. "Cuando llegan a los 60-70 años, el riesgo es similar", destaca el experto.
Con respecto al fatal desenlace del infarto agudo de miocardio que ha sufrido Barberá, Macaya subraya que la mortalidad por este evento cardiovascular "sigue siendo elevada siempre que no se llega a tiempo al hospital". Es lo que ha ocurrido en el caso de la política, que no ha podido ser reanimada por los servicios sanitarios del SUMMA, tras haber recibido una llamada del Hotel Villa Real donde se alejaba la exalcaldesa.
Se estima que alrededor de un 30% de los pacientes que sufren un infarto agudo de miocardio mueren antes de llegar al hospital. "Se han reducido muchos los fallecimientos en las personas que sí alcanzan el centro hospitalario, pero hay que llegar", apunta Macaya.
El estrés, desencadenante secundario
El cardiólogo aclara que el estrés que pudiera sufrir la política por haber tenido que comparecer ante el Supremo como investigada por un delito de blanqueo y financiación ilegal en el PP valenciano puede ser un factor secundario, pero "no en el desarrollo de la enfermedad cardiovascular" sino del evento agudo concreto.
Así, el estrés está relacionado con una mayor incidencia de infartos, pero siempre y cuando la persona ya tenga tendencia a sufrirlos; es decir, tenga otros factores de riesgo.
Macaya recuerda el caso de otro político al que trato él personalmente tras sufrir un infarto, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entonces presidente de la Junta de Extremadura. En aquella ocasión, en 2005, el evento también se produjo en una situación de estrés. "Fue tras una discusión acalorada con Pascual Maragall por el tema catalán", rememora el cardiólogo.
Como Barberá, también Rodríguez Ibarra era fumador aunque en este caso sí se llegó a tiempo para trasladar al político al Hospital Clínico San Carlos de Madrid donde fue tratado del evento cardiovascular.