La reprogramación celular es una de las puntas de lanza de la medicina del siglo XXI. El descubrimiento, que le valió en Nobel de Medicina en 2012 al japonés Shinya Yamanaka, se basa en la introducción de cuatro genes que logran devolver a la célula a un estado muy parecido al embrionario. El término concreto de éstas es célula madre pluripotente inducida o iPS.
Las implicaciones prácticas son que cualquier célula, por ejemplo una de la piel, puede ser reprogramada en una neurona o una célula ósea. Esto evita los problemas éticos que antes había con las células madre, que sólo podían obtenerse de un embrión o un cordón umbilical. Sin embargo, las iPS no han llegado aún a ser usadas en hospitales porque su eficacia es muy baja y provocan un tipo particular de tumores.
Ahora, un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha revelado que esta reprogramación inducida no funciona exactamente como se pensaba. El trabajo, que puede tener enormes implicaciones para el tratamiento de enfermedades degenerativas, aparece esta semana en Science.
"Los genes de Yamanaka son poco eficientes induciendo reprogramación, o
pluripotencia, en las células altamente especializadas de un organismo adulto", explica
Lluc Mosteiro, autora principal del trabajo.
La clave del descubrimiento realizado por el Grupo de Supresión Tumoral del CNIO es que el daño a los tejidos celulares influye tanto en el proceso de reprogramación como el grupo de cuatro genes (llamado OKSM) que se inoculan en la célula. Es decir, estos genes OKSM causan un daño tisular que a su vez provoca la reprogramación. Este proceso está mediado por una molécula que la célula libera tras el daño, llamada interleucina-6.