Aunque a mucha gente le dan asco, las palomas no habían sido hasta ahora consideradas culpables por ningún juez. Su buena fortuna acabó esta semana con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que consideraba a estos animales y, en concreto, a sus excrementos como responsables de la fibrosis pulmonar de G.T.V., una guía turística de Barcelona que ejerció su labor en un oficina de información turística situada en el subterráneo de la Plaza de Cataluña entre marzo de 2008 y julio de 2010.
"Esta zona se encuentra permanentemente ocupada por palomas y otras aves, sucia por sus excrementos", reza la sentencia, que ha facilitado a este diario el Col-lectiu Ronda, una cooperativa especializada en la defensa jurídica de trabajadores.
Según ésta, avalada por el informe médico del perito contratado por el colectivo, el neumólogo jubilado Joaquín Such, habrían bastado algo más de dos años de exposición a una plaza repleta de excrementos de paloma para desarrollar una enfermedad grave y progresiva, que seguramente haga necesario a la paciente someterse a un trasplante de pulmón. ¿Deben entonces preocuparse todos aquellos jubilados -por poner sólo un ejemplo- que pasan las mañanas o las tardes en plazas o parques repletos de estas aves? ¿Deben quizás hacerlos los miles que optan por un pájaro como mascota?
Tanto el perito contratado por la acusación como uno de los consultados por la mutua que recurrió la primera sentencia -en 2012 ya se le concedió a la guía turística la incapacidad permanente por esta causa-, el neumólogo Ferrán Morell, tienen claro que hay que evitar el alarmismo.
Una enfermedad rara
Morell explica que la fibrosis pulmonar consiste en la formación de una cicatriz en el tejido pulmonar, que tiene que ser elástico. "Si se fibrosa se vuelve rígido y no se puede respirar", comenta. Se trata de una dolencia que puede tener o no causa. Cuando no se conoce, se habla de fibrosis pulmonar idiopática.
Pero la fibrosis pulmonar puede ser secundaria a un síndrome denominado neumonitis por hipersensibilidad. Éste puede estar provocado por diversos agentes y las aves es uno de los más importantes. Pero también están los hongos -como cuando la desarrolló un gaitero británico- o los isotipos.
Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de la población tiene esta hipersensibilidad y sólo ellos, tras una exposición prolongada al agente que se la causa, desarrollan la neumonitis y, si ésta continúa, la fibrosis pulmonar. Ésta es una enfermedad muy poco frecuente que afecta a 20 de cada 100.000 habitantes.
Según explica Morell, para saber la causa de una fibrosis pulmonar hace falta seguir una serie de pasos. El primero es una entrevista clínica exhaustiva ya que muchas veces el paciente no es consciente de la exposición al agente dañino. Ocurrió por ejemplo con el caso de una enfermera de Huesca que desarrolló la enfermedad. No tenía pájaros y no trabajaba en un entorno donde los hubiera, sino en un hospital.
Pero tras una exhaustiva entrevista, se localizó a los culpables: los miles de estorninos que poblaban un parque cercano a su domicilio por el que pasaba al menos cuatro veces al día. El caso fue publicado en 2010 en la revista Archivos de Bronconeumología.
Morell comenta que la consulta personalizada no es lo único que hace falta para hallar una causa tras una fibrosis pulmonar. También son necesarias la realización de un test ELISA para la extracción de las IGG específicas del agente al que se es sensible, una fibroscopia, un lavado broncoalveolar, una criobiopsia y una prueba de inhalación.
¿Se puede saber antes?
Todas estas pruebas son para personas que ya han desarrollado la enfermedad, de la que se busca la causa pero ¿cómo saber si uno tiene tendencia a padecerla? Para Morell, la gente ha de estar "tranquila" porque "la exposición leve no conduce a fibrosis", pero si se tiene la mala suerte de tener hipersensibilidad reconoce que la aparición de la neumonitis es "traidora". "Si uno hace deporte, se entera porque empieza a sentir fatiga pero, si no, se puede seguir haciendo vida normal hasta que se tiene la mitad de la capacidad pulmonar".
Una prueba de función pulmonar podría desvelar el problema, pero no es algo que la gente se haga de forma rutinaria. El médico apela a la tranquilidad porque de, no tenerla, sería difícil vivir sin miedo. "Vamos a publicar ahora una serie de seis casos de la enfermedad por hipersensibilidad a las aves que la desarrollaron tras exponerse a los edredones de plumas, algo que usa el 30% de la población", comenta Morell.
Divergencia de criterios
El caso que ha fallado el TSJC no ha sido sencillo. El fallo llegó después de que la mutua aseguradora de la empresa donde trabajaba la guía turística recurriera uno similar de 2012. Ambas partes recurrieron a expertos pare que hicieran el peritaje del caso y EL ESPAÑOL ha hablado con ellos.
Mientras que el tribunal considera que los dos años de exposición a las heces de la paloma bastaron para que la guía turística desarrollara la neumonitis por hipersensibilidad que acabó provocando la fibrosis pulmonar, Morell señala que desde el punto de vista científico no se puede afirmar esto. "Yo soy de las personas que valoro las pequeñas cantidades de exposición, pero ésta no ha sido suficiente", comenta a este diario el neumólogo, con numerosas publicaciones sobre la dolencia en revistas nacionales e internacionales.
Para el experto, que respeta la sentencia, esa exposición no justifica la fibrosis. "He visto los informes médicos y está claro que la paciente tiene esta enfermedad y que es consecutiva a neumonitis, pero no hay base para afirmar que sea por las palomas", comenta. "Fui a ver el sitio donde trabajaba; la oficina estaba separada de los excrementos por unas puertas correderas de cristal", añade.
Para el perito de la afectada, sin embargo, no hay dudas. Such señala a EL ESPAÑOL que se han hecho pruebas específicas para demostrar la causa, que ya se le señaló a la paciente en el Servicio de Neumologia del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell donde ingresó de urgencias. "Lo fundé yo hace 20 años y los médicos están familiarizados con la enfermedad, por eso se sospechó en cuanto ella dijo dónde en qué condiciones ejercía su empleo", explica.
El neumólogo no tiene publicaciones en revistas científicas, pero considera que su experiencia -participó en los primeros diagnósticos de la enfermedad en Cataluña en la década de 1970- es suficiente. "Las discrepancias médicas se resuelven en sesiones clínicas, pero en estos casos laborales hay mucho dinero en juego", opina el médico, que reconoce que, a la hora de ejercer de perito en este tipo de casos -su actividad principal desde que se jubiló- "hay que tener cierto poder de convicción".
Morell subraya por su parte los muchísimos sitios en los que pueden depositarse heces de paloma peligrosas para una persona hipersensible. "Desde los edredones de plumas, pasando por el aire acondicionado -a veces defecan en sus conductos-, hasta los patios donde se tiende la ropa, hay numerosas posibilidades", comenta.
El también exjefe del Servicio de Neumología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona critica también la prueba que utiliza la sentencia para confirmar el diagnóstico de la guía turística. El juez da por bueno el informe del Hospital Parc Taulí de 2008 (sólo seis meses después de que empezara a trabajar) en el que se diagnostica a las palomas como causa de su enfermedad.
Tal y como figura en la propia sentencia, para ello se utilizó el test de precipitinas de aves en sangre. "Dar positivo en esta prueba no significa tener hipersensibilidad, sino que se ha tenido contacto con aves, yo calculo que si hiciéramos la prueba a diez personas al azar, siete u ocho darían positivo", comenta Morell. Such está de acuerdo con esta información, pero no entra a valorar si se hicieron otras pruebas en el caso de la paciente. En cualquier caso, la sentencia no las recoge.