Practicar ejercicio es una de las recomendaciones más repetidas por todo tipo de profesionales sanitarios. Es bueno para el corazón, para la mente y hasta para el estado psicológico, según han puesto de manifiesto diversos estudios en los últimos años.
Sin embargo, un nuevo estudio pone de manifiesto algo para lo que quizás no sea tan positivo practicar deporte o, al menos, hacerlo de forma intensa. El trabajo, publicado en Medicine and Sciences in Sports & Medicine, establece una asociación y no una relación causal, algo muy importante desde el punto de vista estadístico y que no permite afirmar que el deporte extremo provoca una bajada en el deseo sexual.
Pero la asociación está ahí. O al menos lo estuvo en los 1.100 varones físicamente activos que contestaron a un cuestionario de los investigadores de la University of North Carolina. Los científicos los dividieron entre aquellos que entrenaban en periodos cortos, moderados o prolongados y los que lo hacían de forma ligera, moderada o extremadamente intensa.
Se observaron patrones claros de comportamiento. Los hombres cuyo ejercicio rutinario era ligero o moderado en intensidad o duración eran mucho más proclives a declarar una libido elevada que aquellos cuyos entrenamientos eran especialmente prolongados o intensos, incluso después de tener en cuenta factores como la edad.
Aunque los autores del estudio reconocen que la muestra es pequeña y que se trata de varones que voluntariamente decidieron completar una encuesta especialmente intrusiva, consideran que los datos son interesantes, sobre todo, para parejas que están tratando de concebir. "Los especialistas en fertilidad a menudo preguntan a la mujer sobre el deporte que practica y quizás también tendrían que preguntarle al varón", comenta el autor principal del estudio, Anthony Hackney, a The New York Times.