La historia está repleta de testimonios de hombres y mujeres que en algún momento de su vida afirmaron haber visto a Dios, a la Virgen María o a cualquier otra figura religiosa.
La mismísima Juana de Arco, que encabezó el ejército francés en su lucha contra los ingleses durante la Guerra de los cien años, afirmaba que había sido Dios el que le había encomendado esta bélica tarea, que finalmente terminó llevándola a la muerte en la hoguera, acusada de herejía.
Pero, ¿qué fue lo que realmente vio la joven heroína francesa? Es complicado saberlo, ya que en aquella época la ciencia no tenía ni una mínima parte de los avances de los que dispone hoy, pero sí que se puede especular en base a algunos casos similares acaecidos en los últimos años.
Epilepsia y religión
Posiblemente, si Juana de Arco hubiese vivido en la actualidad sus médicos le hubiesen diagnosticado algún tipo de epilepsia.
Al menos eso es lo que se deduce de estudios como el que acaba de publicar en Mental Health, Religion and Culture un equipo de investigadores de la Universidad de Missouri que ha analizado la relación que existe entre la experimentación de experiencias religiosas y este trastorno cerebral, que se da cuando las neuronas disparan de forma anormal una serie de ráfagas de impulsos eléctricos, ocasionando en los pacientes síntomas como las convulsiones y las alucinaciones.
Decidieron comenzar el estudio después de que el año pasado un paciente judío con epilepsia del lóbulo temporal derecho tuviese una de estas experiencias justo en el momento en el que se le estaba realizando una resonancia rutinaria de su cerebro.
Esta casualidad confirmó la sospecha que muchos tenían de la relación entre la epilepsia y las vivencias religiosas, especialmente porque la resonancia detectó claramente una serie de cambios en la zona del cerebro asociada a los ataques en el mismísimo instante en el que aseguró estar "viendo a Dios".
Un estudio multicultural
Para este nuevo estudio, encabezado por el neuropsicólogo Brick Johnstone, los investigadores reclutaron a un grupo de voluntarios, todos ellos epilépticos, procedentes de distintas creencias religiosas.
Concretamente, el 32% eran protestantes, el 10% católicos, el 5% budistas y el 5% ateos, mientras que el 38% afirmó seguir otras religiones y el 10% no tener ningún tipo de creencia religiosa.
Una vez aclarado este punto, todos ellos tuvieron que contestar una serie de preguntas que demostraron que, efectivamente, había una evidente relación entre los pensamientos religiosos y la epilepsia, aunque no se correlacionaba con el pensamiento emocional, como hubiese cabido esperar.
Lo que sí parece claro es que las experiencias religiosas tienen un gran componente neurológico, por lo que estos científicos esperan seguir con sus investigaciones, esta vez estudiando el caso de pacientes que hayan sido sometidos a cirugía cerebral.
Fuese cual fuese la causa que llevó a Juana de Arco a hacer lo que hizo está claro que fue una verdadera heroína, que demostró en una época difícil que las mujeres podían ser más que madres y esposas, pero resulta emocionante imaginar qué pudo pasar en su cerebro para llegar a hacer lo que hizo.