Aunque lleva toda la vida con nosotros, el aceite de palma parece haberse convertido en los últimos tiempos en el enemigo público número uno de la salud hasta el punto de que el debate ha llegado al Congreso de los Diputados.
Ciudadanos ha presentado una proposición no de ley (PNL) que pide al Gobierno que negocie con la industria para que deje de usarlo en alimentación y que se investiguen los efectos de su consumo. ERC insta en otra PNL a que se retiren los productos que lo contienen de máquinas expendedoras de centros públicos y a que se incremente su control. Mientras tanto, la OCU recomienda no abusar de él e incluso algún supermercado anuncia que deja vender los productos que la llevan.
¿Hay motivo para tanta alarma? ¿Qué deberíamos saber los consumidores? En EL ESPAÑOL hemos consultado estudios y expertos para elaborar una lista de 10 puntos clave para saber más sobre el aceite de palma desde diversos puntos de vista.
Está en todas partes
Casi cualquier alimento procesado puede contener aceite de palma: bollería, patatas fritas, margarinas, cereales, chocolates, pizzas precocinadas y otros muchos. Además, también se encuentra en piensos para animales y en productos de otras industrias, especialmente los cosméticos, como champús, geles, dentríficos y cremas hidratantes.
Es óptimo para la industria
¿Cuál es la razón de que su uso esté tan extendido? Además de ser muy barato en comparación con otros aceites, ofrece una textura perfecta para la elaboración de muchos productos. Otros aceites son líquidos y, por lo tanto, poco consistentes, mientras que el aceite de palma, más denso, resulta ideal.
Camuflado como "aceites vegetales"
Desde diciembre de 2014 es obligatorio detallar el tipo de aceite vegetal que lleva un producto. Sin embargo, es probable que hasta hace poco no nos sonara demasiado porque la industria prefería el término "aceites vegetales" para englobar todas, incluyendo la de colza, con su mala fama en España; la de soja, también ampliamente utilizada por la industria; y la de coco, que tampoco se cuenta entre las más saludables. En cambio, las etiquetas suelen presumir del aceite de oliva.
Malo desde el punto de vista nutricional
"Desde el punto de vista nutricional es bastante malo", advierte en declaraciones a EL ESPAÑOL el bioquímico José Miguel Mulet, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia y autor de Comer sin miedo, uno de los libros más difundidos en los últimos años sobre nutrición. Aporta una gran cantidad de calorías, pero lo más importante es que contiene muchas grasas saturadas –al contrario que el de oliva, rico en grasas monoinsaturadas-, de manera que contribuye a aumentar los niveles de colesterol. En realidad, "no es que contenga colesterol en sí mismo, pero produce un efecto indirecto que favorece su acumulación".
Un estudio hizo saltar las alarmas
En mayo de 2016, la Agencia Europea de la Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicó un estudio que afirmaba que cuando el aceite de palma se calienta a más de 200 grados en procesos industriales libera ácido graso glicidilo, potencialmente cancerígeno. En realidad, esto sucede también con otros aceites vegetales, pero en menor medida, según el informe.
Las reacciones fueron dispares. Mientras la empresa Barilla lo eliminó y colocó en sus productos la etiqueta "sin aceite de palma", el fabricante de Nutella contraatacó recientemente defendiendo su utilización, ya que elabora sus alimentos a temperaturas inferiores y a una presión muy baja para minimizar los contaminantes, según explicaron sus responsables. Sin embargo, tanta notoriedad ha conseguido que se vincule a la popular crema de cacao con el estudio de la EFSA y el riesgo de cáncer. Ya saben ustedes que, además de las listas, pocas cosas llaman más la atención que los titulares alarmantes.
No hay pruebas de relación directa con el cáncer
En diciembre, un artículo publicado en Nature por el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona describió cómo "células tumorales que fueron tratadas in vivo con ácido palmítico e inyectadas posteriormente en animales producían más metástasis y más grandes que las células no tratadas", comenta Gloria Pascual, primera autora de este trabajo.
Sin embargo, la investigadora afirma :"De nuestro trabajo no se podría derivar una relación entre el consumo de aceite de palma y el desarrollo de cáncer". Aunque el ácido palmítico es su componente mayoritario, no es exactamente lo mismo, puesto que "el aceite de palma presenta otros ácidos grasos en su composición".
Los experimentos demostraron que las células tumorales encuentran en este ácido una ventaja para metastatizar, pero "no se sabe cuál es el efecto del ácido palmítico o el efecto de una dieta rica en grasas sobre las células sanas en relación con el desarrollo de un cáncer".
No hay evidencia suficiente para prohíbirlo
Para Gloria Pascual, "no hay datos de investigación suficientes que avalen la retirada del aceite de palma de la industria alimentaria", aunque esto no quiere decir que no sea nocivo para la salud.
De hecho, hasta el momento ningún organismo internacional relacionado con la seguridad alimentaria o con la salud pública –ni siquiera la EFSA- ha pedido que se prohíba su comercialización y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no la ha incluido en su lista de carcinógenos, como sí ha hecho, por ejemplo, con la carne procesada.
"El problema de prohibir las cosas es que parece que con eso ya está todo solucionado", opina Mulet, "cuando hace años se puso el foco sobre el colesterol, pasamos por alto el peligro que tenían los azúcares". No obstante, el bioquímico y divulgador científico cree que, ante la polémica suscitada con el aceite de palma, "puede ser un buen momento para limitarlo" después de que la industria haya abusado tanto de su utilización.
Procede de los frutos de la palma aceitera
Este ingrediente obtiene de los frutos de la palma aceitera (Elaeis guineensis), un cultivo originario de África occidental, pero que hoy en día se ha extendido a cualquier zona tropical del mundo. Los mayores productores son Indonesia y Malasia, pero en algunos países latinoamericanos, como Ecuador y Colombia, también tiene un peso importante.
Hay una polémica ecológica
En este sentido, el aceite de palma es polémico desde hace tiempo, pero las razones no tenían tanto que ver con la salud como con la ecología. En Indonesia y Malasia la expansión del cultivo se está realizando en gran parte a costa de talar bosques, lo que además pone en riesgo la rica biodiversidad del Sudeste Asiático.
"Es un argumento un tanto hipócrita, porque en realidad ese problema es común a toda la agricultura", opina Mulet. "Es verdad que en Indonesia se está talando la selva, pero aquí también teníamos bosques antes de plantar olivos", agrega.
Tiene un aspecto positvo
Por lo tanto, también cabe preguntarse qué consecuencias sociales y económicas tendría para los países productores que cesara la demanda por parte de la industria. De hecho, existe una iniciativa internacional en busca de la producción de aceite de palma de forma sostenible. La idea es que las plantaciones de palma aceitera ayuden a las comunidades autóctonas en su desarrollo y algunos países ya tienen experiencias positivas, por ejemplo, Colombia.
Precisamente, la Universidad Nacional de este país cuenta con algunos de los científicos que tratan de ir un poco más allá en este cultivo y cuenta con proyectos de todo tipo: asfaltos ecológicos basados en aceite de palma; extracción de betacarotenos, pigmentos con propiedades antioxidantes; y producción de biodiésel; entre otras sorprendentes investigaciones.