¿Por qué los primates tenemos el cerebro más grande en proporción al resto del cuerpo que otras especies? A lo mejor usted nunca se ha hecho esta pregunta, pero los científicos llevan años planteándosela, más que nada porque esto tiene que ver con el desarrollo cognitivo.
Hasta ahora, se pensaba que estos cambios en el tamaño del cerebro se asociaban a la complejidad de la vida social de los primates y que, cuanto más compleja fuera ésta, mayor el tamaño del órgano principal de nuestra cabeza. Pero un nuevo estudio publicado en la última edición de Nature Ecology & Evolution revela que hay otro factor mucho más involucrado en este parámetro: la nutrición.
El trabajo, dirigido por el investigador de la New York University Alex DeCasien, ha analizado la mayor base de datos hasta la fecha de cerebros de primates no humanos -que incluye muestras de hasta 140 especies- y ha evaluado la relación entre su tamaño y medidas múltiples de sociabilidad, que incluían desde el tamaño grupal al sistema social, pasando por la forma de aparejamiento. Por otra parte, los autores observaron la relación entre este mismo parámetro y los hábitos alimenticios de las distintas especies.
El estudio demostró que no había relación entre las características sociales y el tamaño del cerebro, pero sí había un nexo claro con la alimentación. De hecho, lo que descubrieron los investigadores es que los primates que comían fruta tenían alrededor de un 25% más de tejido cerebral que los que se alimentaban de verduras.
Pero, ¿qué tiene la fruta que hace más listos a los primates? El asunto no es tan simple. Los autores reconocen, en primer lugar, que no han encontrado una razón detrás de esta relación. Pero especulan con una combinación de motivos: por una parte, recolectar fruta requiere de ciertas funciones cognitivas, ya que hay que encontrar dónde está y extraerla manualmente; por otra, la energía consumida a través de la fruta es mayor que la obtenida de las verduras, menos calóricas.
¿Adiós a la hipótesis del cerebro social?
En 1998, el antropólogo de la Universidad de Liverpool Robin Dunbar formulaba su hipótesis del cerebro social, que aseguraba que era la complejidad social el rasgo evolutivo que generaba inteligencia.
Aunque se trata de una teoría que no ha podido nunca ser demostrada -como recuerda en un artículo de opinión que acompaña a la nueva investigación en Nature Ecology & Evolution el investigador de la Universidad de Reading Chris Venditti-, sus partidarios sostienen que esto explicaría la complejidad cognitiva de los primates y cómo la presión evolutiva asociada a la sociabilidad humana habría resultado finalmente en nuestra inteligencia única y nuestros sorprendentemente grandes cerebros.
Sin embargo, el estudio de DeCasien parece acabar con esa hipótesis, atribuyendo el tamaño del cerebro casi exclusivamente a la dieta. Pero para Venditti este trabajo no es la última palabra. Aunque el experto considera que "hay que aplaudir" a los autores por "la construcción de la base de datos y su metodología", apunta también a que quedan "muchas cuestiones por responder".
El cerebro, dice Venditti, es un órgano sumamente complejo. Por esta razón, atribuir sólo a un factor su tamaño es arriesgado y el investigador sugiere que se investigue más sobre el asunto. Para él, es como mínimo aventurado concluir que la complejidad social de los primates no tiene nada que ver con su inteligencia.