A pesar del incremento que año tras año experimenta el número de donaciones de órganos en todo el mundo, con España situada a la cabeza del ránking, en ocasiones éstos siguen siendo insuficientes, especialmente por la necesidad de compatibilidad que hace que los trasplantes sean un éxito.
Por eso, cada vez son más los investigadores que dedican su trabajo al cultivo en laboratorio tanto de tejidos como de órganos completos, con el fin de poder fabricarlos a la carta, según las necesidades del receptor.
Sin embargo, por muy avanzadas que estén estas técnicas, es imposible mantener un órgano en el laboratorio sin un suministro continuo de sangre, por lo que una parte importante de estos proyectos consiste en la búsqueda de un sistema de vascularización que irrigue estos tejidos del mismo modo que ocurre en el interior del organismo.
Existen varios estudios al respecto, algunos de ellos enfocados en las punteras técnicas de impresión en 3D, mientras que en el otro extremo se encuentran los que aprovechan el sistema vascular de las plantas, pues animales y vegetales tienen bastante poco en común, pero las pocas similitudes que existen son una baza perfecta para explotar en estos casos.
Científicos en el súper mercado
Las plantas poseen un sistema vascular muy bien desarrollado, que les permite distribuir los nutrientes por todas sus partes.
Por eso, un grupo de investigadores del Instituto Politécnico de Worcester, cuyos resultados han sido publicados en Biomaterials, decidió recientemente aprovechar esa cualidad para fabricar tejido sanguíneo que pudiese irrigar los órganos humanos sintetizados en el laboratorio.
Todo comenzó en un mercado local, en el que este equipo, dirigido por Joshua Gershlak, compró ingentes cantidades de espinacas, un vegetal que se caracteriza por tener una alta concentración de vasos, del mismo modo que el tejido cardíaco humano.
Una vez realizado el proceso de decelurización, en el que se usa una especie de detergente para lavar las células de la planta, dejando los vasos expuestos, procedieron a cultivar el resultado junto a células del músculo cardíaco, creando un conjunto excelente, pues unos días después esas células del corazón, que hasta el momento habían permanecido inmóviles, comenzaron a contraerse de la misma forma que lo harían en el tejido humano.
Aún falta mucho por investigar
Aunque los resultados son muy prometedores, aún falta mucho por investigar, pues de momento sólo ha sido un pequeño ensayo en el laboratorio.
El objetivo en la práctica clínica sería crear fragmentos de tejido cardíaco que pudiesen ser trasplantados a pacientes cuyo tejido inicial haya quedado dañado por causas como un ataque al corazón.
Sin embargo, aún no tienen claro cómo se comportará in vivo, ni si creará algún tipo de rechazo después de ser trasplantado, por lo que deben seguir dándose los pasos pertinentes para dar respuestas a estas cuestiones.
Otras plantas investigadas
Aunque las espinacas parecen ser las plantas más útiles para este fin concreto, este equipo de investigadores también ha llevado a cabo la decelurización de otras hojas, como las del perejil y el ajenjo dulce, ya que consideran que hay una planta para cada tejido y que conocer sus propiedades puede ayudar a decidir qué fin debe darse a cada una.
Y es que, al fin y al cabo, las plantas son una herramienta excepcional muy fácil de conseguir, que se encuentra al alcance del huerto más cercano. O de un simple supermercado.