Hasta hace unos días, es probable que el español medio sólo pudiera nombrar en un hipotético concurso dos tipos de aceites: el de oliva -considerado el más sano por los nutricionistas- y el de girasol, usado habitualmente para freír y también definido como saludable por los expertos. En los últimos días, a pesar de que llevamos años conviviendo con él, otro tipo de aceite está en boca de todos y no precisamente para bien: el de palma. Distintos partidos políticos han pedido que se regule su uso en alimentación y la cadena de supermercados Alcampo ha anunciado que va a dejar de utilizarlo en los productos de su marca propia.
Pero estos tres tipos de aceites distan de ser los únicos existentes. Sobre todo en la industria alimentaria, hay otros muchos que se utilizan a diario por su precio, sus propiedades y su sabor o falta de él. De hecho, el consumo de aceites alternativos a los dos más conocidos aumentó un 20% de 2015 a 2014,según datos del Ministerio de Agricultura. Aprovechamos para recordar a estos otros viejos desconocidos y aclarar mitos sobre las propiedades de los más consumidos.
En cualquier caso, casi cualquier aceite es preferible a las grasas animales, que en muchos países se utilizan todavía para cocinar y que tienen un elevado contenido en grasas saturadas.
Aceite de oliva
Parece haber unanimidad a la hora de definir al aceite de oliva como el más saludable de todos. Sin embargo, como recuerda el bioquímico y profesor de la Universidad de Valencia José Miguel Mulet, hubo un tiempo en que esté aceite también fue denostado y considerado incluso perjudicial. Afortunadamente, la tendencia cambió pero Mulet destaca que esto no debe llevar a mitos muy implantados en la sociedad, como que su consumo reduce el colesterol. Tampoco se debe abusar de este tipo de grasa, cuyo contenido en calorías es abundante.
Aceite de girasol
Aunque sería el segundo más saludable en la lista -Mulet rechaza de plano usar los términos "bueno" y "malo" para definir cualquier alimento-, no todos los aceites de girasol son iguales y los hay con un mayor contenido en ácido oleico, los más recomendables. Este tipo de aceite es más barato que el de oliva y tiene menos sabor, por eso es menos frecuente su utilización en alimentos crudos y más en los fritos.
Aceite de coco
El caso de este tipo de aceite es paradigmático de cómo las cosas cambian en nutrición. "Últimamente se está modificando la percepción", comenta Mulet. Sin embargo, este tipo de aceite tiene un contenido alto en grasas saturadas, uno de los parámetros en los que hay que fijarse a la hora de optar por uno u otro tipo de aceite.
Aceite de maíz
Aquí nos puede sonar raro, pero en EEUU la mayoría de la gente cocina con aceite de maíz. Se trata de una grasa vegetal más, que no es especialmente rica en grasas saturadas. "Es un tipo de aceite refinado, que no aporta ni sabor ni color", explica el investigador del Instituto de la Grasa Enrique Martinez. La explicación sobre su falta de consumo en España no tienen gran misterio: simplemente el nuestro no es un gran productor de maíz y el que se cultiva suele estar destinado a alimentar al ganado.
Aceite de colza
Si alguien cree que después del escándalo del aceite de colza éste se dejó de utilizar está muy equivocado. En primer lugar, no habría ningún motivo para ello: la intoxicación masiva que se produjo en España en 1981 se debió, explica Martinez, a una "mala manipulación" y no a que éste fuera perjudicial per se.
Eso sí, en España es difícil encontrar el aceite de colza como ingrediente y es más fácil localizarlo como aceite de nabina. "Se usa mucho en hostelería y no es malo para freír, aguanta muchas frituras y las temperaturas altas", señala Mulet.
Aceite de algodón
En España aún no se utiliza pero, según Martínez, su uso es frecuente en Australia. Se trata de un aceite que hay que refinar, ya que si no daría un color peculiar a los alimentos que cocinara. "Es un producto relativamente saludable y que además es de deshecho, por lo que su uso es principio es positivo", relata Mulet. Eso si se refina ya que, de no hacerse, contiene el polémico gosipol, asociado a problemas de esterilidad masculina.