"Esto es una bomba y no vamos a hacer que explote", decía a EL ESPAÑOL un portavoz de la empresa Lipopharma Therapeutics SL, una spin off de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) que ha pasado de ser considerada un ejemplo paradigmático de la colaboración público privada a la protagonista de una investigación que lleva gestándose casi un año, pero que se ha hecho pública este martes.
En la misma se ha acusado a dos catedráticos de la UIB -uno de ellos, el principal accionista de Lipopharma, Pablo Escribá- y otros tres investigadores -de los que se no han hecho públicos los nombres- de obtener más de 600.000 euros -a través de la Fundación Marathon Glioma- de pacientes de tumores cerebrales desahuciados que, llegaron a pagar hasta 25.600 euros por un producto que-denuncian- les dijeron que iba a ser curativo.
Los científicos, que han negado los hechos, fueron detenidos la semana pasada y puestos en libertad con cargos bajo la acusación de estafa. "Hablar ahora me perjudicaría mucho. El día que se resuelva te lo contaré con mucho detalle", señalaba Escribá a EL ESPAÑOL.
Dos son las principales incógnitas que quedan por resolver: la primera, si el producto que desarrolló Lipopharma y que tiene el mitológico nombre de Minerval -su denominación científica es la mucho menos poética ácido 2-hidroxioleic (2-OHOA)- es, como lo ha denominado la polícia en su nota de prensa, un "falso medicamento"; la segunda, que es la que ha determinado al fin y al cabo la actuación del Juzgado de Instrucción número nueve de Mallorca y la Fiscalía de Ies Illes Balears, es si los acusados no sólo lo han vendido estando prohibido hacerlo -el fármaco no está autorizado para ello por la Agencia Española del Medicamento, que sí ha dado su visto bueno a su uso en ensayos clínicos-, sino si lo han hecho utilizando las propias instalaciones de la universidad.
La denuncia de la oncóloga
La jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital de Son Espases, Josefa Terrassa, tiene claras ambas acusaciones. Ella fue la instigadora de la denuncia que ha generado la investigación, algo que hizo escribiendo "varias cartas" en 2015, después de que un médico le pidiera su opinión sobre el tratamiento con Minerval, que alguien le había recomendado.
La oncóloga ya había oído hablar del producto, al menos diez años antes. Fue en una sesión clínica en el hospital donde trabajaba entonces -Son Dureta- cuando Escribá les expuso la molécula que estaba empezando a estudiar. "Buscaba a gente que pudiera colaborar con él y yo, como oncóloga, le expuse los errores metodológicos que veía; no vi un estudio en el que poder animar a mis compañeros a meter pacientes. Faltaba mucho trabajo preclínico, muchas cosas", relata a EL ESPAÑOL.
Tan mal vio Terrassa el futuro de Minerval, que cuando su colega le habló de él dos lustros más tarde, ella le espetó: "Pensé que eso se había acabado". Pero decidió buscar si había salido información actualizada. "No encontré nada con suficiente rigor científico como para decir que este producto es un fármaco y que tiene propiedades para tratar este tipo de tumor -el glioma, un cáncer cerebral de muy mal pronóstico-", señala.
Para la oncóloga no significó nada que la Agencia del Medicamento Europea (EMA) otorgara a la molécula el estatus de medicamentos huérfano -algo que el organismo hace para fomentar la investigación en enfermedades poco frecuentes y sólo si existen ciertas garantías de su eficacia- ni que en diciembre concluyera un ensayo clínico en el que participaron tres importantes hospitales españoles, incluido el Vall d'Hebrón y dos ingleses, entre ellos el prestigioso Royal Marsden NHS Foundation Trust.
"No sé de qué manera accedieron a la agencia reguladora, pero si entras en la página de la EMA realmente no hay nada que sustente esa aprobación, habrá que preguntarle a las autoridades sanitarias. Yo no sé el intríngulis que ha habido para eso, pero lo que sí sé es que he buscado toda la información necesaria para valorar que este producto, porque ni siquiera lo puedo llamar fármaco, no sirve para esto; para esto no hay absolutamente nada", enfatiza.
Ante este convencimiento, es lógico que Terrassa pusiera cartas en el asunto. Lo hizo junto a otro compañero especializado precisamente en tumores del sistema nervioso central, Pep Fuster. "Mandamos una carta a la universidad y automáticamente el rector y los vicerrectores acudieron a mi despacho; allí habíamos citado a un familiar de una paciente, pero no lo contó de la misma forma que nos lo había contado a nosotros y claro, al no tener pruebas...", afirma. Sin embargo a los pocos meses la Fiscalía les citó y el fiscal les dijo que tenían "suficientes argumentos". Entre medias, habían llegado más denuncias; hasta diez, según la policía, que cree que podría haber más.
Pero, ¿qué es Minerval?
Aunque los cuerpos de seguridad del Estado han calificado a Minerval de falso medicamento, ésta no es la opinión del director científico del Oncológico de San Sebastián, Ander Urruticoechea, que explica a EL ESPAÑOL que se trata de una molécula que recompone la membrana tisular de las células grasas y que está en una fase muy precoz de la investigación, pero que parece que "puede tener efectos terapéuticos".
El oncólogo es uno de los participantes en el ensayo NCT01792310 en el que se ha evaluado la seguridad del fármaco (el uso del término inglés drug es inequívoco aquí) en 54 pacientes adultos con tumores sólidos avanzados, incluyendo gliomas.
"No hay nada oscuro en el desarrollo", aclara Urruticoechea que, eso sí, deja muy claro que en este estado de la investigación es absolutamente ilegal vender el producto a pacientes. Respecto a las características del medicamento, el oncólogo vasco señala que se consume por vía oral, que se toman "muchos botes al día", lo que podría suponer algún problema para los pacientes y que se trata de un ácido graso de origen natural. "Está todo perfectamente hecho para ser administrado dentro de un ensayo clínico en el que hemos participado los centros más punteros", resalta, antes de añadir que "hay algún dato de que podría ser eficaz, pero aún no se sabe en qué medida".
La postura de la universidad
Mientras tanto, fuentes que no quieren ser identificadas señalan a este diario que el escándalo se acabará "llevando por delante" al rector de la UIB. Éste, Llorenç Huguet, ofreció una rueda de prensa junto al vicerrector de Investigación y Postgrado, Jaume Carot.
En la misma han dado testimonios llamativos como que la universidad supo "hace cinco años" que había rumores según los cuales enfermos de cáncer pagaban a los catedráticos acusados por el Minerval. Esto no impidió que en agosto de 2014 acompañara a la reina Sofía en una visita privada al departamento que dirige Escribá.
Mientras tanto, un compañero del laboratorio de este investigador, que no quiere dar su nombre, se muestra "indignado" antes algunas informaciones publicadas por los medios de comunicación. "He llegado a leer que falseamos los resultados, sólo puedo decir buenas palabras de Escribá, un gran trabajador que dirige nuestro trabajo con mucho respeto", explica por teléfono a este medio.
Este científico destaca que en sus instalaciones se hace "un trabajo muy serio" y que se trata de "ayudar a la sociedad" para "combatir una serie de enfermedades". Ahora la justicia tendrá que decir si, algunos de estos investigadores, compaginaban esta ayuda con la estafa a pacientes desahuciados.
El caso #vaportiNacho
Las noticias sobre Minerval han sacudido a la sociedad balear,. Los acusados no han hablado públicamente y tampoco lo ha hecho nadie de su entorno, mientras proliferaban voces que se sentían engañadas por lo que todos -empezando por la policía- han denominado "falso fármaco".
Aunque los investigadores están acusados de un delito de estafa agravada, la policía mencionaba en su nota de prensa que los profesores "llevaron a cabo campañas publicitarias en las que ensalzaban su milagroso producto anticancerígeno" .
Inmediatamente ha saltado el nombre de Nacho Hurtado. Este joven falleció de un tumor cerebral 10 días antes del concierto que Bruce Springsteen dio en Madrid en 2012 y sus padres consiguieron que le dedicara su famosa canción The River. Según han indicado a Hipertextual fuentes policiales, Nacho fue uno de los estafados presuntamente por los creadores de Minerval.
Su padre lanzó una campaña en Change.org para recaudar tres millones de euros que permitieran a Pablo Escribá finalizar los ensayos clínicos que permitirían llevar al mercado Minerval. Eso sí, en la petición se especificaba que el fármaco "no había llegado a tiempo" para el joven y en ningún momento dice que éste lo tomara.
Sea así o no, el padre de Nacho popularizó el haghstag #VaportiNacho y otro aún más claro, #colaboraconMinerval. En la petición se ve claramente el destinatario del dinero, la Fundación Marathon - Glioma, la que, según la policía, "enmascaraba la venta del producto como una donación voluntaria de los familiares para la investigación, camuflando asi lo que realmente era: la compra de una sustancia sin efectos curativos".