El miedo es una emoción natural del ser humano que se ha conservado evolutivamente, con el fin de mantenernos alejados de peligros como el ataque de un animal salvaje o la muerte por la ingesta de algún alimento venenoso.
Nadie debería sentirse avergonzado por tener miedo, ya que no sólo es algo totalmente normal, sino que es una de las muchas artimañas que utiliza nuestro cerebro para mantenernos vivos.
Sin embargo, en algunas ocasiones estos temores se convierten en algo desmesurado e irracional, impidiendo que quién los siente pueda llevar a cabo algunas tareas cotidianas de su día a día. En ese momento pasan de ser necesarios evolutivamente a transformarse en fobias, que en ocasiones requieren de ayuda psicológica. Las hay muy típicas, como la aracnofobia o la claustrofobia, pero lo cierto es que hay casi tantas fobias como objetos, situaciones, ¡e incluso colores!.
Las fobias pueden afectar a todo el mundo, también a las celebrities. De hecho, muchos famosos no se cortan a la hora de hablar de los miedos que les han atormentado desde pequeños.
Por ejemplo, Brad Pitt ha reconocido en múltiples ocasiones tener una gran fobia hacia los tiburones, también conocida como selacofobia. No se le conoce ningún encontronazo con uno, pero aún así, él prefiere no tener nada que ver con ellos.
Más inofensivos son los animales que causan pavor a la actriz Nicole Kidman, pues se conoce que sufre de lepidopterofobia, o fobia a las mariposas. De hecho, en algunas entrevistas ha reconocido que de pequeña era incapaz de cruzar una puerta si había uno de estos coloridos insectos cerca y que, si bien es cierto que a día de hoy lo controla mejor, siguen causándole un gran temor.
Madonna es una mujer fuerte, con mucho carácter, que se achanta ante pocas situaciones. Pero si hay truenos de por medio la cosa cambia, ya que la cantante padece brontofobia, una fobia bastante común que le causa miedo a los rayos y las tormentas en general.
Y mucho menos común es la fobia de Mathew McConaughey, ya que padece un tipo de claustrofobia que le provoca un gran miedo hacia las puertas giratorias. Pero las de verdad, no las que están tan de moda últimamente en el panorama político español. Aquí una recopilación de otra fobias de las que seguramente nunca ha escuchado hablar.
Kompoundofobia: miedo a los botones
¿Hay algo más inofensivo que el simple botón de una camisa? Pues quizás lo sea para la mayoría de la población, pero para los kompoundofobicos es una verdadera arma psicológica, cuya simple visualización los deja paralizados, sin saber qué hacer exactamente.
Y es que estas personas sienten tal pavor hacia los botones que suelen buscar que todas sus prendas cierren con cremalleras, cordones o velcros e incluso a veces evitan el contacto con personas vestidas con ropajes abotonados.
Tan curiosa es esta fobia que ha inspirado a autores tan geniales como Neil Gainman, que basó en ella Los Mundos de Coraline, una novela cuya protagonista es una niña que, explorando su nueva casa, encuentra una puerta a un mundo paralelo en el que todo el mundo tiene botones en lugar de ojos.
La historia tiene adaptación al cine y las imágenes de estos personajes dan bastante miedo como normal general, así que imaginen lo que debe sentir un kompoundofóbico al verlos.
Tripofobia: fobia a los agujeros
Hace ya unos años surgió en internet una imagen viral que de vez en cuando se sigue resucitando en redes sociales con distintas versiones de un supuesto parásito que horada en la piel de sus víctimas una serie de agujeros perfectos, como si de dolorosos paneles se tratara.
Estas imágenes provocan una terrible mezcla de asco y miedo a cualquiera que las vea, pero sin duda afectan con más fuerza a los tripofóbicos, ya que son personas que sienten un miedo irracional hacia los agujeros. Esto les lleva a evitar cualquier situación o imagen en la que se generen estas formas, cuya visualización les lleva a sentir ansiedad y mucho malestar.
Como ocurre con otras fobias, se piensa que ésta puede tener una razón evolutiva, ya que muchas plantas y animales venenosos se decoran con formas circulares, por lo que en un pasado nuestros ancestros podrían haber desarrollado un miedo natural a ellas, con el fin de evitar las consecuencias del veneno.
Omfalofobia: fobia a los ombligos
Ésta es una de las fobias más curiosas, ya que consiste en un miedo desmesurado hacia los ombligos.Aunque los omfalofóbicos no pueden evitar ver día a día su propio ombligo, sí que intentan no tocarlo mientras se duchan o llevarlo al descubierto y, además, sienten mucho nerviosismo si otra persona se lo toca, incluso a través de la ropa.
Aún así, como ocurre con otras fobias, puede tener distintos niveles de gravedad, ya que algunos individuos sólo experimentan esta fobia con el propio ombligo, otros lo hacen con el de los demás, y otros tienen tal nivel de pavor que no pueden pisar una playa en verano ni ver los robados de ciertas revistas del corazón en la estación estival.
Hipopotomonstrosesquipedaliofobia: fobia a las palabras largas
El que le puso nombre a esta fobia sin duda debía ser un verdadero amante de las bromas, pues ya de por sí las personas que la sufren tiemblan de sólo escucharla, del mismo modo que las que no la padecen lo hacen al intentar pronunciarla del tirón.
Y precisamente ésa parece ser la causa de aparición de esta fobia, ya que se da en personas inseguras, que sienten mucho miedo a hacer el ridículo en situaciones como pronunciar mal ciertas palabras, algo que puede darse en cualquier caso, pero que ocurre con mayor probabilidad cuanto más larga sea. Y ya se si se trata de recitar trabalenguas, el sufrimiento se multiplica.
Leucofobia: fobia al color blanco
Hay fobias para todo, incluidos los colores, como el blanco, que causa un terrible pavor en personas afectadas por leucofobia. Se trata de una fobia con la que es complicado convivir, pues son muchísimas las cosas de color blanco con las que se topa alguien en su día a día, desde la leche hasta las paredes de la inmensa mayoría de edificios.
Tetrafobia: fobia al número cuatro
El número cuatro es una cifra par, cortita y bastante sonora, por lo que muchas personas la consideran su número favorito. Sin embargo, otras pocas tiemblan sólo de escucharlo, ya que padecen tetrafobia, una rara fobia que lleva a sentir un miedo irracional hacia este inofensivo número.
Puede parecer descabellado, pero todo tiene una explicación, ya que es una fobia típica de China, un país en cuyo idioma este número se pronuncia de un modo muy similar a la palabra muerte -ambas tienen un sonido similar a "si"-. Y esta asociación puede jugar muy malas pasadas.
Crematofobia: fobia al dinero
Aunque su nombre parezca referirse a otras muchas cosas, las personas que padecen esta fobia tienen miedo al dinero y a las riquezas en general.
No debe confundirse con el temor que algunas personas sienten hacia tocar dinero y billetes que han pasado por las manos de otros individuos; pues en este caso el miedo se dirige a los gérmenes que éstos pueden contener, por lo que estaríamos hablando de misofobia.
Lo que ocurre realmente en estos casos es que el hecho de ganar dinero les genera los cuadros de ansiedad típicos de otras fobias más conocidas, haciendo su día a día muy complicado.
Esta fobia suele darse en tiempos de crisis económicas, cuando tener un trabajo o ganar algo de dinero se hace tan complicado que finalmente cuando se acaba consiguiendo se crea una especie de miedo a lo desconocido que genera este tipo de problemas. ¿Podía traer todavía más problemas la crisis? Pues sí. ¡Podía!
Hagiofobia: fobia a las imágenes religiosas
Esta fobia sería la condena de un andaluz en Semana Santa, ya que consiste en un miedo injustificado y desmesurado hacia los santos, los objetos sagrados y las personas que los veneran.
No tiene nada que ver con las creencias religiosas de cada uno, pues pueden creer perfectamente en alguna deidad, pero la adorarían desde casa, nunca acudiendo a un templo.
De hecho, en algunos casos el miedo es tan grande que sienten verdadera incomodidad simplemente con el hecho de escuchar a otras personas hablar del Vaticano.
Eufobia: fobia a las buenas noticias
Sí, en serio, hay personas que tienen miedo a las buenas noticias, hasta el punto de vivir con una ansiedad continua por el temor a la llegada de cualquier buena nueva.
La sensación es similar a la de aquellos que se sienten angustiados continuamente por la posibilidad de recibir malas noticias, pero totalmente al contrario y, como en el resto de casos, se convierte en una fobia con necesidad de tratamiento cuando les limita su día a día.
Philemafobia: fobia a los besos
Las personas que tienen esta fobia sienten un intenso miedo a la posibilidad de besar o ser besados, pudiendo llegar a perder el conocimiento si se da el caso.
Eso sí, sólo ocurre con los besos en los labios, pues no tienen ningún problema con ser besados en la mejilla por familiares o amigos o en saludar con los típicos dos besos.
Está considerada como fobia sexual, junto a otras como la falofobia o la coitofobia, y supone un obstáculo bastante preocupante a la hora de establecer relaciones de pareja, por lo que suelen requerir de atención psicológica lo antes posible.
Gimnofobia: fobia a la desnudez
A menudo ésta también puede considerarse como fobia sexual, ya que las personas que la padecen sólo pueden mantener relaciones vestidos, por el temor desmesurado que sienten a la desnudez de su propio cuerpo.
Sin embargo, ésta no es la única situación cotidiana que se ve limitada por la gimnofobia, ya que también impide llevar a cabo otros actos tan típicos como ir a la playa o al médico.
No tiene por qué deberse necesariamente a ningún trauma previo, sino simplemente a una obsesión por la comparación, que les lleva a sentir vergüenza de su propio cuerpo por temor a que sea inferior al de otras personas.
En algunos casos no sienten miedo sólo a ver su propio cuerpo desnudo, sino también a ver el de otras personas, por lo que son aún más las situaciones que tienden a eludir para evitar la ansiedad.
Coulrofobia: fobia a los payasos
Estas personas pueden sentir sudores fríos, temblores, náuseas y otros síntomas asociados a la ansiedad por el simple hecho de ver un payaso, por muy inocente que sea la imagen.
Aunque cada caso es único y en muchas ocasiones esta fobia proviene de traumas generados durante la infancia, los especialistas sostienen que la televisión, el cine y la literatura tienen gran parte de culpa, por la temible imagen que da de los payasos, representados a menudo como personajes de terror, asesinos y psicópatas.
Por otro lado, algunos psicólogos consideran también que los colores vivos, las sonrisas exageradas y otros aspectos del maquillaje de los payasos pueden ser impactantes para la mente de los niños, creando traumas que perduran con el paso del tiempo.
Ombrofobia: fobia a la lluvia
El miedo a las tormentas, los rayos y los truenos suele ser bastante común y conocido, pero no lo es tanto el miedo la lluvia, que llega a convertirse en ombrofobia cuando se convierte en una verdadera obsesión. Los afectados terminan por idolatrar objetos como los chubasqueros y los paraguas, que se hacen parte esencial de su día a día.
Sofofobia: fobia a aprender cosas nuevas
Existen dos tipos de sofofobia, la puntual o la general. El primer caso se considera menos grave, ya que consiste en el miedo injustificado a aprender sobre una cosa concreta, normalmente acciones peligrosas como la magia negra.
En el segundo caso existe un miedo irracional al simple hecho de aprender cosas nuevas, por lo que estas personas se obsesionan con bloquear su mente, con el fin de no adquirir ningún tipo de conocimiento que, según ellos, pueda ser perjudicial.
Rabdofobia: fobia a ser severamente castigado o a las varitas mágicas
El de esta fobia es un caso curioso; pues, si bien suele llamarse así al miedo irracional a ser severamente castigado, también ha sido bautizado del mismo modo el temor a las varitas mágicas.
El segundo caso parece de broma, pero en realidad ambos están relacionados en cierto modo; ya que por lo general los rabdofóbicos son personas que temen continuamente que sus actos despierten la reprobación de alguien que decida castigarlos físicamente.
¿Y cuál era la forma predilecta de castigo físico de los maestros de antaño? Golpear con una vara. De ahí, al boom de las historias de magos y varitas mágicas surgido con la saga de Harry Potter sólo hay un paso, por lo que estas personas se echan a temblar simplemente al ver a una persona con una vara, ya sea un maestro de los años 50, un fan de Harry Potter o un agricultor vareando olivos.
Efebifobia: fobia a los jóvenes y los adolescentes
Aunque, como su propio nombre indica (ephebo significa adolescente en griego), en un principio se considera la efebifobia como miedo a los adolescentes, en realidad algunas encuestas más recientes señalan que los efebifóbicos también presentan este temor hacia jóvenes adultos de entre 25 y 34 años.
Esto se debe a que creen que los jóvenes son individuos rebeldes, por lo que no se fían de ellos en ámbitos como la medicina o la política.
Más allá de una simple anécdota, esta fobia es muy preocupante, ya que se considera que esta desconfianza puede tener repercusiones muy negativas en lo que respecta a la entrada de los jóvenes al mundo laboral, especialmente a nivel público, político y cultural.
De hecho, no hay más que ver las reticencias que presenta la población hacia algunos políticos jóvenes y como aún muchas personas prefieren ser atendidos por funcionarios de mayor edad que por los "recién llegados" a los que suelen dar injustamente menos credibilidad.
Socerafobia: fobia a los suegros
Uno de los momentos más importantes de la vida de una pareja con poco tiempo de relación llega cuando cada uno debe conocer a los padres del otro.
Sin duda es una situación tensa que todo el mundo teme, pero para algunas personas supone tal nivel de ansiedad que llega a considerarse una fobia.
De hecho, no se queda sólo en el día del primer contacto con los suegros, sino que perdura en el tiempo, haciendo muy complicadas las situaciones familiares en las que tienen que reencontrarse con ellos.
Sea como sea, sólo se considera como fobia en casos muy extremos y no debe considerarse una excusa para evitar visitas incómodas.
Tocofobia: fobia al embarazo no deseado
Las mujeres que padecen esta fobia temen enormemente la posibilidad de quedarse embarazadas, tanto por las consecuencias de tener un hijo como por los riesgos que supondría para su salud el embarazo y el parto.
Esto, por un lado, les impide tener relaciones sexuales plenas; ya que incluso tomando precauciones temen que éstas puedan fallar y se dé el embarazo.
Por otro lado, si finalmente se quedan embarazadas, caen en depresión, pensando en todo momento en el aborto.
Puede considerarse tocofobia primaria, si la mujer en cuestión no ha tenido nunca hijos, o secundaria, cuando sí que ha habido embarazos previos y, por alguna razón, se generó un trauma que llevó a que no quiera volver a pasar por la misa situación.
En algunos casos, estas mujeres sí que desean ser madres, pero simplemente tienen mucho miedo al embarazo. Es ahí cuando realmente existe un problema, porque si quieren tener hijos tienen que pasar por esta temida situación obligatoriamente, de modo que deberán ponerse en manos de un especialista en psicología que las ayude a superar sus miedos.
Pogonofobia: fobia a las barbas
Estas personas presentan miedo irracional a la imagen de personas con barba, por lo que jamás se la dejan crecer y sienten todo tipo de síntomas asociados a la ansiedad cuando ven a alguien barbudo.
La verdad es que con el reciente boom de la moda hipster no les ha tocado una buena época para vivir, por lo que en su caso la ayuda psicológica es muy importante, más que nada para que puedan salir a la calle sin sufrir.
Filofobia: fobia al compromiso
Sí, el miedo al compromiso tiene nombre, al menos cuando se convierte en algo irracional que impide el transcurso normal del día a día del afectado.
Se trata de la filofobia, una fobia que provoca una gran ansiedad ante la posibilidad de enamorarse o estrechar lazos con alguien. Suele deberse a experiencias traumáticas previas, como un divorcio, una relación de pareja que terminó de forma dolorosa o falta de apego durante la infancia.
Sin embargo, no debe confundirse con la excusa que utilizan ciertas personas cuando no les apetece comprometerse con una pareja concreta. Eso puede tener muchos nombres, pero nunca filofobia.