A pesar de ser algo totalmente natural y necesario para la supervivencia humana, el sexo ha sido y sigue siendo en algunos contextos un tema tabú, por lo que se ha generado en torno a él un desconocimiento que ha dado lugar a muchísimo falsos mitos.
Afortunadamente, algunos, como el de quedarse ciego por la masturbación, están (casi) desmentidos totalmente, pero aún siguen existiendo otros cuya creencia se mantiene entre la mayoría de la población, ya sea por desconocimiento o porque, simplemente, prefieren creerlo así.
Por eso, muchos investigadores se han lanzado a desmentir estas creencias con la ciencia en la mano; ya que, como ocurre en otros muchos temas, es la mejor forma de acabar con mitos arraigados durante años.
La eyaculación femenina es antinatural
Hay quién considera la eyaculación femenina un arte, sólo reproducible por actrices porno y otras profesionales del sexo.
Sin embargo, varios estudios al respecto han demostrado que, si bien es cierto que no todas las mujeres llegan a conseguirlo, se trata de algo natural, que en la mayoría de ocasiones tiene lugar sin esfuerzo ni técnica, justo después del orgasmo. Entonces, ¿por qué parece algo tan extraño?
Parece ser que hay dos razones que lo explican. Por un lado, no se trata de una eyaculación tan "explosiva" como la masculina, por lo que muchas mujeres pueden tenerla y ni siquiera ser conscientes de ello, al confundirlo con sus propios fluidos vaginales. Por otro, según explica la sexóloga Deborah Sundahl en su libro Female Ejaculation and the G Spot, al preguntar en clase a sus alumnas quiénes han sentido alguna vez unas ganas intensas de orinar durante un encuentro sexual o justo al terminar, un 60% de ellas contestaron afirmativamente.
Esto explica que muchas mujeres corten el acto de eyaculación, pues consideran algo sucio sentir ganas de orinar durante el sexo.
Ahora bien, ¿qué ocurre si se deja fluir? Según estudios recientes, muchas mujeres no sólo emiten pequeñas cantidades de orina justo después del orgasmo, sino que otras pocas también secretan pequeñas cantidades de antígeno prostático específico, una sustancia presente en el eyaculado masculino que, en el caso de las mujeres, es producido por las glándulas de Skene, a las que podría considerarse como la próstata femenina.
Los más altos tienen el pene más grande
Existen muchas supuestas reglas sobre la relación entre el tamaño del pene y otras partes del cuerpo. Desde la famosa regla de la L, hasta la correlación con el tamaño de los pies, son muchas las normas que han existido al respecto y, curiosamente, muchas se contradicen entre ellas, diciendo mucho de su credibilidad.
La regla de la L afirma que los hombres pequeños tienen miembros más grandes, y viceversa, mientras que también hay quién afirma que el tamaño del pene es directamente proporcional a la altura y el tamaño de los pies.
Con el fin de comprobar si esto era cierto, en 2002 se publico en British Journal of Urology un estudio en el que se analizaba si existe alguna correlación al respecto, concluyendo que no se podía establecer ningún vínculo entre ambos factores.
Por otro lado, en 2015 la misma revista publicó un nuevo estudio en el que se analizaba el tamaño del pene de hombres de diferentes partes del mundo, con el fin de comprobar si las creencias existentes al respecto eran ciertas.
Como resultado, se derribó también este mito, pues se comprobó que, si bien el tamaño medio mundial del miembro flácido era de 9'16 centímetros, el de Nigeria era de 8'16, el de Jordania de 9'3 y el de Alemania de 8'6, de modo que no existían diferencias remarcables entre personas de piel blanca o negra, como se suele creer.
Antes del deporte perjudica al rendimiento
Desde tiempos de Platón han sido muchos los pensadores, deportistas y científicos que han asegurado que practicar sexo justo antes del deporte perjudica al rendimiento.
Tanto es así que muchos preparadores físicos prohíben tajantemente a sus deportistas pasar un buen rato con sus parejas antes de una jornada importante, aunque algunos profesionales del deporte prefieren nadar a contracorriente, como el futbolista Ronaldinho, que en 2013 aseguró en una entrevista en la revista Playboy que suele tener sexo antes de casi todos sus partidos. Pero, entonces, ¿quién tiene razón? ¿Los antiguos pensadores griegos o Ronaldinho?
Con el fin de contestar a esta pregunta, un equipo de investigadores de la Universidad de Florencia publicó en Frontiers of Psychology un estudio en el que analizó los nueve trabajos publicados sobre el tema en los últimos sesenta años.
Como resultado, concluyeron que los datos en los que se basaban estos estudios eran meras anécdotas y que no tenían rigor suficiente para afirmar que haya una influencia negativa del sexo sobre el rendimiento deportivo.
Sin embargo, tampoco podían asegurar lo contrario. Sí que es verdad que puede tener influencias positivas a nivel psicológico y que, lógicamente, un ejercicio sexual muy intenso puede mermar las fuerzas de cara a un esfuerzo deportivo.
Por lo tanto, un poco de sexo ligero puede ayudar a afrontar el deporte con ánimo positivo y, ¿quién sabe? Puede que también mejore el rendimiento. Al fin y al cabo, Ronaldinho está considerado como uno de los mejores futbolistas del mundo.
El himen sólo se rompe en el primer coito
El himen es una pequeña membrana que se esconde en la entrada de la vagina y que, al no tener ninguna función conocida, se ha asociado cultural e históricamente a la pureza y la virginidad.
Tal es esta asociación que para algunas culturas supone una lacra horrible que una mujer llegue al matrimonio sin él; pero, en realidad, son otras las muchas razones por las que puede romperse, más allá del sexo.
De hecho, se han dado casos de roturas practicando ejercicio, tras una caída, con la introducción de tampones o, simplemente, por mera casualidad. Desde luego, las que se hayan visto en esa situación se han ahorrado un mal rato en su primer encuentro sexual, de eso no cabe duda.
Una vagina grande indica promiscuidad
Hay quien afirma que después de mantener un coito con un hombre con el tamaño del pene por encima de la media, las dimensiones de la vagina se agrandan, siendo cada vez mayores cuanto mayor es el número de encuentros.
Sin embargo, según afirma la doctora Sari Locker en su blog sobre educación sexual, los músculos de la vagina se ensanchan en este tipo de relaciones, pero justo después vuelven a su tamaño original, sin cambios permanentes.
Además, según un estudio publicado en 2006 en Human Reproduction, en el que se analizaban por resonancia magnética las vaginas de un grupo de 28 mujeres, el número de encuentro sexuales no tenía nada que ver con el tamaño, por lo que este mito no se sostiene.