Una de las pruebas más sencillas y comunes a las que una persona se somete a lo largo de su vida es la analítica de orina, que puede detectar todo tipo de anomalías, desde afecciones renales hasta infecciones, pasando por embarazos e intoxicaciones por drogas.
De todos estos trastornos, las que más comúnmente se tratan de diagnosticar con estas pruebas son las infecciones del tracto urinario, un trastorno tan común en mujeres que el 50% de ellas lo padecerán en algún momento de su vida.
Pasos a seguir
El primer paso para analizar una muestra de orina consiste en introducir en ella una tira reactiva, que cambiará de color en base a los niveles de parámetros como el pH o los niveles de sangre, glóbulos blancos o nitritos, entre otros.
La presencia de estos tres últimos puede indicar infección pero para corroborarlo y, sobre todo, para seleccionar el tratamiento adecuado se envía la muestra a un laboratorio en el que se llevará a cabo un cultivo que propiciará el crecimiento de las bacterias que hayan podido causar dicha infección.
Como las resistencias a antibióticos son cada vez más frecuentes, estos microorganismos se someten a un proceso conocido como antibiograma, en el que son tratados con un gran número de antibióticos diferentes, con el fin de comprobar a cuáles son resistentes y a cuáles son más sensibles, esclareciendo así cuál será el mejor tratamiento para el paciente.
Inspección visual
Incluso antes de introducir la tira reactiva en la muestra es posible llevar a cabo una inspección visual que ya de por sí puede aportar muchos datos sobre la salud de la persona.
La apariencia y, sobre todo, el color de la orina pueden variar por la presencia de factores como enfermedades o consumo de ciertos medicamentos, alimentos y bebidas.
De hecho, se trata de cambios que todo el mundo puede apreciar al ir al baño y que, en ocasiones, pueden activar alarmas innecesarias por desconocimiento sobre las causas que los provocan.
Centrando la atención en el color, éstos son algunos de los datos que puede aportar:
Amarillo oscuro: la orina es normal, pero está demasiado concentrada, por lo que sirve como aviso de la necesidad de beber más agua para prevenir problemas derivados de la deshidratación.
Ámbar o color miel: la concentración es aún mayor que en el caso anterior, por lo que los síntomas de la deshidratación pueden ir empezando a aparecer.
Marrón: puede indicar aún más deshidratación, pero también puede deberse a otras causas; algunas leves, como el consumo de fármacos laxantes o antibióticos o de alimentos como las judías, y otras más preocupantes, como los trastornos hepáticos.
Rojo o rosa: de nuevo este color puede estar asociado a distintos niveles de gravedad. Por un lado, puede deberse a la toma de alimentos rojizos, como los arándanos o la remolacha pero, por otro, también puede indicar presencia de sangre en la orina, algo que puede deberse a trastornos fácilmente tratables, como las infecciones de orina, o a otros más graves, como algunos tumores. Además, esta coloración también puede indicar una intoxicación por mercurio.
Verde: este color, tan anómalo en la orina, puede deberse a muchísimos factores, siendo los más comunes el consumo de alimentos como los espárragos o algunos medicamentos, como antibióticos y complejos vitamínicos. De hecho, esta coloración es muy común en las personas veganas, que deben complementar su dieta con B12, una vitamina cuyo exceso se secreta en la orina, pigmentándola de este modo. Sin embargo, el verde también puede indicar trastornos como la infección urinaria o una rara enfermedad genética, por lo que en caso de que persista será necesario acudir a un médico.
Azul: este color es bastante poco frecuente en la orina, pero puede estar asociado a un exceso de calcio o al consumo de fármacos que contengan azul de metileno en su composición.
Naranja: al seguir en la línea de tonalidades del amarillo, el naranja también podría indicar poca hidratación; pero, además, se relaciona con patologías hepáticas o algunos factores inocuos, como el exceso de vitamina C o el consumo de alimentos ricos en carotenoides, como la zanahoria.
Morado: en este caso, bastante menos común, la coloración puede indicar que el paciente tenga porfiria, esa curiosa enfermedad que dio lugar a la leyenda de Drácula.
Por lo tanto, son muchas las causas que pueden cambiar el color de la orina y la mayoría de ellas no revisten ningún tipo de enfermedad. Sin embargo, en caso de duda o persistencia del color sería necesario consultar a un especialista, por si se tratara de un sabio aviso del organismo.