"Si pudiera, Cristian dormiría sobre su tabla de surf". Con estas palabras define Mercedes Fernández de la Mora a su primo, un joven de 30 años ingresado en el Siloam Hospital de Bali tras recibir un diagnóstico de leucemia hiperleucocitósica aguda el pasado 18 de junio, cuando acudió a otro centro hospitalario -Sanglah Hospital- por una persistente hemorragia en la nariz que no conseguía detener.
Cristian Bosco tiene doble nacionalidad hispanomejicana. Aunque nació en Puerto Vallarta, es hijo del también aficionado al surf Juan Bosco de la Mora, santanderino. Su madre también es española, aunque llevan años residiendo en el país americano. Sus visitas a nuestro país son frecuentes. De hecho, el joven tenía previsto venir a trabajar al pueblo de su familia, San Vicente de la Barquera, cuando cumpliera uno de sus sueños, recorrer Indonesia en busca de las mejores olas. La escuela de surf Buena Onda le esperaba como profesor como años anteriores.
Con lo que no contaba Cristian era con que su salud, lo primero y la burocracia, después le iban a poner difícil regresar a su tierra. Y no se trata de un capricho. La vida de este joven está en peligro. La leucemia que padece requiere de inmediato de un trasplante de médula y en su hospital de Bali no le dan opción a hacérselo. Lo que los médicos le han indicado es que tiene que trasladarse a un lugar donde ésta sea una opción. La alternativa más cercana es Singapur, pero él quiere ser tratado en España. En concreto, en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander.
Para lograrlo, Cristian necesita dinero y no una cifra pequeña. Un avión medicalizado, que es el medio de transporte que sus médicos han estimado que necesita -el joven está débil y sólo mejora esporádicamente cuando le ponen las transfusiones de las que depende actualmente para sobrevivir- cuesta aproximadamente 180.000 euros. La familia ha aportado ya 30.000 euros y han puesto en marcha un crowdfunding para recopilar el resto que, en estos momentos, lleva casi 30.000 euros.
Pero ésta no es la única vía abierta para ayudar a Cristian. El Diario Montañés y la Fundación La Caixa han abierto una cuenta para que cualquier persona pueda contribuir a la causa. El primero en formalizar su donación ha sido el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que también ha anunciado en su Facebook que en la tarde de este lunes "habrá noticias" sobre el joven. Según el periódico regional, la madre de Cristian había intentado esta mañana pedir un préstamo en un banco, que le había sido denegado.
Seguro de viaje
Lo peor de la situación es que nunca se tendría que haber llegado hasta aquí. Como persona acostumbrada a viajar, Cristian había contratado un seguro de viaje. En concreto, con la aseguradora Trawick International, con la que este diario no ha logrado ponerse en contacto.
Así, según la familia, el seguro cubría el traslado al país de regreso del titular. En el caso de Cristian, España y, en concreto, Santander.
Según cuenta Mercedes Fernández, la comunicación con el seguro fue difícil desde el principio. En un primer momento, lo gestionó el propio Cristian y el amigo que le acompañaba, Ignacio León, un argentino que "se ha portado muy bien". Pero pronto la situación se complicó y se tornó en una versión surfera de El proceso de Kafka.
Empezaron a pedir documentos y a alegar todo tipo de cláusulas para no trasladar a Cristian a Santander. Su prima, que residen en Londres y domina el inglés, se hizo cargo del asunto para intentar agilizar las gestiones.
Opciones insatisfactorias
La primera oferta de la aseguradora fue trasladar a Cristian en vuelo comercial -algo contraindicado por sus médicos ya que supondría un viaje de casi 20 horas vía Dubai y sólo le cubriría la llegada a Madrid-. La familia se negó y esgrimió la indicación facultativa de que su viaje tenía que ser en un avión medicalizado.
Por fin, este domingo les ofrecieron una solución que, sin gustarles del todo, estaban dispuestos a aceptar. Una ambulancia aérea trasladaría a Cristian a un hospital de Singapur, el país de la zona "con mejor sanidad" y donde el joven sí podría someterse al tratamiento.
Sin embargo, a horas de producirse dicho traslado -a las 11,20-, la comunicación con el seguro cesó. Mercedes comenta que dejaron de contestarle el teléfono y que, tras muchos intentos, se remitieron a un "hay que estudiar la situación". Una evaluación que no se pueden permitir el lujo de esperar. "Aunque le están manteniendo con transfusiones, cada vez está peor y ya ha sufrido una insuficiencia renal como causa de las mismas y también está en riesgo de que colapsen sus pulmones", señala su prima, a la que ni siquiera han asignado un interlocutor concreto para tratar un caso tan grave. "He hablado con Set, Lewi, Karla y un Carlos, ningun me daba el apellido", resume.
En cualquier caso, tampoco sería la solución idónea. "El coste máximo de tratamiento que cubre el seguro es de 50.000 dólares y a eso se llega en seguida en las terapias oncológicas", resume Mercedes, que apunta a que el seguro ya ha recibido la carta del hospital santanderino aceptando el ingreso de Cristian en el mismo momento que aterrice en Santander.
Una ola de solidaridad
Mientras pasan las horas y el estado del joven surfero empeora, ha quedado de manifiesto que Cristian es un joven muy querido. Al saberse la situación, se trasladó a Bali su tía Mariluz y su amigo Nahum López Sánchez. Según cuenta a EL ESPAÑOL Elena, mujer de este último, sus padres le llamaron porque no se sentían preparados para afrontar la situación allí, entre otros motivos por el idioma. "Nahum ha sido profesor en la escuela con Cristian y hemos viajado juntos muchas veces; son amigos hace 10 años y conocíamos a su familias".
Elena comenta que la impresión de su marido es que el joven está "animado", sobre todo "desde que les vio llegar", pero que tienen "muchas ganas de llegar a España". En Facebook, el crowdfunding para financiar su regreso está siendo muy difundido, por asociaciones de surf y otras escuelas.
Todo por intentar que Cristian llegue a Santander, se cure y pueda volver a dar clases de surf en la escuela del pueblo cántabro. Después, quién sabe, cumplir su otro sueño, que han contado a este diario algunos de sus amigos: montar un surf camp en un pequeño terreno que adquirió en Nicaragua.