Inconscientemente, dejamos a nuestro paso huellas casi invisibles de nuestra identidad genética en forma de restos de piel, saliva, pelo, sangre u otros fluidos corporales. Bastan pequeñas cantidades de estas sustancias para obtener las muestras de ADN necesarias para que un análisis nos delate como sus dueños.
El popular cantante Julio Iglesias ha sido el último en comprobar las implicaciones que puede tener este rastro. Según ha explicado el abogado de Javier Sánchez Iglesias, quien reclamaba la paternidad del artista, en declaraciones a El programa de Ana Rosa, los detectives privados contratados por el jurista obtuvieron el ADN del cantante para las pruebas de paternidad de la basura. Después de que el estudio haya dado un resultado del 99,99 %, Javier Sánchez podría ser reconocido como hijo de la estrella por un juez.
Ya se tratase de la saliva que Julio Iglesias (o alguno de sus retoños legítimos) dejó en un tenedor de plástico o en un cigarrillo, este tipo de vestigios biológicos pueden ser utilizados por la policía e investigadores para resolver un caso. Aunque el origen de la muestra de ADN pueda parecer extraño, lo cierto es que hay muchos otros lugares insólitos donde puede encontrarse material genético humano.
Una billetera repleta
Aunque el dato más asombroso de un estudio realizado en 2014 revelaba que un billete como los que llevamos habitualmente en la cartera puede contener más de 3.000 especies de bacterias (incluyendo cientos de ellas que todavía no han sido identificadas), el trabajo también demostró que el papel también presenta en su superficie ADN humano.
Sobres bien cerrados
El método habitual que utilizamos para cerrar las cartas que enviamos (depositar saliva en la pestaña antes de sellar el sobre) requiere que dejemos un revelador rastro sobre el papel. En 2003, la policía estadounidense se aprovechó de ello para descubrir a un presunto asesino. Enviaron a John Nicholas Athan, el supuesto criminal, una carta falsa, que contenía un sobre para responder, invitándole a participar en una acción colectiva.
Cuando recibieron su contestación, los agentes pudieron analizar el ADN de la saliva que Athan había dejado en el sobre para inculparle. El Tribunal Supremo del Estado de Washington determinó que los investigadores podían utilizar aquella prueba, pues una vez enviada la carta, esta pasa a ser propiedad del destinatario.
Los ingredientes secretos del polvo
Lo cierto es que el polvo que se acumula en repisas y rincones de nuestras casas no está integrado en su mayor parte por piel humana, como se apunta en algunas ocasiones. No obstante, entre las micropartículas, restos de insectos, comida (sobre todo en la cocina) y la suciedad, se encuentra un pequeño porcentaje de células de la epidermis humana con su correspondiente ADN.
Armas arrojadizas que delatan
Las piedras u otros objetos que recogemos del suelo también quedan recubiertos por retazos de nuestro material genético susceptibles de ser utilizados para identificarnos, como bien demuestra otro caso resuelto en Reino Unido. Cuando un ladrillo golpeó la cabina de su camión al pasar debajo de un puente, el conductor, Mickey Little, sufrió un ataque al corazón que le provocó la muerte.
La policía encontró restos de ADN en el arma arrojadiza que coincidían con las halladas en un coche abandonado cerca del lugar de los hechos. Aunque los investigadores no pudieron identificar de inmediato al culpable, ya que su ADN no estaba en la base de datos criminal, sí dieron con una coincidencia parcial con quien probablemente sería un familiar del agresor. Siguiendo las pistas, lograron encontrar al sospechoso, cuya sangre se analizó para comprobar que su ADN coincidía con el del ladrillo. Esta fue la primera vez que se halló a un culpable por las muestras de ADN de un familiar.
Bordes de pizza con mucha información
No es rara la costumbre de abandonar los bordes de la pizza que acabamos de comer sobre el plato, después de haber dado buena cuenta de las partes repletas de ingredientes. En 2010, un equipo de detectives estadounidenses utilizó estos trozos dejados por uno de los comensales de un restaurante para analizar el ADN de la saliva que este dejó en ellos sin darse cuenta. Las pruebas revelaron que se trataba de Grim Sleeper, un asesino en serie que había aterrorizado a las mujeres del sur de California entre 1985 y 2007.
Salchichas con raros componentes
En el 2015, la startup estadounidense Clear Labs utilizó herramientas genómicas para descubrir los ingredientes secretos de los alimentos que consumimos habitualmente. En uno de sus estudios, analizó 354 perritos calientes y salchichas de 75 marcas diferentes. Después de la ya conocida abundancia de carne de caballo en productos cárnicos, no resulta extraño que se encontrase ADN de cerdo o de otros animales, incluso en artículos que supuestamente eran vegetales. Pero, además, un 2 % de las muestras contenían ADN humano.
A pesar de que diferentes expertos pusieron en duda la metodología de Clear Labs, lo cierto es que la presencia de ADN de personas en los alimentos no es algo tan raro. Los productos son manipulados por los trabajadores de las fábricas, donde pueden dejar en ellos restos de piel muerta o cabello, entre otros vestigios biológicos. No obstante, su presencia en un porcentaje tan ínfimo no conlleva ningún riesgo para la salud.
Cuidado con tu ropa interior
Cuando Ann Chamberlain-Gordon, una ciudadana estadounidense, comenzó a sospechar que su marido le era infiel, decidió comprobarlo por sí misma. Trabajaba en el laboratorio forense de la policía en Lansing, Michigan, así que llevó una muestra de la ropa interior de su pareja para analizarla. De esta manera, encontró ADN de otra mujer, un hecho que utilizó como prueba en uno de los juicios de divorcio que protagonizó el matrimonio algún tiempo después.
¿El problema? Lo que había hecho la despechada esposa era ilegal, pues había utilizado el equipo oficial del estado para llevar a cabo pruebas personales sin permiso. Aunque logró deshacerse de su marido, Chamberlain-Gordon fue despedida. En realidad, pudo haber conseguido las pruebas de una forma lícita enviando la ropa de interior de su marido a la empresa californiana Test Infidelity, especializada en este tipo de casos.
Quizá, a partir de ahora, tanto Julio Iglesias como todo aquel que pueda permitírselo puede hacer lo mismo que Madonna. Cuando sale de gira, la cantante contrata a un grupo de especialistas que se encargan de borrar todas las huellas de ADN que la estrella haya podido dejar en vestidos, cubiertos o muebles y que puedan caer en manos de fans con dudosas intenciones.