Cada mañana, millones de españoles acompañan su desayuno con una taza de café con el objetivo de empezar la jornada con mayor energía, y con menos sueño. La cafeína y la teína tienen efectos estimulantes conocidos, los cuales consiguen que un individuo se sienta alerta y lleno de energía, incluso más feliz, aún tras una noche de poco sueño.
Ahora bien, ¿cómo logra la cafeína producir dichos efectos en el cerebro humano? Según el vídeo de la charla TED-Ed de la investigadora Hanan Qasin, la cafeína es capaz de bloquear las moléculas que inducen el sueño, concretamente bloqueando los receptores de adenosina.
La cafeína en el cerebro
Según Qasim, la adenosina tiene como función iniciar una serie de reacciones bioquímicas que provocan la ralentización de las funciones neuronales, provocando en consecuencia el sueño.
Lo que hace la cafeína es actuar como un antagonista del receptor de adenosina. Es decir, la cafeína bloquea que la adenosina se una a sus receptores cerebrales, ya que ambas moléculas tienen una estructura química suficientemente similar para engañar a estos receptores cerebrales, consiguiendo bloquearlos en lugar de activarlos. Así pues, la cafeína apagaría los receptores, los mismos que serían activados por la adenosina.
Por otro lado, Qasim también tiene explicación para las situaciones donde la cafeína provoca una oleada de energía y felicidad. En algunas neuronas, los receptores de adenosina están vinculados a los receptores de dopamina, un mensajero cerebral que promueve la sensación de placer. Así pues, cuando la cafeína afecta a alguna de estas neuronas, produce el bloqueo de los receptores de adenosina y activa los de dopamina de forma indirecta, ya que la cafeína facilita que la dopamina se una a sus receptores -y la adenosina lo impide-.
En apenas 15 minutos, la cafeína ya empieza a producir estos efectos, a los cuales se asocian otros síntomas corporales como el aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, e incluso de la micción. Excederse con la cafeína también puede provocar insomnio y ansiedad. Sus efectos pueden continuar hasta seis horas.
La adaptación a la cafeína
Asimismo, es bien sabido que el consumo de cafeína puede llegar a provocar tolerancia y dependencia. En otras palabras, cada vez se necesita más cafeína para provocar los mismos efectos, e incluso el organismo puede sentir necesidad por su consumo si se ve privado de la misma.
Esto se produce porque, al bloquear de forma continua los receptores de adenosina, el organismo tiende a fabricar receptores extra para que la adenosina pueda seguir funcionando incluso con la cafeína compitiendo con ella. Por ello, a largo plazo, el organismo acaba adaptándose al consumo de cafeína y necesita cada vez más, ya que hay más receptores que bloquear.
Sin embargo, dejar la cafeína puede dar lugar a síntomas de abstinencia, pues existen muchos receptores de adenosina que usar y no hay suficientes moléculas para lograrlo. Por ello la privación de cafeína puede provocar dolores de cabeza, cansancio e incluso ánimo depresivo. Dicha dependencia de la cafeína se soluciona en apenas unos días, cuando los receptores extra de adenosina desaparecen.
Así pues, la cafeína provoca un cambio químico a nivel cerebral, interponiéndose en la vía química que da lugar al sueño. Si empiezan a aparecer síntomas de alteración del sueño debidos a la cafeína, es aconsejable reducir e incluso llegar a eliminar su consumo.