El final del verano llegó para muchos. O más bien, el de las vacaciones, que hasta finales de septiembre nos dará una tregua una de las estaciones más queridas. Sin embargo, para muchos toca volver a la rutina laboral, con el llamado síndrome posvacacional planeando sobre sus cabezas. Adaptarse al ritmo anterior cuesta, pero es fácil con una serie de propósitos.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que no todo es síndrome posvacacional. La ciencia tiene su propia fórmula para que lo identifiquemos, gracias a investigadores de la Universidad Metropolitana de Mánchester (Reino Unido). La ecuación, a cuyas variables les asignaremos un valor según el nivel de satisfacción que sentimos, es la siguiente:
(Trabajo + compañeros de trabajo) multiplicado por (facilidad para relajarse + experiencia viajera) menos (buena elección de las vacaciones + relaciones con otras personas), todo ello dividido entre el grado en que se considera que los espacios entre periodos vacacionales son muy largos.
Trabajo, compañeros, relajación y los viajes se puntúan del 1 al 5 (5 es el menor nivel de felicidad); el resto, del 1 al 4 (4 es el más negativo). Cuando más se aleje el resultado de 2, más probabilidades tienes de sufrir el síndrome posvacacional.
El profesor David Holmes, que estuvo al cargo de la investigación que llevó a la ecuación, dio algunos consejos para conseguir que al año siguiente los valores mejoraran. Por ejemplo, no regresar de las vacaciones al trabajo al día siguiente de la vuelta de las vacaciones, que haya algún día en medio para recuperarse del posible cansancio y organizarse antes de la vuelta a la rutina: lavadoras, hacer la compra… También, al volver es mejor deshacer enseguida la maleta que estar viéndola ahí durante varios días y preparar alguna actividad con tus amigos o pareja, como una cena en un restaurante.
Aun así, existen dudas sobre si el síndrome posvacacional existe de verdad. Un estudio realizado en 2010 entre 1530 holandeses concluyó que solo un viaje con mucho relax traía felicidad a la vuelta y que la felicidad entre viajeros y no viajeros a la hora de regresar al trabajo era la misma.
Transición vacacional
Esos días de transición que recomendaba Holmes son uno de los consejos que más dan los expertos para evitar el supuesto síndrome. Además de organizar algo con tu círculo de toda la vida, hay otra serie de rutinas que mejorarán tu estado de ánimo y que incluso puedes dejar planeadas antes de irte de vacaciones. Así, para no aumentar los malos sentimientos en el regreso, cuando salgas de casa haz la cama, limpia la casa o haz la colada, para que tu primera imagen al abrir la puerta no sea la del caos.
Mientras llega el temido día, haz ejercicio o practica algún deporte. Te ayudará a cargar las pilas, a eliminar la ansiedad y a sentirte mejor. Te puede servir pasear bajo la luz del sol, unos 30 minutos diarios a buen paso. Tampoco dejes atrás algunas de las actividades que has recuperado en vacaciones, como leer, visitar algún museo (ahora en tu ciudad) o preparar un rico plato de comida. Hablando de comida: los científicos han investigado sobre cómo esta y la memoria están conectadas; por ello, cocina tu plato favorito de esos días de asueto y compártelo con tus seres queridos, para que así los mejores recuerdos estivales estén presentes.
Intenta que tu vuelta al trabajo sea a mitad de semana: regresas para comenzar los nuevos proyectos, limpiar el correo electrónico y, en menos que canta un gallo, hay un fin de semana de descanso.
Felices sueños (y comida)
En cualquier caso, la angustia o la pena por volver al trabajo pueden seguir ahí, impidiéndonos descansar como es adecuado. Para dormir bien, la ciencia nos vuelve a echar un cable. Alejar las pantallas durante varias horas antes de acostarnos y establecer unos ritmos fijos para ir a la cama son clave para descansar bien y no levantarnos aún más enfadados con nuestra vida.
A la hora de despertarse, hay quien habla de recibir muchos fotones, es decir, una luz fuerte que active en las células del ojo los ritmos circadianos. Abrir la persiana nada más levantarnos o encender la luz del dormitorio si aún es de madrugada son las opciones recomendables.
También hay ciertos alimentos que nos pueden ayudar a mejorar nuestro estado de ánimo, refrendados por los científicos. El cacao puro tiene anandamida, un endocannabinoide que actúa sobre los centros del placer y el dolor en el sistema nervioso. Así, un poco de chocolate nos aporta bienestar y nos ayuda a sentirnos mejor. En definitiva, un chute en nuestro ánimo para volver a la oficina con una sonrisa en la cara. Al igual que buscamos la anandamida en el chocolate, hemos de evitar el alcohol, que puede afectar a tu descanso, como advierten los médicos.
Aunque el mejor de los consejos para afrontar el temido o hipotético síndrome posvacacional es comenzar ya a planear tus próximas vacaciones: según el estudio de los holandeses del que hablábamos antes, preparar esos días ya nos hace mucho más felices. Por tanto, toca hacerse con guías de viaje y empezar a mirar comparadores de precios. Y no hace falta anhelar el próximo verano: una escapada de fin de semana está a la vuelta de la esquina…