El estudio del origen genético de las enfermedades es increíblemente importante para comprender su fisiología y poder prevenirlas, desarrollar terapias destinadas a manejar los síntomas o curarlas. Por ello, desde el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz, del Grupo Quirónsalud, y en colaboración con otras instituciones, un nutrido grupo de investigadores trabaja profundizando en las bases moleculares de enfermedades tanto raras de base genética como de otras más comunes, con el objetivo de trasladar ese conocimiento a la atención clínica de los pacientes.
En el Instituto investigan sobre un amplio rango de enfermedades. “Trabajamos en enfermedades raras no diagnosticadas y los diversos grupos de investigación están desarrollando numerosos proyectos en enfermedades comunes”, explica Carmen Ayuso, directora científica del IIS-FJD y jefe del servicio de Genética Médica.
“Por ejemplo, un proyecto integrado en el que participan varios grupos de investigación del IIS como los del doctor García-Foncillas, el doctor Ortiz y el doctor Rojo, liderados por el doctor J. Egido, y que estudia la relación entre el cáncer y la diabetes”, cita Ayuso. “Un área de gran interés para nuestro grupo en particular son las enfermedades raras oculares, en las que estamos intentando identificar sus causas en los casos en los que aún no se conocen, para así poder buscar posibles tratamientos con terapia génica, por ejemplo”.
Sin embargo, la lista continúa: cardiopatías que puedan causar muerte súbita o miocardiopatía hipertrófica, enfermedades del desarrollo, patologías que conllevan una discapacidad intelectual o enfermedades del feto también están en el punto de mira de estos investigadores que trabajan en busca de respuestas. “Para poder desarrollar herramientas terapéuticas es necesario conocer las bases genéticas de la enfermedad”, señala la doctora.
El estudio de enfermedades raras
Uno de los objetivos del grupo de investigación Genética del IIS de la Fundación Jiménez Díaz es mejorar el conocimiento sobre la epidemiología y las causas de las enfermedades raras. “Aproximadamente una de cada 17 personas de las que nos rodean tiene una enfermedad rara, de base genética”, asegura Ayuso. “En nuestra clase de primaria se sentaba una persona con una enfermedad rara, en la facultad había compañeros con una enfermedad rara, la gente que va con nosotros en el vagón del metro…”. Por ello, seguir investigando sus causas es tremendamente relevante.
“Si hay 7.000 u 8.000 enfermedades raras, nosotros conocemos la causa en unas 5.000”, explica la experta. Sin embargo, tal y como puntualiza, esto no implica que cuando se realiza una prueba diagnóstica y se busca, entre esas causas conocidas, la mutación responsable en una persona enferma, los expertos sean siempre capaces de localizarla. A veces habrá otro gen implicado u otros mecanismos causantes. Por ello, descubrir cada vez más sobre estas patologías es imprescindible para mejorar la calidad de vida de los pacientes y trabajar en el desarrollo de tratamientos.
“Uno de los campos en los que nuestro grupo de investigación y otros científicos están realizando grandes avances es en la investigación de las causas y en el desarrollo de terapias génicas para enfermedades oculares”, destaca Ayuso. “Estamos participando en conocer cuál es la evolución normal de estas patologías, y formamos parte de ensayos internacionales para evaluar si los tratamientos son seguros y eficaces”, añade la doctora. ¿El objetivo? Conseguir retardarlas o frenar su desarrollo.
Además, los investigadores trabajan permanentemente en la búsqueda de soluciones aplicables a este tipo de enfermedades: farmacogenética, terapias farmacológicas y nuevas aproximaciones como la reprogramación celular en iPSC y, en el futuro, la edición genética con herramientas como CRISPR/Cas9, forman parte de los estudios del centro.
“Actualmente ya hay algunos tratamientos por terapia génica que son exitosos”, explica Ayuso. “A lo largo de toda la historia ha habido unos 2.500 ensayos de terapias génicas: un 65% relativos a cáncer y un 15% sobre enfermedades raras”, apunta la experta. Sin embargo, y aunque la aproximación CRISPR es más barata y parece muy eficiente, hay que realizar nuevamente los estudios preclínicos y clínicos que permitan demostrar que son seguros, que no provocan efectos adversos y que son eficaces y sirven para tratar o frenar el desarrollo de estas enfermedades. “Y eso puede suponer 10 o 15 años hasta que llega a los pacientes”, puntualiza.
La asistencia sanitaria
Toda la investigación que realizan estos científicos tiene su aplicación en los hospitales de la Fundación Jiménez Díaz donde se realiza asistencia sanitaria genética. Allí atienden a personas que sospechan que podrían tener una enfermedad de este tipo y les ayudan a saber, gracias a una serie de pruebas, si realmente sufren una patología derivada de una alteración genética. También les explican tanto las implicaciones como las opciones de tratamiento, si las hubiera. Y finalmente los derivan a los profesionales especialistas que hacen el seguimiento clínico del problema en cuestión.
Personas con problemas reproductivos, casos de gestaciones en los que la ecografía fetal u otras pruebas revelan un riesgo o una posible alteración y personas en cuyas familias se han dado casos de cáncer posiblemente hereditario o enfermedades cardiacas familiares o juveniles son solo algunos de los casos de personas que acuden en busca de pruebas genéticas. En ese momento, los especialistas deciden si es factible o no hacer una aproximación genética e intentan localizar posibles genes afectados para confirmar el diagnóstico de determinadas patologías.
El éxito de la investigación
Conseguir resultados científicos relevantes en el campo de la genética no es tarea fácil. Sin embargo, la doctora Ayuso destaca el apoyo que reciben del IIS de la Fundación Jiménez Díaz y del Instituto de Salud Carlos III, lo que les permite conseguir financiación competitiva y gestionarla de forma transparente. Además, la colaboración científica que establecen con otras organizaciones como el CIBER de Enfermedades raras (CIBERER) y también entre científicos, colaborando con investigadores nacionales e internacionales, también es imprescindible para lograr resultados.
Aún así, la directora del Instituto remarca que lo más importante son los pacientes y sus familias: “Lo que hacemos no solo sirve para avanzar en el conocimiento, sino para devolver a la sociedad lo que nos ha dado en recursos económicos para poder investigar, a través de sus impuestos. Si no tuviéramos el apoyo y el estímulo de los pacientes y sus familias, nuestro trabajo no tendría sentido”.