En España se diagnosticaron 6.632 casos de cáncer de la cavidad oral y la faringe en 2014. No es uno de los tumores malignos más frecuentes, pero ocupa una respetable décima posición. Sin embargo, hace cuatro años se habló de él la sección de celebrities de todos los periódicos; la razón: el actor Michael Douglas culpó en The Guardian al sexo oral del cáncer de garganta que le habían diagnosticado hace tres años.
Fue ahí cuando se empezó a visibilizar un problema que ha alcanzado cotas alarmantes en países como EEUU y ha aumentado en España, según confirma a EL ESPAÑOL Laia Alemany, investigadora del Instituto Catalán de Oncología (ICO). Porque el cáncer orofaringeo es uno de esos tumores cuyos factores de riesgo están muy identificados pero, si hace años, se culpaba de todos ellos sobre todo al tabaco y al alcohol, pronto entró en juego un tercer agente causal: el virus del papiloma humano (VPH), el mismo que puede causar cáncer de cuello de útero a las mujeres. Y se trata de un patógeno que se adquiere sobre todo con la práctica de felaciones o cunnilingus.
El microbio se acopla en la garganta en forma latente y, con el tiempo, puede evolucionar a lesiones cancerígenas. Aunque tener el VPH no es sinónimo, ni de lejos, de sufrir un cáncer orofaríngeo, hasta ahora poco se sabía sobre el perfil de estas personas. Por esta razón, es interesante el estudio que se acaba de publicar en Annals of Oncology que define a los grupos de riesgo de infección oral por VPH oncogénico (no todos los tipos de VPH aumentan el riesgo de cáncer).
"Lo interesante no son tanto las conclusiones particulares, sino el algoritmo de clasificación que crean; es muy novedoso en la aproximación", comenta Alemany.
Dime qué haces y te diré tu riesgo
Así, el trabajo respondería al enunciado: "Dime qué haces y te diré cuál es tu riesgo de tener VPH en la garganta y un posterior cáncer". La metodología utilizada por los investigadores de la Johns Hopkins University de EEUU fue el análisis de datos de 13.089 participantes de entre 20 y 69 años que habían respondido a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) de EEUU. A todos ellos se les había hecho una prueba para ver si tenían el patógeno en la garganta y los datos se cruzaron con las estadísticas de prevalencia y muerte de este tipo de cáncer en EEUU.
Los resultados de la investigación demostraron algunas cosas que ya se sabían, como que los hombres tienen mucho más riesgo que las mujeres de presentar VPH en la garganta y otras que no se conocían tanto. Así, el grupo poblacional que más riesgo tenía de desarrollar un cáncer de garganta asociado a la presencia de VPH eran los hombres que fumaban y habían tenido más de cinco compañeras sexuales en su vida a las que habían practicado sexo oral.
El que menos, las mujeres que sólo habían practicado sexo oral una o ninguna vez en su vida y tampoco fumaban. Incluso las que consumían nicotina tenían riesgo bajo y siempre inferior hasta a los hombres más castos.
Sin embargo, el riesgo de cáncer orofaríngeo sigue siendo muy bajo, según los autores del estudio. Sólo un 0,7% de los varones desarrollarán este tipo de tumor a lo largo de su vida, un riesgo mayor al escasísimo 0,4% de las mujeres.
Pero, ¿por qué es más peligroso el sexo oral para los hombres que para las mujeres? Según Alemany, se barajan varias hipótesis. La primera es que las mujeres están, de alguna forma, más acostumbradas a la presencia del virus en la cérvix, por exposiciones previas. Por esta razón, es más fácil que desarrollen respuesta inmunológica frente al patógeno en la garganta.
Otra posible explicación es que la infección del epitelio genital masculino sea menos eficiente que la del femenino, que tendría más facilidad para ingresar en la garganta de quién lo consume.
¿Y ahora, qué?
A pesar de lo interesante de estos nuevos hallazgos, el estudio tiene pocas consecuencias prácticas. Una de los objetivos de identificar a los grupos de riesgo de distintos tipos de cáncer es la llamada prevención secundaria, consistente en detectar los tumores cuando están en un estadío tan precoz que sus posibilidades de curación se multiplican. Es lo que se busca con los cribados de cáncer de mama -con las mamografías se pueden detectar lesiones que escapan a la autoexploración- o de cuello de útero -con las citologías se localizan lesiones precancerosas que, extirpadas con éxito, ahuyentan al cáncer-.
Sin embargo, tal y como subraya Alemany, aún no se ha encontrado una forma de localizar las lesiones preneoplásicas en la garganta, aunque se sospecha que han de existir. "No se sabe cuáles son", comenta. Así, como resaltan también los autores del estudio, una estrategia de cribado generalizado frente a este tipo de cáncer -ni siquiera frente a la presencia del virus- no tendría sentido, teniendo además en cuenta la baja prevalencia de la enfermedad.
"La tendencia es a optimizar biomarcadores que puedan diagnosticar precozmente esta patología, en ello estamos en muchos grupos de investigación", concluye la científica.
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