El alcoholismo arrastra consigo de forma diferente a hombres y a mujeres. Todavía es una enfermedad predominantemente masculina en el mundo, pero lo es por motivos sociales y culturales de acceso al alcohol. La triste realidad es que los casos se van acercando a la paridad. Y cuando la adicción se presenta, ellas tienden a incrementar el consumo más rápidamente que los varones, así como a sufrir un mayor riesgo de recaídas provocadas por situaciones de ansiedad y estrés.
Los investigadores que han observado esta prevalencia diferente de síntomas según el género en trastornos como la adicción sospechaban de alguna responsabilidad inherente de las hormonas sexuales. El motivo es su capacidad de incidir sobre el mecanismo de neurotransmisión dopaminérgica (DA) mediante el cual el organismo pone en circulación la dopamina para premiar una conducta que interpreta como beneficiosa, produciendo sensación de bienestar y, en mayores dosis, euforia.
Hay sustancias capaces de piratear el DA, tales como el chocolate y su famosa virtud de provocarnos un chute de ánimo y satisfacción incluso cuando estamos de bajón. Pero el alcohol y las drogas alteran también este mecanismo provocando dependencia. Según arroja un estudio de la Universidad de Illinois en Chicago (EEUU) que publica PLOS ONE, hay un momento que deja especialmente vulnerables a la mujer a la adicción: los picos de estrógeno que se producen de forma natural durante el ciclo menstrual.
Los investigadores enfocaron su trabajo en el centro de recompensas del cerebro, el área ventral tegmental (VTA) que alberga las neuronas responsables de desencadenar la DA cuando son estimuladas. Modelos animales habían demostrado que el alcohol activa una respuesta por parte del VTA, pero faltaba por descubrir el vínculo entre ambos. El equipo partía de la hipótesis de que un estrógeno, el estradiol, jugaban ese papel.
Para comprobarlo seleccionaron varios ejemplares de ratones hembra en distintos momentos de su ciclo estrio, el equivalente veterinario al ciclo menstrual en las mujeres. Parte de las ratoncitas había alcanzado el diestro, el estado previo a la ovulación en el que los niveles de estrógeno son más altos. El otro grupo ya estaba en estro, el momento de ovular en el que las concentraciones de la hormona son diez veces menores.
A las roedoras les fue extirpado la VTA, laminado y mantenido con vida en cámaras controlado. Se midió mediante electrodos la actividad de cada neurona transmisora de dopamina. A continuación se regó la cámara con un alcohol, el etanol. La actividad neuronal de las ratonas en diestro se incrementó el doble que las que estaban en estro.
El siguiente paso consistía en bloquear los receptores de estrógeno en las neuronas de la VTA sensibles a la dopamina en ratonas en ambas etapas. El efecto fue que la respuesta al estímulo alcohólico durante el diestro se había reducido a los niveles del estro, mientras que en ese periodo el bloqueo no presentaba ningún efecto apreciable.
¿Qué implica para las mujeres?
"Cuando los niveles de estrógenos están altos, el alcohol resulta mucho más gratificante" - explica la investigadora jefe, Amy Lasek. "Las mujeres serían más vulnerables a los efectos del alcohol o más propensas a un consumo abusivo en las fases de su ciclo en los que los niveles de estrógeno son más altos". En una bebedora habitual, serían los días en los que "buscaría proactivamente" el alcohol.
En una mujer con un ciclo regular de 28 días y menstruaciones convencionales, los niveles de estrógeno se incrementarán a partir del cuarto día. Su función es la de desencadenar procesos como la segregación de mucosa cervical que facilite el tránsito del esperma y el aumento el nivel de hormona luteinizante (LH). En torno al décimo día después de haber terminado con la regla, el catorce del ciclo, los estrógenos y la LH habrán alcanzado el pico y se producirá la ovulación.
Inmediatamente después los niveles de estrógenos y de LH irán remitiendo para ser sustituidos por otras hormonas como la progesterona. Pero es en esta fase, que coincide con la ovulación y que equivaldría a la mitad del ciclo según la regularidad de la mujer, cuando el riesgo de engancharse al alcohol es más severo. Además, son días fértiles, algo que se ha asociado al aumento de la líbido. Un factor euforizante que contribuiría a bajar la guardia en actividades sociales y lúdicas en las que las bebidas alcohólicas estén presentes.
"La respuesta de recompensa incrementada al alcohol que observamos cuando los niveles de estrógeno son altos tiene como intermediarios a los receptores de estrógeno en la VTA" - explica otro investigador, Mark Brodie. "En las mujeres, esto implica que el consumo excesivo de alcohol [binge drinking] modifica más rápidamente su cerebro. Deben ser cuidadosas y ser conscientes de que a veces pueden estar inconscientemente bebiendo de más porque el área de su cerebro relacionada con el alcohol y la recompensa está respondiendo con fuerza".