Esta noche aproximadamente 36 segundos antes de que empiece 2018, millones de españoles se congregarán frente al televisor y empezarán a comerse 12 uvas. Esta tradición, que parece antiquísima pero no tiene más de 135 años -o 108, según las versiones- es muy poco recomendable para los niños, que también suelen participar en ella, como ha advertido el vicesecretario general de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC), Raimundo Gutiérrez Fonseca.
El experto ha recordado que esta fruta es la tercera causa más frecuente de atragantamiento en los menores de seis años, como demostró este mismo año un estudio publicado en la revista Nursing Children and Young y como también se recalcó el año pasado en una serie de casos expuestos en Archives of Disease in Childhood.
Para evitar accidentes que pueden hacer acabar el año de la peor de las maneras, los otorrinos proponen una serie de medidas. La más curiosa, es que los más pequeños las tomen a destiempo. Mientras que los adultos tragaremos las uvas al son de las campanadas, es decir, en un periodo aproximado de 36 segundos, hay quien aboga por alargarlo al minuto; es decir, dar cinco segundos de tiempo para ingerir cada pequeño fruto.
Además, Gutiérrez Fonseca recomienda -en caso de no poder evitar que los niños participen de la fiesta- modificar la forma de las uvas, cortándolas en varios trozos y quitándole la piel y las pepitas para, así, evitar un episodio de aspiración.
A pesar de ser un alimento, a primera vista, inofensivo, las uvas tienen un tamaño similar al de la glotis. "Son frutas ovaladas, relativamente moldeables y con una piel suave y resbaladiza, por lo que puede deslizarse en la boca del niño de forma involuntaria, sin ser masticada, y actuar como tapón en las vías aéreas, impidiendo la respiración", explica el otorrinolaringólogo.
La mayor parte de los atragantamientos infantiles se producen en niños menores de dos años. "Es en esta franja de edad cuando aún no tienen los dientes desarrollados, el sistema deglutorio del niño es inmaduro y la posibilidad de que una parte de un alimento o cuerpo extraño pase a la vía respiratoria es más alta. Sin embargo, no siempre sucede así y puede producirse un deterioro del estado respiratorio que, en ocasiones, puede desencadenar en neumonía, enfisema pulmonar, algunas infecciones o, incluso, la muerte", comenta Gutiérrez.