La ansiedad es una mala compañera de viaje en la vida de una persona. Los que la sufren lo saben; pero, dentro de lo que cabe, también tiene sus partes buenas. Al fin y al cabo, si algo tan desagradable ha calado tan hondo en nuestra especie es porque tiene un fin evolutivo claro: la huida ante el peligro.
El problema es que a veces se conciben como peligrosas situaciones que realmente no lo son: desde un examen hasta un dolor de muelas. Y precisamente en temas de salud es dónde puede ser beneficiosa la ansiedad. Un buen ejemplo de ellos son las conclusiones del estudio que acaban de publicar recientemente en la Revista Clinical Research in Cariology el profesor Karl-Heinz Ladwig y su equipo de investigadores de la Universidad Técnica de Munich.
Según sus resultados, las personas con problemas de ansiedad acuden antes que el resto en busca de ayuda médica después de sufrir un ataque al corazón. Y eso, lógicamente, puede ser esencial para salvar su vida.
Para la realización del estudio, estos investigadores se basaron en los historiales de 619 pacientes que habían sufrido un infarto agudo de miocardio. De todos los participantes, el 12% sufrían también un trastorno de ansiedad generalizado, por lo que podía comprobarse si existían diferencias remarcables en su reacción después del ataque.
La diferencia más relevante estaba dentro de las mujeres estudiadas, pues las que sufrían ansiedad acudieron a urgencias un promedio de 112 minutos después del ataque, mientras que las que no padecían este trastorno lo hicieron casi dos horas después.
Los hombres no mostraban una desigualdad tan marcada, pero también dieron lugar a resultados diferentes, ya que existía una diferencia de 48 minutos en la búsqueda de ayuda entre ambos grupos.
Ni qué decir tiene que un exceso de ansiedad puede favorecer la aparición de trastornos cardiovasculares; pero, paradójicamente, ésta puede generar un aumento de la supervivencia.
Los resultados de estos investigadores deben ser tenidos en cuenta especialmente por los trabajadores sanitarios; ya que en algunas ocasiones, especialmente si el paciente es conocido y reincidente, se le resta importancia a su sintomatología por miedo a que se trate de somatización.
Al fin y al cabo, casi nadie busca ayuda médica por nada y comprobarlo a conciencia puede ayudar a salvarle la vida.