Las resistencias a los antibióticos se están convirtiendo en un grave problema de salud pública. Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 por parte de Alexander Fleming, el uso de estos fármacos no ha hecho más que aumentar de forma exponencial. De hecho, recientes trabajos han llegado a afirmar que el uso de los antibióticos tiene efectos hasta el momento desconocidos, como poder disminuir el potencial del propio sistema inmune humano.
Ahora un nuevo trabajo no solo vuelve a poner en el punto de vista las resistencias a los antibióticos, sino que sugiere que el uso de otros fármacos también colaborarían en dichas resistencias al modificar el crecimiento de las bacterias intestinales. Entre estos medicamentos estarían las estatinas -fármacos contra el colesterol- y algunos antihistamínicos, como la loratadina.
Según esta reciente investigación llevada a cabo por los científicos del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) y publicada en la revista Nature, la simvastatina, uno de los fármacos contra el colesterol más utilizados, el tamoxifeno, un fármaco contra el cáncer de mama, y la loratadina, un antihistamínico, tienen capacidad para alterar el microbioma intestinal, colaborando en aumentar el riesgo de resistencias a los antibióticos.
Este grupo de investigadores analizó el impacto de más de 1.000 fármacos de uso común sobre 40 cepas de bacterias intestinales, y hasta uno de cada cuatro fármacos parecía tener algún efecto negativo.
Según el doctor Nassos Typas, del EMBL Heidelberg (Alemania), el uso de fármacos de forma diaria, aunque no sean antibióticos, puede promover la resistencia a los mismos, ya que provoca modificaciones en las bacterias intestinales de la misma forma que lo harían dichos antibióticos.
Fármacos de uso diario, un problema frente a las infecciones
Según los investigadores, casi cualquier medicamento de uso diario puede afectar al microbioma intestinal, destacando entre ellos los antipsicóticos, antihipertensivos, fármacos contra el cáncer, inhibidores de la bomba de protones -como el omeprazol-, antihistamínicos, analgésicos y anticonceptivos.
Se espera que, si las cosas continúan igual, las resistencias a los antibióticos causen más de 10 millones de muertes en el año 2050. De hecho, actualmente las bacterias resistentes ya aumentan la probabilidad de muerte de forma significativa. Por ejemplo, las bacterias tipo MRSA aumentan el riesgo de fallecimiento hasta un 64% en comparación a las cepas bacterianas no resistentes.
Estas resistencias son una forma de adaptación de las bacterias a largo plazo. Entre las enfermedades que ya están empezando a ser complicadas de tratar están la malaria o la tuberculosis, entre otras. El microbioma humano es una de las barreras de defensa del organismo contra las amenazas infecciosas externas, y ya se sabía que los antibióticos pueden alterarlo o dañarlo, pero no estaba claro que otros fármacos también puedan hacerlo, hasta ahora.