Están por todas partes. Las máquinas de vending se han convertido en la salvación del común de los mortales cuando aprieta el hambre. Sin embargo, pese a que las hay de todos los tipos y colores, por lo general, su oferta alimenticia deja bastante que desear ante el actual contexto de obesidad que existe en nuestro país. De hecho, cuando uno piensa en una máquina expendedora tipo, lo primero que le viene a la mente es la imagen de un mamotreto repleto de bolsas de patatas fritas, bollería, snacks, refrescos azucarados o sándwiches envasados. Es decir, comida insana.
Un grupo de estudiantes de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla ha decidido emprender una cruzada contra lo que ellos han bautizado como mal vending -"dícese de aquellas máquinas en las que podemos encontrar predominantemente productos para comer pero no alimentos sanos"-. Así, desde el pasado mes de diciembre llevan valiéndose de las redes sociales para denunciar la presencia de alimentos ultraprocesados y con escaso valor nutricional en máquinas situadas en lugares públicos: desde su propia universidad hasta el Metro de Sevilla o el mismísimo hospital Gregorio Marañón de Madrid. La iniciativa está siendo todo un éxito.
"Hubo dos acontecimientos que hicieron que nos pusiéramos en marcha. El primero fue una campaña publicitaria fraudulenta en nuestra universidad por parte de una de estas empresas, en la que se daba pábulo a un mito (la necesidad de realizar cinco comidas diarias) y se utilizaban etiquetas azules para señalar como más saludables algunos alimentos que no lo eran en absoluto", comenta Borja Caballero, uno de los jóvenes que participan en este proyecto. "El otro fue que quitaron las tres máquinas de fruta que había en nuestra universidad. Ahí dijimos: 'Hay que actuar'".
La idea era convertirse en una plataforma que movilizase la indignación a través de las redes sociales y conseguir mejorar la oferta de productos de nuestro entorno. "Llevábamos años viendo que la gente que iba a los hospitales hacía fotos al menú que le ofrecían o a los vendings y las compartía en redes sociales". Así, decidieron crear cuenta de Twitter y otra de Instagram y comenzaron a actuar bajo el nombre de Cambiando el Vending.
La base de la iniciativa es la denuncia. Sin embargo, la cosa no ha quedado aquí. Desde hace algunos meses este grupo de estudiantes lleva pateándose centros sanitarios y de educación de nuestro país con el objetivo de analizar y evaluar la oferta de sus máquinas. "Cuando vamos a sitios concretos, revisamos todas las máquinas, hacemos fotos y gracias a una herramienta de calidad ponemos notas numéricas tanto a la comida como a la bebida". El resultado, por lo general, resulta bastante desolador.
Una oferta más que cuestionble
Pero, ¿por qué los vendings ofrecen comida poco saludable? "Siempre que hablamos con la industria aparece el argumento económico. Parece que los productos saludables no se venden bien", asegura el portavoz de Cambiando el Vending. Sin embargo, para Caballero, este argumento es irrelevante. "Para las empresas, se trata de un negocio y sólo tienen que pensar en sus ingresos. Pero la gente que les permite tener allí las máquinas sí que tendría que pensar en la salud de los consumidores. Cuando estamos hablando de un hospital o de otra institución pública, la salud está muy por encima del beneficio de un tercero. Si el vending no es compatible con un alimentación saludable, pues que no haya vending", zanja este joven estudiante.
En España existe una Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición que regula qué tipo de alimentos pueden venderse en las escuelas infantiles y colegios. Lo contaba hace unos meses el dietista-nutricionista Juan Revenga en El Comidista. En uno de los artículos de la norma puede leerse: "En las escuelas infantiles y en los centros escolares no se permitirá la venta de alimentos y bebidas con un alto contenido en ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans, sal y azúcares". La triste realidad es que se ha hecho muy poco por velar por su cumplimiento. Nada más que hay que echar un vistazo a las cantinas de los institutos.
Países de nuestro entorno como Francia, Italia o Portugal se han adelantado al resto y, pese a que tampoco hay ninguna ley que prohíba expresamente la venta de alimentos insanos en estas máquinas, sí que han ido construyendo un marco normativo dirigido a la reducción constante de productos de alto contenido en azúcares, grasas y sal en las máquinas expendedoras en determinados espacios. Así, Murcia, Valencia o Asturias son las Comunidades que más pasos han dado hacia la eliminación de comida insana en máquinas situadas en centros públicos.
En nuestro país, la Asociación de Residentes de Medicina Preventiva y Salud Pública (ARES) también ha levantado también la voz para posicionarse en su contra. Este colectivo integrado por jóvenes médicos publicaba la semana pasada un manifiesto contra la presencia de alimentos poco saludables de máquinas expendedoras en los hospitales al que ha sido respaldado por diversos colectivos sanitarios, entre ellos la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética o la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.
"No deja de sorprender que en la situación actual [con una gran epidemia de sobrepeso u obesidad] existan bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados en máquinas expendedoras de nuestros centros sanitarios. Diversos organismos han señalado a estas máquinas expendedoras como potenciales puntos de actuación para mejorar nuestro ambiente alimentario. Es contrario a la ética médica y sanitaria que en los mismos centros donde se atiende a la salud de la población se suministren productos que contribuyen a enfermarla", reza el comunicado.
Desde Cambiando El Vending han aplaudido la iniciativa y aseguran que se trata de una tendencia que va a ir a más. Precisamente por esta razón se han ofrecido a asesorar a aquellas empresas que decidan sustituir productos insanos por alternativas más saludables. Según aseguran, su intención no es otra que "incomodar y agitar las aguas", aunque también aplaudir las buenas prácticas. "Nosotros no tenemos sólo ánimo destructivo, queremos también premiar aquellos sitios donde se haga bien", cuenta Caballero. "Nuestro objetivo es formar parte de un cambio que creemos totalmente inevitable", finaliza.