Los accidentes en casa ocurren muy a menudo, y atragantarse con mil y un objetos -desde las espinas de pescado hasta esponjas o incluso plastilina- es un motivo bastante típico para acudir a un servicio de urgencias.
En una escala superior están los atragantamientos con huesos de pollo, algo relativamente común, pero que puede llegar a representar una verdadera emergencia médica. Éste fue el caso de un hombre australiano de 78 años de edad, que tuvo la mala suerte de llegar a atragantarse con hueso de pollo, pero no se dio cuenta hasta cinco días después, cuando dicho cuerpo extraño fue descubierto en una radiografía.
En la descripción del caso, publicada recientemente en el New England Journal of Medicine, los autores comentan que este hombre acudió a urgencias justo tras notar el atragantamiento al comer pollo, ya que notaba algo raro en su garganta. Sin embargo, inicialmente, los estudios radiográficos de su cuello y pecho no pudieron detectar nada. Tras esto, el hombre fue dado de alta y enviado a casa, ya que supusieron que el atragantamiento habría sido con la misma carne del pollo -y no con el hueso-, y que el mismo organismo se habría deshecho del mismo.
Sin embargo, tras el paso de cinco días, el hombre volvió de nuevo a urgencias: tenía fiebre, dificultad respiratoria y producía un sonido sibilante y agudo con cada respiración. Por ello, conociendo el dato de la visita anterior, los médicos que le atendieron le realizaron directamente un estudio de tomografía computerizada (TAC), en el cual sí se pudo vislumbrar un hueso de pollo en su bronquio derecho, la vía que une la tráquea con uno de los pulmones. El área donde se encontraba el hueso no dejaba pasar el aire correctamente, aunque no producía una obstrucción grave.
Cómo pasó desapercibido el hueso de pollo
Aunque cinco días parece un tiempo exagerado, este no es el caso más extraño relacionado con el atragantamiento de cuerpos extraños. El pasado año 2013, una mujer de 54 años de Canadá descubrió que tenía un fragmento de hueso también en su bronquio, calcificado, ya que los médicos que lo descubrieron afirman en su informe que llevaba 22 años ahí.
Por su parte, otro informe del pasado año 2017 afirmaba que un hombre de 47 años de Inglaterra tenía alojado en su vía aérea un cono de juguete, el cual llegó ahí 40 años antes. Un caso bastante similar al descrito en la serie The Simpsons y el lápiz de cera alojado en el cerebro de Homer Simpson desde que era niño.
Por tanto, no es raro afirmar que el diagnóstico de casos como este pueden llegar a retrasarse más de lo que uno pueda llegar a imaginar, sobre todo si se trata de objetos pequeños que no llegan a producir un bloqueo significativo de las vías respiratorias. Asimismo, cabe destacar que alrededor del 80% de los cuerpos extraños no llegan a ser visibles en las radiografías de tórax, algo que hace difícil su diagnóstico, ya que es la prueba inicial que suele realizarse en estos casos.
Por otro lado, tampoco es raro que un paciente llegue a darse de alta y sea enviado a casa aunque sí tenga un cuerpo extraño alojado en el pulmón, como fue el caso del hombre australiano, sobre todo si no existen problemas para tragar y/o respirar, y las pruebas realizadas son normales.
En contraposición, cuando sí existen síntomas y aunque las pruebas iniciales sean normales, el siguiente paso es el mismo que se llevó a cabo en este caso: realizar pruebas más sensibles, como un TAC. Este tipo de pruebas se realizan solo en determinados casos, ya que en la mayoría de los mismos el cuerpo extraño suele desaparecer o limpiarse por sí mismo, por lo que no sería rentable ni económicamente ni para la salud pública ni para el paciente: se trata de pruebas caras, las cuales implican una gran cantidad de radiación, por lo que hay que reservarlas solo para los casos necesarios.
Finalmente, en este caso, el hombre recibió una prueba más, una broncoscopia, un procedimiento donde se introduce un tubo flexible con una cámara incorporada por dentro del pulmón para poder extraer el hueso de pollo. Tras tres días, pudo ser dado de alta y volver a su vida habitual.