Uno de los errores más típicos a la hora de perder peso es contar calorías, sin ir más allá, y sin tener en cuenta de qué tipo de macronutriente proceden o lo que es peor aún, de qué alimento en concreto. Como ya sugirió un estudio recientemente, los alimentos ultraprocesados han demostrado aumentar el riesgo de cáncer, y otro trabajo más reciente todavía, publicado en el British Journal of Nutrition, confirma que dichos ultraprocesados serían los verdaderos culpables de la epidemia de obesidad actual, y no solo el hecho de que consumimos demasiadas calorías.
Ahora, un grupo de 22 expertos en nutrición ha publicado un documento de consenso en Obesity Reviews que analiza la importancia que tiene la procedencia de las calorías, y no solo su exceso como tal, confirmando algo que ya se sabía: una caloría no es una caloría, es decir, no todas las calorías son iguales.
Este grupo de investigadores decidió analizar la literatura nutricional actual para saber si todas las calorías producen los mismos efectos en cuanto a enfermedad cardiometabólica y obesidad se refiere. Todos estuvieron de acuerdo en el hecho de que las bebidas azucaradas y refrescos en general aumentan los factores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas -obesidad, hipertensión y diabetes mellitus tipo 2, entre otros-, incluso cuando se comparan con otros alimentos con carbohidratos con un nivel calórico similar.
Por su parte, aunque un estudio reciente realizado en ratones y publicado en Experimental Biology relacionó el uso de edulcorantes artificiales con aumento de riesgo de obesidad, los expertos responsables del nuevo documento de consenso concluyeron que el aspartamo, uno de los edulcorantes artificiales más usados, no aumentaría el peso en los humanos. De hecho, como bien afirma Kimber Stanhope, biólogo de la Universidad de California, no existe ningún estudio en humanos que haya demostrado evidencia de que los edulcorantes provocan aumento de peso.
En cuanto a las grasas, los investigadores han declarado en su documento que las grasas poliinsaturadas -presentes en aceites vegetales, semillas y nueces- reducen más el riesgo cardiovascular que la misma cantidad de grasas saturadas -presentes en carnes y derivados-. Aun así, destacan que el consumo de lácteos enteros, queso o yogur, aunque ricos en grasas saturadas, se ha relacionado con una disminución del riesgo cardiometabólico.
Se necesita más investigación
Cabe destacar que recientemente la Organización Mundial de la Salud ha declarado la necesidad de eliminar las grasas trans artificiales -originadas por la hidrogenración del aceite vegetal- antes de finalizar el año 2023. Este tipo de grasas en particular se usan en multitud de procesos industriales para alargar la vida útil de los alimentos, tales como fritos y productos horneados; son uno de los ingredientes esenciales de los alimentos ultraprocesados. El problema es que el consumo de dicho tipo de grasas ha demostrado diversos efectos adversos para la salud, como una alteración del metabolismo del colesterol y la grasa corporal, un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular, cerebrovascular o de sufrir diabetes mellitus tipo 2, entre muchos otros.
En este caso, ya se conocen muchos de los efectos adversos de este tipo de "nutriente", pero en este documento de consenso los investigadores confiesan que aún queda mucho que investigar respecto a algunos hallazgos contradictorios en la investigación nutricional. Una de estas contradicciones implica al café, el cual requiere la etiqueta de "posiblemente cancerígeno" en Estados Unidos por producir acrilamida tras su procesado, un componente que también se produce en la elaboración de patatas y pan; de hecho, Europa también ha declarado la guerra a este componente.
Sin embargo, no son pocos los estudios que han vinculado al café y la cafeína con múltiples efectos para la salud, incluso consumiéndose en cantidades anteriormente consideradas como "excesivas" o "peligrosas".
Debido a este y otros muchos ejemplos, este documento de consenso afirma que queda mucho por investigar, aunque algunas ideas están bastante claras sobre cómo debería ser una dieta saludable: basada en granos integrales no procesados, frutas, verduras, grasas saludables y buenas fuentes de proteínas.