La vitamina D, más conocida como "la vitamina del sol" entre la población general, está empezando a destacar últimamente también en España: vivimos en un país con un gran número de horas de exposición solar, pero algunos estudios observan que también nos falta vitamina D. Actualmente se sabe que entre el 80-90% de esta vitamina se produce gracias a la exposición solar, mientras que solo un 10-20% proviene de la dieta. Esto no debería ser un problema en España y otros países del mediterráneo, y sin embargo, lo es.
La vitamina D es necesaria para absorber algunos micronutrientes a nivel intestinal, tales como el calcio y el fósforo, íntimamente relacionados con la salud ósea y otros muchos procesos metabólicos del organismo. Se sabe que la falta de dichos micronutrientes, o una mala absorción de los mismos, puede dar lugar a diversas enfermedades como la osteoporosis en adultos -sobre todo en mujeres tras la menopausia- o raquitismo en los más pequeños. Asimismo, otros trabajos han relacionado la falta de vitamina D con otras dolencias, como el dolor crónico, la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, un aumento del riesgo cardiovascular, el síndrome del color irritable y un aumento de riesgo de sufrir demencia en edades avanzadas. En todos estos casos, tan solo se dispone de estudios que detectan una relación, pero no una causa-efecto manifiesta.
Las dudas al respecto son las siguientes: ¿realmente existe una falta de vitamina D mundial? ¿existe una falta de vitamina D en España? ¿por qué se produce esta falta de vitamina D? ¿qué puede suceder si no se posee suficiente vitamina D? ¿sería necesario hacer un screening a todo el mundo en busca de este déficit vitamínico?
La falta de vitamina D en el mundo, y en España
Según un estudio publicado en el British Journal of Nutrition en 2014, hasta un 88% de la población mundial sufriría una falta de vitamina D. En determinadas zonas, como sucede en los países escandinavos, es relativamente normal que suceda esto dada la escasez de exposición solar sufrida. Sin embargo, en los países de la cuenca mediterránea, teóricamente no debería suceder.
Sin embargo, durante ese mismo año, una revisión publicada en la Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral llegó a la conclusión de que los niveles de vitamina D en España eran muy similares al déficit sufrido en el resto del mundo: una media de un 50% de déficit de vitamina D entre individuos de 18 a 60 años, y hasta un 87% de déficit en individuos de más de 60 años.
Existen multitud de tablas o escalas para determinar los correctos niveles de vitamina D. Recientemente, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición publicó un documento de consenso donde definió los niveles óptimos de vitamina D (25OH en sangre) entre 30 y 50 ng/ml. En Estados Unidos, algunas sociedades recomiendan disminuir el "nivel saludable" a 20 ng/ml, aunque la SEEN incluso sugiere que 30 ng/ml sería un límite que se quedaría corto. En España, según los trabajos disponibles, y según datos de la SEEN, habría hasta un 80-100% de individuos de más de 65 años con unos niveles de vitamina D en sangre menores a 20 ng/ml; e incluso en menores de 65 años el déficit afectaría al 40% de la población.
¿Por qué existe un déficit de vitamina D en España?
Según el documento de la SEEN, esta falta de vitamina D en España, a pesar de la gran exposición solar disponible, podría deberse en gran parte a una falta de aporte dietético, al sobreuso de la protección solar en verano, y al hecho de que gran parte de la población española habita por encima del paralelo 35ºN, algo que disminuiría las posibilidades de sintetizar esta vitamina en invierno y primavera.
De forma más específica, la SEEN señala también, entre todas las posibles hipótesis para hablar de déficit de vitamina D, a la falta de exposición solar en general, al uso de cremas de protección solar con un factor de protección superior a 8, al hecho de poseer un tipo de piel demasiado pigmentada. Por otro lado, existirían otras muchas causas para sufrir falta de vitamina D, como poseer una edad avanzada -con disminución de la síntesis de vitamina D a nivel de la piel-, malabsorción intestinal por diversas razones, uso de determinados fármacos, sufrir algunos tipos de enfermedades metabólicas, renales o hepáticas e incluso sufrir obesidad.
Los problemas asociados a la falta de vitamina D
Aunque actualmente no se recomienda el cribado del déficit de vitamina D de forma general, es decir, buscar la falta de vitamina D en sangre a cualquier individuo que entre por la puerta, la SEEN si señala que debería buscarse dicho déficit en individuos de riesgo, como sugirió un estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism en 2011: enfermedades proclives a producir déficit de vitamina D (enfermedades renales, hepáticas o metabólicas), individuos con obesidad, individuos de edad avanzada, o aquellos que toman determinados fármacos asociados a la disminución de este nutriente.
Aunque, dado el déficit generalizado detectado tanto a nivel mundial como de forma específica en España, algunos expertos sí se plantean la posibilidad de que sea necesario un cribado universal para el análisis de esta vitamina. Pero, por el momento, no está recomendado realizarlo.
Aunque en el pasado se ha llegado a la conclusión de que la falta de vitamina D puede aumentar el riesgo de osteoporosis y fracturas por falta de mineralización osea, problemas cardíacos e incluso cáncer, algunos trabajos, como la revisión publicada en el British Medical Journal en 2014, han llegado a la conclusión de que usar suplementos de vitamina D no sería la solución para prevenir todos estos riesgos: la suplementación no aumentaría la densidad mineral ósea, ni reduciría el riesgo de fracturas tras caídas en adultos.
Por su parte, otros trabajos recientes han detectado nuevos problemas asociados a la falta de vitamina D.
Por un lado, un estudio publicado en Pain Therapy en 2015 llegó a la conclusión de que el déficit de vitamina D podría tener cierta relación con el dolor crónico, aunque no se arriesgaron a aconsejar la suplementación de esta vitamina para mejorar dicho dolor. Por su parte, otro estudio más reciente publicado en Therapeutic Advances in Musculoskeletal Disease en 2017 llegó a una conclusión similar, aunque en este caso sí aconsejan la suplementación de vitamina D, pero solo en grupos de riesgo, como los mencionados por parte de la SEEN.
Aunque la relación entre la vitamina D y la obesidad es más conocida, un estudio publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism en 2015 también relacionó la falta de vitamina D con la diabetes mellitus tipo 2, llegando a sugerir que dicha alteración del metabolismo de la glucosa tendría una relación mayor si cabe que la misma obesidad.
Por otro lado, otro estudio publicado también en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism en 2015, esta vez en niños y adolescentes de entre 3 y 18 años, llegó a la conclusión de que sufrir una falta de vitamina D en la infancia aumentaría el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares en la edad adulta.
Asimismo, un estudio publicado en 2015 en la revista Gastroenterology, relacionó la falta de vitamina D con el síndrome de colon irritable, llegando a aconsejar tanto el análisis precoz de dicho déficit en individuos con este diagnóstico, como la suplementación de esta vitamina para mejorar la sintomatología del mismo.
Finalmente, dos estudios diferentes publicados en 2014 y 2015 respectivamente llegaron a la conclusión de que el déficit de vitamina D aumentaría el riesgo de sufrir demencia. Por un lado, el primer estudio publicado en Neurology sugirió que el déficit de vitamina D tendría una relación significativa con la demencia en general y la enfermedad de Alzheimer en particular; por otro lado, el segundo estudio, publicado en JAMA Neurology, llegó a la conclusión de que la falta de vitamina D aceleraría el deterioro cognitivo en cualquier tipo de étnia.
La vitamina D en la dieta y la posibilidad de suplementación
Aunque se calcula que tan solo el 10-20% de la vitamina D proviene de la dieta, continúa siendo una fuente importante para obtener dicho micronutriente. La European Food Safety Authority aconseja un consumo de alrededor de 15 microgramos, o de 600 UI al día para niños y adultos sanos, mientras que la cifra se reduce a 10 microgramos o 400 UI en bebés de entre 7 y 11 meses, independientemente de la exposición solar posible. Sin embargo, vivir solo de dieta sin sol, en cuanto a vitamina D se refiere, es totalmente insuficiente.
Si se sufre un déficit, deberían incluirse en la dieta alimentos ricos en esta vitamina, o fortificados con la misma: pescados (caballa, atún, sardinas, aceite de hígado de bacalao), huevos, leche, setas o champiñones y mariscos. Como ejemplo, un solo vaso de leche de vaca aporta alrededor de 100 UI de vitamina D, una lata de atún aportaría hasta 300 UI, mientras que un huevo aporta alrededor de 120 UI.
Para finalizar, en cuanto a la suplementación se refiere, y tras la realización de un análisis de sangre, se consideraría "insuficiente" un rango de entre 20 y 30 ng/ml de vitamina D, mientras que un rango de 10 a 20 ng/ml se cataloga como déficit moderado, y menos de 10 ng/ml como déficit severo. Actualmente se aconseja la suplementación cuando se produce un déficit, es decir, menos de 20 ng/ml, y tan solo dos meses.
En cuanto al rango de insuficiencia, entre 20 y 30 ng/ml, los expertos tan solo aconsejan suplementación en los individuos de riesgo: ancianos, individuos que ya han sufrido fracturas por osteoporosis, individuos con problemas en la piel, individuos que no pueden salir de casa, o aquellos con enfermedades renales, hepáticas, metabólicas o con cualquier tipo de mala absorción intestinal. Como excepción, existen algunos casos donde también se aconseja la suplementación en población sana, como son los niños menores de cuatro años, embarazadas y madres que dan lactancia materna.
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