El triclosan es una sustancia capaz de acabar con bacterias y hongos, por lo que su uso se ha extendido durante los últimos años a múltiples productos. De pastas de dientes hasta detergentes y productos de limpieza, pasando por jabones de manos o enjuagues bucales. En definitiva, es muy fácil contactar con esta sustancia a diario incluso varias veces por día.
Sin embargo, poco a poco el triclosan ha ido empeorando su fama. Por un lado, un estudio de 2016 vinculó tanto al triclosan como al triclocarbán, ingredientes típicos de los jabones antibacterianos, con una alteración de la flora intestinal. Por otro lado, en 2017, otro trabajo relacionó el uso de enjuagues bucales con un mayor riesgo de sufrir diabetes mellitus tipo 2.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en Science Translation Medicine sugiere, una vez más, que el triclosan alteraría la flora intestinal. Concretamente, se ha llegado a la conclusión de que este antibacteriano aumentaría el riesgo de sufrir colitis e incluso cáncer de colon.
Una sustancia demasiado común
En este nuevo trabajo, a cargo de investigadores de la Universidad de Massachusetts, se alimentó a diferentes grupos de ratones de laboratorio con agua enriquecida con triclosan durante tres semanas con una cantidad similar a la que consumiría un ser humano usando pasta dental durante dos semanas. Algunos de los ratones estaban completamente sanos y otros sufrían alguna enfermedad inducida de forma artificial. Sin embargo, casi todos ellos acabaron experimentando problemas intestinales e inflamación de colon, dando lugar a síntomas tales como la hemorragia intestinal, diarrea, dolor abdominal e incluso reducción de la esperanza de vida.
Según los investigadores, el triclosan sería capaz de desajustar totalmente la diversidad del microbioma intestinal. En este caso, el antibacteriano fue capaz de matar a las poblaciones de Bifidobacterium de los roedores, un tipo de bacteria considerada beneficiosa para el organismo. El triclosan desató una reacción inflamatoria, llegando incluso a fomentar el desarrollo de tumores más agresivos en ratones que ya sufrían previamente cáncer de colon.
Por otro lado, cabe destacar que aquellos ratones diseñados para carecer de bacterias intestinales no experimentaron ningún síntoma inflamatorio, incluso tras ser expuestos al triclosan. Así mismo, aquellos ratones que no poseían el receptor Toll-like 4, importante para una adecuada respuesta inflamatoria, también eran inmunes a los efectos del antibacteriano. En otras palabras, sin bacterias intestinales o sin inflamación, el triclosan no tiene efecto perjudicial alguno.
Triclosán contra la fibrosis quística
No todo es mala fama para el triclosan. La fibrosis quística afecta a 1 de cada 8.000-10.000 individuos. Se trata de una enfermedad genética, hereditaria y de avance progresivo y mortal dado que afecta gravemente a diversos órganos como los pulmones y el aparato digestivo, sobre todo al páncreas. Pero, según investigadores de la Universidad Estatal de Michigan en Antimicrobial Agents and Chemotherapy, el bactericida en combinación con los fármacos mejoraría su pronóstico.
Esencialmente, la enfermedad produce un aumento de la mucosidad fabricada por diversos tipos de células, que pierde la función de lubricación original, se acumula en los órganos y da lugar a sobreinfecciones. Los pacientes requieren cuidados diarios pero pueden llevar una calidad de vida adecuada gracias a la actual detección precoz y los tratamientos médicos. Se calcula que, de media, un individuo con fibrosis quística puede vivir hasta los 40 o 50 años de edad.
Por ello, se suelen usar antibióticos contra las bacterias más típicamente encontradas dentro de esta mucosidad espesa, como es la Pseudomonas aeruginosa. Uno de estos antibióticos es la tobramicina, un fármaco que también suele usarse en forma de colirio contra las conjuntivitis agudas. Además, la P. aeruginosa también destaca por su potencial para crear biopeliculas bacterianas que hacen más difícil su erradicación. La combinación de la tobramicina con el triclosán podría ser la solución para destruir estas biopelículas según los investigadores.
Chris Waters, profesor de microbiología, y sus colegas llegaron a cultivar hasta 6.000 biopelículas de Pseudomonas aeruginosa en placas de Petri, a las cuales añadieron el antibiótico tobramicina junto a miles de compuestos diferentes, para ver qué combinación era la mejor. Finalmente, veinticinco combinaciones fueron efectivas, pero la que más destaco entre todas ellas fue el uso de tobramicina junto a triclosan.
El compuesto no es capaz de destruir bacterias por sí solo, pero sí puede impedir su crecimiento. Por otro lado, la tobramicina es el antibiótico más usado contra la fibrosis quística, pero no se ha demostrado que pueda curar o evitar las sobreinfecciones a nivel pulmonar. De hecho, en ocasiones los pacientes sufren infecciones de forma crónica y llegan a necesitar un trasplante pulmonar, aunque este tratamiento tiene un fracaso del 50% tras el paso de cinco años.
Un producto prohibido a medias
Aunque en 2016 la FDA prohibió el uso del triclosan en jabones de manos, dada la preocupación por un uso seguro y la falta de evidencia de su eficacia respecto al jabón y agua común, esta sustancia sigue usándose en otros miles de productos. Caben esperar estudios más específicos en humanos para determinar el verdadero alcance de los daños que provoca y, en contrapartida, su potencial terapéutico.
Aunque poco a poco van apareciendo estudios al respecto, la realidad es que aún se tiene poca información acerca de los efectos de esta sustancia antibacteriana sobre el organismo humano a largo plazo. De hecho, la cantidad que puede consumirse con el uso de enjuagues bocales o pastas de dientes es mínima, y aún así ha demostrado tener efectos perjudiciales en ratones de laboratorio. Algunos expertos incluso sugieren que este ingrediente podría eliminarse de cualquier producto ya que lo consideran innecesario.