Aunque tendemos a pensar que las sustancias contenidas en el café o el té son diferentes, dado que las llamamos cafeína o teína, la realidad es que no lo son: se trata de la misma sustancia, pero originada en plantas diferentes. De hecho, el guaraná también contiene cafeína, aunque se le llama guaraína. Lo que en realidad sucede es que, a pesar de ser la misma sustancia, sus efectos a nivel del organismo humano pueden ser diferentes gracias al resto de los componentes de cada planta en conjunto.

En otras palabras: a pesar de que cafeína, teína y guaraína sean la misma sustancia, sus efectos sí pueden ser distintos.

Esencialmente, la cafeína es una sustancia alcaloide amarga con efectos estimulantes sobre el sistema nervioso humano, pero su consumo directo desde el café puede ser más potente que en otras plantas. Ahora bien, el café y el té sí han demostrado poseer otros efectos diferentes, o más bien beneficios diferentes.

Los beneficios del café y la cafeína

Centrándonos en el café, una ración de unos 250 ml, equivalente a un café "largo", puede contener hasta 200 mg de cafeína. Por su parte, un café "descafeinado" suele contener hasta 26 mg en la misma cantidad.

Anteriormente se sabía que el café tiene potencial para movilizar la grasa corporal, mejorar la contractilidad muscular, disminuir la sensación de sueño y fatiga e incluso ciertos efectos a nivel cardiovascular, que posteriormente han demostrado ser beneficiosos y no perjudiciales como se creía inicialmente.

De hecho, el café ha demostrado no solamente ser beneficioso para el corazón, sino que incluso ha pasado a poseer un potencial protector según diversos estudios. Por ejemplo, a nivel metabólico, dos estudios diferentes publicados durante el año 2014 en Pharmaceutical Research y Diabetologia, respectivamente, han demostrado que el café puede mejorar la resistencia a la insulina, disminuir la acumulación de grasas e incluso disminuir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 a largo plazo tan solo consumiendo alrededor de dos tazas de café al día.

Por otro lado, dos estudios diferentes publicados en la revista Heart y en BMC Medicine durante el año 2015 llegaron a la conclusión de que tomar entre tres y cinco tazas de café diarias disminuiría el riesgo cardiovascular; y negaron la relación del café con la producción de arritmias cardíacas. Posteriormente, durante el año 2016, un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association volvió a negar la relación entre el café y las arritmias. Incluso otro trabajo publicado un año más tarde, durante 2017, concluyó que el café disminuye el riesgo de ictus e insuficiencia cardíaca.

Así mismo, a nivel neurológico, diversos estudios han corroborado el papel beneficioso del café. Por un lado, un trabajo publicado en Nature Neuroscience sugería que el café podía mejorar la memoria. Otros dos trabajos, publicados en el Journal of Neuroscience y el Journal of Alzheimers Disease llegaron a conclusiones similares, sugiriendo que el café puede tener un papel protector contra la demencia en general, y contra la Enfermedad de Alzheimer en particular. Incluso otro trabajo, publicado en la revista Neurology, sugirió que el café puede reducir el riesgo de sufrir Parkinson.

Por su parte, al analizar la relación entre la toma de café y algunos tipos de cáncer, durante el año 2015 se publicaron hasta tres estudios diferentes. Por un lado, un trabajo publicado en el Journal of Clinical Oncology sugirió que el café puede reducir la probabilidad de recidiva del cáncer de colon; otro estudio publicado en el Journal of the National Cancer Institute afirmó que tomar hasta cuatro tazas de café diarias reduciría el riesgo de cáncer de piel tipo melanoma y, finalmente, un trabajo publicado en el Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention también relacionó la toma de café con un menor riesgo de cáncer de útero.

Para finalizar, algunos trabajos han llegado a la conclusión de que el café puede alargar la vida. El primero de ellos se publicó en 2012 en el New England of Medicine, sugiriendo que tomar dos tazas de café al día alargaría la vida hasta un 10%. Posteriormente, durante el año 2017, un trabajo publicado en Annals of Internal Medicine elevó la dosis a tres tazas diarias, sugiriendo que dicha toma reduciría el riesgo de muerte por cualquier causa. 

Para rizar el rizo, una revisión de 201 metaánalisis diferentes publicada en 2017 en el British Medical Journal también sugirió que el café disminuye el riesgo de muerte, pero además también se vio un menor riesgo de cáncer, enfermedades neurológicas, metabólicas y hepáticas.

Los beneficios del té y la teína

En cuanto a la toma de té se refiere, cabe destacar que existen multitud de variedades de té, lejos de diferenciar tan solo su color -té verde, té rojo o té negro son los más populares-, por lo que los estudios intentan resumir sus beneficios hablando del té de una forma bastante generalizada, aunque el más estudiado es el té verde.

Según declaraciones del pasado 2015 de Howard Sesso, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, la presencia de catequinas y epicatequinas -flavonoides-, otorgarían a esta bebida el potencial para reducir la aterosclerosis, por lo que se reduciría el riesgo cardiovascular. Concretamente, el té verde tendría más flavonoides que el té negro, y ambos poseerían una cantidad de cafeína de alrededor de 20-45 mg por taza. 

Además, según Sesso, tanto el té verde como el té negro mejorarían la reactividad vascular y disminuirían los niveles de colesterol LDL o "colesterol malo", y se especula que podrían mejorar la tensión arterial, aunque en este último punto aún es necesaria más investigación.

Por un lado, un trabajo publicado en la revista Nutrition Research en 2009 sugirió que el té verde en concreto ayuda a mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis, tanto en hombres como en mujeres. Según dicho trabajo el té mejoraría la densidad mineral ósea, disminuyendo el riesgo de fractura, gracias a su contenido en flavonoles.

Por su parte, y a pesar de contener teína, un trabajo publicado en Nutrients en 2017 sugirió que el té verde no solo es capaz de reducir el estrés, sino que también puede mejorar la calidad del sueño, dado que contiene una menor cantidad de cafeína que el café y los polifenoles del mismo disminuyen su absorción.

Así mismo, en cuanto al rendimiento físico se refiere, la cafeína del café no es la única capaz de poder otorgar beneficios. Un estudio publicado en el American Journal of Physiology aseguró en su momento que los antioxidantes presentes en el té también colaboran en la quema de grasas y pueden mejorar el rendimiento físico hasta un 24%.

Si nos centramos en la prevención de enfermedades, el té no se queda corto respecto al café, ya que según otro trabajo publicado en el American Journal of Clinical Nutrition habría sugerido que los antioxidantes del mismo podrían disminuir el riesgo de sufrir cáncer de ovario.

Finalmente, y en relación al potencial del té para quemar grasas, varios trabajos habrían dudado su potencial para ayudar a perder peso. Por un lado, una revisión Cochrane de 2012 sugirió que el potencial del té verde es poco significativo a la hora de perder peso. Dicha revisión fue analizada y corroborada posteriormente por el Canadian Pharmacists Journal en 2014. Aún así, cabe destacar que la toma de té sí se ha relacionado con un mejor estilo de vida en general, aunque el beber té por sí solo no sería suficiente para ayudar a la mejora de dicho estilo de vida.

Conclusión

La conclusión final que se puede extraer de esta comparativa entre ambas bebidas es que depende. Tanto el café como el té, en su justa medida, han ido demostrado diversos beneficios para la salud en áreas muy diferentes. Es posible que el café haya experimentado una mayor cantidad de investigación en los últimos años, pero es imposible resumir el conocimiento científico de ambas bebidas en tan poco espacio.

Por su parte, cabe destacar que estos trabajos han intentado aislar los beneficios de ambas bebidas, intentando excluir otros factores de confusión. Sin embargo, suele destacar el hecho de que el café se acompañe de leche y/o azúcar, mientras que los bebedores de té no suelen edulcorar el mismo, o al menos no tanto como se suele hacer con el café. Y, si se da el caso, en el caso del té se suelen usar más los edulcorantes no calóricos.

Por tanto, se deben interpretar todas estas conclusiones con cuidado, dado que ninguna bebida ni ningún alimento por sí mismo suelen implicar grandes beneficios para la salud. Se debe pensar en el estilo de vida al completo.

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