Así se ciclan con anabolizantes los gays para lucir músculo en el Orgullo: peligroso pero muy común
- La administración de hormonas para generar musculatura es una práctica habitual en gimnasios y otros entornos y no está exenta de riesgo.
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Álex se ha ciclado por primera vez esta primavera. Al lector que no sepa el significado del verbo ciclarse no le servirá de nada ojear el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en el que se encontrará con la definición:"bruñir y abrillantar las piedras preciosas". Para acercarnos al significado más utilizado en la actualidad del verbo, bastaría con sustituir piedras preciosas por músculos.
Porque ciclarse en el lenguaje popular no es otra cosa que consumir sustancias anabolizantes para desarrollar músculo y hacerlo mucho más rápido de lo normal. Es lo que los iniciados llaman "crecer", ya que esa ganancia de músculo viene acompañada de un aumento de peso. En el caso de Álex, de casi siete kilos en apenas dos meses.
Este joven no oculta que una de las razones para animarse a ciclarse por primera vez, algo que amigos y compañeros de gimnasio llevan haciendo años, es la celebración este fin de semana de las fiestas del Orgullo Gay. "Yo veo que todo el mundo por estas fechas está súper musculado y yo me machaco en el gimnasio todo el día y nada", comenta Álex, que dice que hasta ahora no se había animado porque le daba miedo.
Para el portavoz de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) Francisco Botella, el miedo es muy lógico porque, explica, esta práctica -que no es más que una forma de dopping que ha cambiado de nombre por practicarse en ciclos de más o menos dos meses de duración- es, además de fraudulenta, peligrosa.
Botella aclara que está práctica -que preocupa mucho a la SEEN- no debe asociarse, en absoluto, al mundo gay. "Sucede en todos los gimnasios y yo al menos atiendo un caso a la semana", subraya el médico, que resume sobre todo en dos los grandes efectos adversos de esta práctica: infertilidad y atrofia testicular o, en otras palabras, la disminución del tamaño de los testículos.
Sustancias empleadas
Álex comenta que, cuando se decidió a ciclarse, aguien le dio el teléfono móvil de un entrenador. "Un camello, vaya", bromea. Él, que acude cinco o seis veces a la semana al gimnasio con apenas 15 días de descanso al año, y siguiendo una dieta equilibrada, nunca había logrado unos músculos como los que lucirá este fin de semana, tras seguir un régimen de "alrededor de ocho sustancias, muchas de las cuales son para proteger de los efectos dañinos de algunas de ellas sobre el organismo".
Su contacto, al que contactó por WhatsApp y con el que quedó en persona para que le diera los medicamentos y unas instrucciones "no muy detalladas", sólo le dio un gran consejo: "No te drogues", algo que siguió excepto en una ocasión, en la que consumió cocaína. "Me bajó muchísimo la masa muscular que había ganado", reconoce.
De las sustancias que le dio su contacto, la mayoría son anabolizantes. Tres de ellas se administran por inyección. La primera es el sustanon, una testosterona inyectable en base oleosa que Botella define como uno de los "más preocupantes". Hace que se muscule por encima de lo que es saludable y lo hace influyendo en una glándula del cerebro, la hipófisis, que frena la producción de gonadotropinas. "Esto hace que se detenga la formación de espermatozoides y que se atrofien los testículos", explica el médico.
Álex es consciente de esta posibilidad y reconoce que, en efectos, los testiculos "se ponen muy pequeñitos", pero explica diligente lo que su dealer le dijo a él, que con lo que se denomina postciclo, otra serie de medicamentos, ese efecto se revierte. Es algo que no tiene nada claro Botella: "Pueden tardar años en recuperarse y a veces los efectos son irreversibles".
Las otras dos sustancias inyectables son la boldenona y el winstrol -"algo más débil", según el endocrino-, que también están compuestos de testosterona u hormonas muy similares. Además, y en pastillas, Álex consumió dianabol y el resto de sustancias que, le dijeron, eran protectores, entre ellas un tratamiento hormonal -el tamoxifeno- que se utiliza todavía hoy para el cáncer de mama. "Esto es para evitar la ginecomastia -el crecimiento excesivo de los pechos-".
Efectos secundarios
Álex pagó entre 350 y 400 euros por su tratamiento de dos meses y medio y los efectos secundarios que menciona se resumen en esos dos: atrofia testicular y ginecomastia. Pero lo que nadie le dijo es lo que sí señala Botella, otras consecuencias menos conocidas del uso de anabolizantes que pueden suponer un peligro importante a largo plazo.
"Altera los lípidos, lo que hace que aumente el colesterol. Aumenta el riesgo cardiovascular, hace la sangre más espesa porque suben los glóbulos rojos; esto hace que se produzca envejecimiento prematuro a largo plazo, algo parecido a lo que sucede por fumar y, además, aumenta el riesgo de cáncer de próstata, no porque ayude a que se produzca, sino a que crezca", resume el endocrino.
Pero además, alerta el médico, el consumo de estas sustancias se acompaña de suplementos de proteínas "innecesarios", que son "una carga para el riñón". "También es frecuente que dejen de beber agua porque al tener la piel deshidratada "se marca más la tableta". "Sin encima le quitas agua al riñón, aumenta el riesgo de acabar con insuficiencia renal, lo que podría acabar en la necesidad de someterse a diálisis".
Álex comenta que sí aumentó el consumo de proteína en su dieta, en la que se incluían pocos carbohidratos. "Cada tres horas tienes que tomar unos 30 gramos de proteínas y te recomiendan hacer unas cinco comidas al día; eso es lo que comenta la mucha gente a la que pregunté", apunta.
Dudas
Porque Álex reconoce que surgen muchas dudas a lo largo del ciclo. Por ejemplo, con respecto a las dosis, que no siempre están expresadas en las mismas unidades en los envases y las instrucciones del proveedor. "En algunos momentos me vi haciendo reglas de tres", comenta divertido.
El joven también tuvo dudas con respecto a cómo pincharse -"la primera vez lo hizo un amigo"-y reconoce que esta parte hace del ciclo "algo muy invasivo". Aunque al final aprendió a pincharse solo -en el brazo o en los glúteos-, bromea: "A mí me recordaba a las películas de Rambo, cuando se sacaba la bala en medio de la selva en Vietnam".
Otros efectos que sorprendieron a Álex fue el aumento de la libido y la presencia de una ligera febrícula cada noche. ¿En algún momento pensó en acudir al médico?, le pregunta la periodista. "Me mata", responde, negando tajantemente esa posibilidad.
Para Botella no sería raro que las personas que se ciclan sin control tengan que acabar en la consulta de un endocrino. El experto desecha el supuesto valor de los protectores que se incluyen en el kit. Pone como ejemplo una de las sustancias que le vendieron a Álex, la silimarina. "Es un supuesto protector hepático, pero hay poca evidencia científica respecto a su eficacia; aunque no hace daño, tiene un efecto débil o nulo, por lo que es gastarse el dinero a lo tonto", subraya.
El médico también habla de otras dos sustancias protectoras, el HCG y el clomifeno. Álex las tomó en lo que se denomina postciclo, el tratamiento que se sigue para, según le dijeron, "volver a producir testosterona por uno mismo" y que los testículos vuelvan a su tamaño habitual. Pero Botella alerta que la administración de las mismas "tiene que ser muy estricta" y que, si no, hay riesgo de edema o de hinchazón, entre otros efecto secundarios".
Además, el endocrino apunta a otro problema que también se reconoce entre los usuarios, la posibilidad de que los fármacos -adquiridos siempre en el mercado negro- estén adulterados. "Yo tengo algún amigo que se ha quejado de hacer un ciclo y que no le haya hecho nada, y es cierto que no se le notaban mejoras", comenta.
Para Botella, no hay manera segura de llevar a cabo este dopaje ilegal pero tan extendido. Ni siquiera haciéndose análisis de sangre como los que se hizo Álex antes de empezar y debe volverse a hacer ahora. "Todo lo que sean dosis por encima de las que produce el cuerpo de forma natural no es seguro", resume el médico, que explica que dejar estas prácticas no siempre es fácil para sus usuarios, a los que él a veces recibe en su consulta.
"Recuerdo el caso de un joven que era gogó en una discoteca y me decía: 'Yo vivo de esto y, si lo dejo, me echan", comenta y menciona posteriormente uno más actual: un hombre deportista que acudió con su mujer por su incapacidad para tener hijos.
Mientras tanto, cientos de personas siguen ciclándose. Álex afirma -al menos antes de leer este artículo- que probablemente "volverá a hacerlo" y reconoce que algunos de sus amigos "tienen adicción". "Es un problema al que no se mete mano", concluye por su parte con tristeza el especialista.