Ahora que los peques de la casa ya han terminado sus clases, ha llegado el momento de coger o, al menos, programar las vacaciones para disfrutar de unos días en familia, en cualquier destino alejado de la rutina del día a día.
Llegar a este destino soñado supone viajes más o menos largos, para los que muy a menudo muchos niños y bastantes adultos requieren de la inestimable ayuda de la Biodramina, esa pequeña pastilla -el principio activo es dimenhidrinato- que tantos malos ratos ahorra.
Si usted se siente identificado con esta descripción significa que sufre de cinetosis, una condición muy frecuente que afecta a los seres humanos desde sus primeros viajes en barco, aunque no a todos por igual. En aquella época los que la sufrían no sabían cómo luchar contra ella, pero hoy en día gracias a la ciencia se ha podido desentrañar su origen y, si no paliarla totalmente, al menos hacerla un poco más llevadera.
Conflicto sensorial
El cerebro sabe cuándo nos encontramos en movimiento gracias a las señales de cuatro chivatos: los ojos, el oído interno, los músculos y las articulaciones.
Lo lógico sería que todos ellos enviasen una misma señal simultáneamente, por lo que en el momento en que unos indican movimiento y otros señalan un estado estacionario se crea un conflicto cuya señal viaja hasta el área postrema, una estructura medular del cerebro encargada de controlar el vómito ante una situación de peligro.
Y esto precisamente es lo que ocurre durante los viajes, ya que el oído interno detecta que nos estamos desplazando, pero los músculos se mantienen en reposo y la visión no suele acompañar el movimiento, especialmente cuando leemos o miramos una pantalla.
Esta es precisamente la razón por la que los conductores no suelen marearse, ni siquiera cuando son personas propensas a hacerlo si viajan como pasajeros.
Culpa de los genes
Hay personas que no pueden recorrer ni diez kilómetros en coche sin recurrir a la Biodramina, mientras que otras podrían leerse el Quijote en castellano antiguo en el asiento de atrás, sin sentir el más mínimo síntoma.
Está claro que unos individuos son más propensos que otros y esto induce a pensar que los genes puedan tener parte de culpa en el asunto.
Y lo cierto es que sí. Así lo demostró en 2014 el otorrinolaringólogo de la Universidad de Florida Glenn Knox, tras realizar una revisión de estudios anteriores sobre el tema.
El principal gen que parece estar involucrado en la cinetosis es una variante del gen del receptor adrenérgico alfa 2, encargado de varias funciones asociadas al sistema endocrino.
Además, según la revisión, algunos datos que apoyan la teoría del origen genético sería la mayor predisposición de las mujeres respecto a los hombres, o de los asiáticos en comparación con los occidentales.
¿Cómo evitarlo?
Aunque nunca viene mal llevar Biodramina a mano, también se pueden seguir algunas directrices para prevenir el mareo durante los viajes.
Está claro que el truco está en no volver loco al cerebro, por lo que es aconsejable acompañar a las indicaciones del oído interno, fijando la vista en un punto del exterior del vehículo. También se debe evitar leer o realizar cualquier actividad que implique fijar la visión en un punto del interior del coche.
En el caso de los barcos, ayuda subir a la cubierta, para acompañar el movimiento del barco con los ojos.
También es importante mantener la tranquilidad, ya que la ansiedad contribuye al aumento de los síntomas típicos de la cinetosis.
Una vez logrado todo esto, solo queda disfrutar de los días de asueto. Un simple mareo no tiene por qué arruinarnos el inicio de las vacaciones; pero, si se puede evitar, mejor que mejor.