Aunque su aplicación más popular es el tratamiento de la disfunción eréctil, el sildenafilo, más conocido como Viagra, surgió inicialmente como fármaco para el tratamiento de la hipertensión. Ambas posibilidades se basan en su papel como vasodilatador, con un incremento del flujo de sangre que ayuda a provocar la erección del pene pero que no se circunscribe a ese órgano.
Esto le ha conferido, desde que se comercializara por primera vez en 1998, un gran número de nuevas aplicaciones, como la mejora de los síntomas del mal de altura o el tratamiento de la hipertensión pulmonar. En ese sentido, un prometedor ensayo clínico en Holanda ha quedado repentinamente cancelado. En él participaban 183 mujeres embarazadas, todas ellas con riesgo de parto prematuro por mal desarrollo placentario.
La mitad de ellas había recibido sildenafilo, con el objetivo de mejorar el flujo sanguíneo a la placenta. El ensayo comenzó en 2015 y la tasa de embarazos llevados a término fue positiva. Sin embargo, más de una decena de bebés murieron poco después de nacer, obligando a los investigadores a poner fin al procedimiento para empezar a buscar respuestas a este duro golpe.
90 de las madres gestantes con problemas placentarios recibieron el tratamiento, en la línea de otro ensayo que ya se había practicado en Reino Unido con buenos resultados. Las 93 restantes recibieron en cambio un placebo.
En un principio no se reportaron efectos secundarios en las pacientes y el embarazo siguió su curso. Tras el parto, sin embargo, murieron 11 de los recién nacidos a cuyas madres se les había administrado el fármaco. Aunque las causas no están totalmente claras, el fallecimiento se atribuye a una hipertensión pulmonar. Paradójicamente, esta patología suele ser tratada con Viagra.
Los investigadores creen que pudo deberse a un efecto rebote, generado al interrumpirse la administración del fármaco después del parto. Sin embargo, en otros ensayos similares no había ocurrido nada parecido. ¿Qué ocurrió entonces?
Otros seis bebés también tuvieron serios problemas respiratorios aunque afortunadamente lograron sobrevivir. Además, doce de las embarazadas que participaron en el ensayo aún no han dado a luz, por lo que se encuentran monitorizadas con el fin de prevenir desenlaces similares.
Embarazos complicados
Según declaraciones del ginecólogo e investigador principal del estudio, Wessel Ganzevoort, al periódico de Volkstrant, no es la primera vez que se utiliza este fármaco para promover el flujo sanguíneo en la placenta.
Algunos ginecólogos, de hecho, ya lo estarían poniendo en práctica en sus consultas. La práctica estaría tan extendida que algunas mujeres se lo pedirían directamente a su médico, asegura Wessel al diario holandés.
La propia gravedad de los embarazos que participaron en el estudio podría estar detrás del problema. Así lo afirma la doctora en farmacia y divulgadora científica Marian García en su blog Boticaria García. Entre las cinco claves del caso que describe, una de las más importantes es que "todos los fetos del estudio tenían un pronóstico grave y se enfrentaban al riesgo de nacer muertos o fallecer poco después del parto".
Además, también murieron nueve bebés de madres pertenecientes al grupo placebo y, si bien es cierto que no mostraban los problemas respiratorios de los otros once, dan prueba de la situación de riesgo de la que partían.
Aunque estaba planeado seguir con los ensayos clínicos hasta 2020, estos resultados han obligado a cancelar también otros estudios similares que se estaban llevando a cabo en Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y Canadá.