La investigadora alicantina Lidia Mínguez confiesa que "se quedó horrorizada" con los resultados de su tesis doctoral, cuyo estudio central acabó publicándose en Human Reproduction y que concluía que la calidad del semen de los jóvenes de la provincia de Murcia -donde la realizó- era "catastrófica". Cinco años después, la farmacéutica continúa buscando formas de mejorar este parámetro sobre el que, confiesa, los hombres no están nada concienciados: "En ese primer estudio, los participantes me decían 'A mí no me digas mis resultados, que me rayo".
Este jueves publica otro trabajo en la misma revista, una de las de mayor impacto en su especialidad, que acaba con una polémica de la que se lleva años hablando: el tipo de calzoncillos más beneficioso para la salud reproductiva o, en otras palabras, para la calidad seminal.
Mínguez ha cambiado en este lustro Murcia por Boston y es ahora investigadora en el Departamento de Salud Ambiental de la prestigiosa Universidad de Harvard. Allí se le ocurrió enfocar su estudio al asunto de los calzoncillos, una de las muchas preguntas en un amplio cuestionario a 656 varones, pacientes del Hospital General de Massachusetts por tener dificultades para concebir.
Su trabajo ha demostrado que el uso de boxer mejora significativamente la calidad del semen. La concentración del mismo es un 25% más elevada en los hombres que lo llevan que, además, tienen un número total de espermatozoides un 17% más alto y un tercio más de espermas nadadores en una única eyaculación.
En realidad, esta superioridad del boxer frente al slip ya se conocía, explica Mínguez a EL ESPAÑOL, pero éste es el estudio más multitudinario realizado al respecto y que, además, desvela algo hasta ahora desconocido: que el organismo se defiende de los calzoncillos más perjudiciales produciendo más cantidad de la hormona FSH, la encargada de producir esperma. "Es un mecanismo compensatorio que no se había descrito hasta ahora", añade la investigadora.
Para esta doctora en Medicina es obvio que hay que recomendar el uso de boxer a los hombres "si quieren tener hijos". Es uno de los estilos de vida modificables asociados a un aumento de la fertilidad, junto al consejo de no practicar ciclismo o no ser muy amigo de saunas y jacuzzis.
La razón no es nada difícil de describir, ya que esto se achaca a la temperatura. Los espermatozoides no sobrevivirían a los 37ºC habituales del organismo. "Esa es la razón por la que los testículos están fuera, para poder estar a dos grados menos", señala Mínguez. Así, cuanto más apretado es un calzoncillo, más aumenta el calor escrotal y más se compromete la calidad del semen.
Sin embargo, la investigadora no quiere dar lugar al alarmismo:"Hablamos de probabilidades, puede ocurrir perfectamente que llegue la persona con los calzoncillos más apretados del mundo y un superesperma [ríe]".
Lo que sí señala es otro dato poco conocido para el gran público y que puede dar un respiro a quienes quieran ser padres y lleven toda la vida utilizando slips. "La espermatogénesis tarda alrededor de tres meses, por lo que basta ese tiempo para revertir el efecto perjudicial de los mismos", concluye.
Mínguez sigue analizando qué hacer para mejorar la salud reproductiva, una vez resuelto del todo el enigma de los calzoncillos. Otro trabajo reciente que lleva su firma en Harvard supone un tirón de orejas para los agoreros del consumo de pescado contaminado con mercurio. Se ha demostrado que los hombres que toman pescado, incluso con niveles altos de este metal, tienen mejor calidad seminal. "Es porque los beneficios del omega 3 del pescado superan a los perjuicios del mercurio", explica la científica, que tiene ahora una nueva obsesión: relacionar los químicos con la dieta y todo ellos con los estilos de vida. Y en ello está.