A día de hoy, el preservativo es el único método anticonceptivo que, además, también previene el contagio de enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, ya sea por desconocimiento o por desgana, todavía siguen siendo muchas las personas que lo utilizan incorrectamente o ni siquiera lo usan.
De hecho, aunque parezca una locura, aún se dan casos de reutilización de preservativos, con todo lo que eso conlleva. Así lo han confirmado en la cuenta de Twitter de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). El organismo sanitario advertía recientemente a sus seguidores de los peligros de llevar a cabo esta práctica, asegurando que, si lo dicen, es porque ocurre con frecuencia.
Los preservativos se someten a un gran número de ensayos para comprobar su eficacia, dotándolos de un 98% de seguridad en la prevención del contagio de ETS o embarazos no deseados.
Sin embargo, este porcentaje sólo se puede relacionar con preservativos sin usar, recién sacados de su envoltorio. De no ser así, la eficacia disminuye drásticamente, por muy bien que parezcan estar.
Para empezar, incluso lavándolos y desinfectándolos sigue existiendo riesgo de que porten algún tipo de microorganismo patógeno, que pudiera dar lugar a todo tipo de infecciones.
Además, la posibilidad de roturas aumenta notablemente, ya que el látex ya se ha estirado y ha perdido su lubricación, dejando de estar en sus condiciones óptimas.
Todo esto es aplicable a cualquier condón que ya ha estado fuera del envase, incluso si no se ha llegado a realizar el coito con él.
Otras acciones incorrectas
Utilizar preservativos usados no es la única forma en la que se puede hacer un mal uso de este dispositivo.
Según un meta análisis mundial sobre el uso del condón publicado en 2011 en la revista Sexual Health, existen al menos 14 formas comunes en las que se utilizan incorrectamente. Entre ellas destaca su colocación tardía, una vez iniciado el coito, o la retirada demasiado precipitada, antes de finalizarlo. Otros errores serían olvidar quitar el aire del extremo del preservativo para dejar hueco para el depósito de semen, usar objetos afilados para abrir el envoltorio, utilizar lubricantes incompatibles con el látex o retirarlo incorrectamente.
Todos esos y otros hábitos demasiado frecuentes pueden dar al traste con la eficacia del preservativo, tanto como anticonceptivo como para evitar el contagio de enfermedades.
¿Por qué se reutilizan?
Según uno de los estudios analizados en el meta análisis, entre el 1’3% y el 4’4% de los encuestados para su realización aseguraron haber reutilizado un preservativo en algún momento de su vida; pero, ¿por qué?
Las causas podrían ser dos. Por un lado, en muchas ocasiones se trata de simple instinto. La pareja descubre que no le quedan preservativos y no pueden esperar a comprar más, por lo que deciden reutilizar el último.
En otros casos, se trata más bien de un problema económico, causado por los altos costes del producto, especialmente en los países menos desarrollados.
Por ejemplo, según un estudio publicado en 1991, suministrar preservativos para un año en Burundi, Birmania, Togo, Etiopía, Malí y Madagascar, supondría alrededor de un 25% del ingreso per cápita.
Estas cifras han cambiado con el paso de los años, pero aún siguen haciendo que el acceso de muchas personas a este método anti conceptivo sea prácticamente un lujo.
En esos países, por lo tanto, buscar soluciones para hacerlos lo más accesibles que se pueda sería un paso primordial, pero en el resto del mundo sería incluso más importante dejar claro en las clases de educación sexual lo mala que puede llegar a ser esta costumbre, aparentemente inocente. El condón debe ser una barrera infranqueable, tanto para espermatozoides como para organismos patógenos, pero cualquier práctica indebida puede abrirles puertas muy peligrosas. Para evitarlo, toda precaución es poca.
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