Decir Baselga era, hasta hace dos días, sinónimo de excelencia en el tratamiento del cáncer. Por esta razón, pocos criticaron la decisión de Ana Obregón y Alessandro Lequio de llevar a su hijo Álex -afectado por un cáncer cuya tipología no se ha hecho pública- al Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC), a pesar de que está demostrado que muchos centros españoles tratan el cáncer al mismo nivel que en EEUU. "Está en las mejores manos, las de un español", declaró a los meses el padre del enfermo.
Esa afirmación nadie podía ni puede dudarla a día de hoy, pero el nombre de José Baselga está ahora en los medios por un motivo mucho más turbio: su dimisión como director médico del prestigioso hospital por haber omitido declarar que había recibido millones de dólares de compañías farmacéuticas.
En su carta de dimisión, dirigida al director ejecutivo del MSKCC, Craig Thompson y hecha pública por The New York Times -medio que, junto a Pro Publica, desveló el caso el pasado fin de semana-, Baselga parece hablar de sí mismo como si su carrera estuviera acabada, a pesar de que no ha cumplido los 60 años. "He dedicado mi carrera profesional al tratamiento de los pacientes, el desarrollo de nuevas terapias y a avanzar en el estado de conocimiento sobre el cáncer", iniciaba la misiva.
Lo que nadie puede negar
El oncólogo, que reconoce sus errores, no puede dejar así de recordar lo que ha supuesto en la lucha contra el cáncer. Y eso es algo que nadie puede negar. Tampoco las compañías farmacéuticas que llevan años pagándole para participar en el desarrollo clínico de sus moléculas, dentro de la más absoluta legalidad. "El doctor Baselga ha participado como investigador en varios de nuestros ensayos clínicos, colaborando activamente en el desarrollo de medicamentos y en los avances en el tratamiento del cáncer de mama", reconocía Roche en un comunicado en la mañana de este viernes.
Entre otros hitos, Baselga lideró el desarrollo clínico del fármaco que dio la vuelta al pronóstico del cáncer de mama Her2 positivo, un tumor de mama que pasó de tener un pronóstico funesto a convertirse en curable gracias al trastuzumab, el primer medicamento personalizado -dirigido a mutaciones concretas relacionadas con un tipo de cáncer. Una molécula desarrollada y comercializada precisamente por Roche. No es la única.
Además, Baselga ha sido el ejemplo perfecto de científico español que ha trabajado dentro y fuera del país. Se formó como investigador y clínico -después de licenciarse en Barcelona- en EEUU, pero volvió después a su Barcelona natal, para dar forma al Vall d’Hebron Institute of Oncology (VHIO), uno de los centros punteros en investigación del cáncer en nuestro país, que dirigió durante unos años.
Después, volvió a cruzar el charco para dirigir la unidad de oncología del Hospital General de Massachussets, aunque permaneció vinculado al VHIO a través de distintos acuerdos. El vínculo lo siguió manteniendo -aunque cada vez más débil- en su siguiente paso profesional, un salto de gigante puesto que fue nombrado director médico del MSKCC, un centro que se disputa continuamente la primera posición en el ránking de los mejores hospitales de adultos de EEUU con el MD Anderson Cancer Center. Este año ocupa la segunda posición.
Según se desprende de su carta de dimisión, es por el centro y no por tener ninguna duda de su capacidad para seguir liderándolo, por lo que Baselga da un paso atrás, aunque le suponga un borrón en su hasta ahora impecable carrera. "Temo que si siguiera en mi papel de liderar el cuidado clínico y la investigación, esto supondría una distracción para el hospital y su increíble equipo de médicos, investigadores y resto del staff", escribe.
El currículum de Baselga incluye diversos premios y reconocimientos, como el Rey Jaime I a la Investigación Médica. También es asesor-de esos cargos no ha dimitido- de distintas entidades muy vinculadas a la investigación en salud, como la Fundación La Caixa. Pero el oncólogo también ha tenido vista para los negocios, participando en la creación de pequeñas spin offs que luego ha vendido a multinacionales como Genentech. Una de esas ventas -la de Seragon Pharmaceuticals- fue citada en el artícuo que ha provocado su dimisión, porque le generó unos beneficios millonarios que no declaró en distintas publicaciones -aunque sí son públicos en bases de datos, las mismas consultadas por los periodistas-.
El médico también se ha sentado en el consejo de administración de diversas empresas y laboratorios, pero le ha dado tiempo a lo que él considera más importante: seguir viendo, un día a la semana, a pacientes en la consulta del hospital neoyorquino. Allí permanecerá sólo dos semanas más y saldrá del prestigioso centro calladamente. Parece que un golpe así podría ser difícil de superar, pero el último párrafo de su carta de dimisión da pistas de lo contrario: "Espero continuar involucrado en la lucha contra el cáncer y seguiré los avances del MSKCC con mucho interés", concluye.