Actualmente, la tuberculosis sigue siendo una enfermedad contagiosa muy extendida en el mundo occidental. Aunque, según datos de la Organización Mundial de la Salud, la mortalidad asociada a tal infección ha disminuido desde la década de 1990, en España siguen registrándose alrededor de 4.000 nuevos casos de contagio cada año, con alrededor de 10 nuevos casos por cada 100.000 habitantes según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, siendo así nuestro país el sexto de mayor prevalencia de la Unión Europea en número de afectados, por detrás de Rumanía, Polonia, Reino Unido, Alemania y Francia.
La transmisión de esta enfermedad se produce por el aire, y actualmente se sabe que fue una de las primeras enfermedades contagiosas en el ser humano, siendo su causante -el Mycobacterium tuberculosis- uno de los microorganismos más antiguos del que se tiene constancia, otorgándole entre 15.000 y 20.000 años de antigüedad. Sin embargo, y aunque comúnmente la enfermedad suele afectar al tejido pulmonar y destruirlo, no siempre se queda aislado en dicha zona.
Un ejemplo de ello es el nuevo caso publicado en el New England Medical Journal of Medicine: una mujer de 42 años acudió a su médico por presentar un dedo hinchado, que asoció a un posible esguince del mismo, pero resultó ser algo peor.
En este caso la mujer tardó hasta una semana en pedir atención médica, dado que el hinchazón y el dolor de su dedo meñique no cesaban, y no se había dado ningún golpe en dicho dedo. Se le llegó a realizar una radiografía simple e incluso una tomografía computerizada o TAC de la mano, objetivando un tejido blando alrededor del dedo, pero sin ningún tipo de afectación ósea. Finalmente, se realizó una biopsia del tejido de dicho dedo. La sorpresa llegó cuando, en dicho tejido, se objetivó la presencia de la bacteria Mycobacterium tuberculosis.
Como bien recuerda la Clínica Mayo, aunque la tuberculosis suele contagiarse por el aire y afectar directamente a los pulmones, la bacteria causante de la misma puede afectar a otras muchas zonas del organismo humano, incluyendo huesos -columna cerebral-, riñones o incluso el cerebro. Cuando se produce alguno de estos casos, se habla de "tuberculosis extrapulmonar", como sería el caso de esta mujer y su dedo.
De hecho, las manifestaciones de tuberculosis fuera de los pulmones suelen producirse generalmente en individuos con un sistema inmune debilitado, ya sea por la toma de ciertos medicamentos o bien por sufrir enfermedades que debiliten el sistema inmune: enfermedades crónicas, como la diabetes mellitus, u otro tipo de infecciones inmunosupresoras, como el SIDA.
Según los responsables del informe, además de encontrarse en tratamiento contra el lupus, esta mujer también tenía como antecedente un viaje de su marido: viajó a China y volvió con tos, siendo diagnosticado más tarde de tuberculosis pulmonar activa. Finalmente la paciente recibió el tratamiento estándar contra la tuberculosis durante nueve meses, curándose por completo.