En el mundo de la medicina existen muchos tipos de disciplinas como la cardiología, la oncología o la neurología. Cada una de ellas se centra en el estudio de una determinada parte o área de nuestro cuerpo. Lo que caracteriza a cada uno de los profesionales que trabajan en estas áreas es su rigor a la hora de hacer los diagnósticos a sus pacientes, y esto es algo que sólo se consigue estudiando una carrera que le proporcione los conocimientos necesarios para ello. No obstante, desde hace años, algunos "impostores" han invadido distintas disciplinas médicas y, sin ningún tipo de estudio, aseguran estar capacitados para curar enfermedades a través de remedios caseros y ejercicios. El último invento es el "yoga ocular", una pseudoterapia que dice curar problemas de visión como la miopía mediante unos sencillos ejercicios.
Para conocer mejor a estos curanderos, EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con la empresa Yoga Ocular Madrid y ha hablado con una de sus propulsoras María del Mar García. Esta monitora asegura que sus ejercicios son capaces de curar la miopía o la hipermetropía, aunque "por problemas legales" no puede utilizar dichos términos. Sin embargo, en su pagína web dejan bien claro que sus tratamientos están especialmente recomendados para personas con hipermetropía, miopía o presbicia.
El profesor Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal, director médico del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla asegura que no hay evidencia científica de que mediante ejercicios visuales se curen los problemas de visión: "Los médicos nos apoyamos en investigaciones y experiencias que demuestran la evidencia de un tratamiento quirúrgico o de un fármaco. Si no hay esos avales científicos detrás, no se puede decir que algo cure la miopía o la hipermetropía". Gómez-Ulla se muestra muy cuidadoso a la hora de hablar de curación, ya que, según explica, la ciencia todavía no ha encontrado ningún tratamiento que cure los defectos de refracción por medio de ejercicios.
Visión infantil
Un ojo es miope cuando crece más de lo normal e hipermétrope cuando es más pequeño. "La cirugía no cura, ya que no es capaz de modificar el tamaño del ojo, lo que hace es corregir. Para ello, moldea la cornea de tal manera que quita dioptrías al ojo para compensar el defecto refractivo", apunta el experto. La miopía es una de las principales causas de ceguera en el mundo, afecta a unos dos billones de personas en total, de los que un 25% sufren miopía grave. Si nuestra visión es borrosa, es importante acudir al oftalmólogo, que será quien decida si necesitamos llevar o no gafas. "Son imprescindibles para corregir un efecto refractivo, especialmente en niños".
La monitora de Yoga Ocular Madrid, en un alarde de absoluto desconocimiento, asegura que las gafas provocan que la visión empeore. "Entorpecen la curación", explica. Sin embargo, Gómez-Ulla discrepa. "Las gafas no agravan los problemas de visión, sino que corrigen el efecto refractivo", apunta el experto. Hasta los ocho o diez años la visión sufre más cambios, "el niño experimenta el máximo desarrollo visual y cerebral, por lo que es imprescindible que lleve una graduación adecuada", asegura el profesor. "Existe la posibilidad de que una persona tenga hipermetropía con cinco años y que al crecer el ojo se compense la refracción y deje de ser miope, pero hasta que eso ocurra, deberá seguir contando con la ayuda de unos anteojos", apunta.
Un tratamiento prometedor
Existe un producto que es capaz de frenar el desarrollo de la miopía infantil: la atropina. Se trata de un anticolinérgico (fármaco que bloquea el paso de los impulsos a través de los nervios parasimpáticos, que controla las funciones y actos involuntarios) extraído de la belladona y otras plantas de la familia Solanaceae que, administrada en una dosis baja, puede retardar de forma significativa la progresión de la miopía en los niños. Por lo general, la miopía infantil suele diagnosticarse en niños de entre 5 y 7 años. Con frecuencia, la miopía puede seguir creciendo hasta los 18-20 años y luego suele detenerse su crecimiento. La miopía no es reversible y los niños que se tratan con dosis bajas de atropina siguen requiriendo el uso de lentes.
El doctor David Epley y su equipo han demostrado que con la aplicación de este líquido, su miopía no progresa tanto como lo hacen los niños que no han recibido este tratamiento. "Lo que estamos viendo es que, en la mayoría de los niños — cerca de 90 por ciento — su tasa de progresión de la miopía disminuye o se hace más lenta en cerca del 50%. Cuanto más pronto se inicie la administración, menor será el grado de miopía que lleguen a presentar". De hecho, el propio doctor Gómez-Ulla lo corrobora: "Ha sido científicamente demostrado". Para todo aquel que quiera evitar la progresión de estos problemas de visión en la edad infantil, lo más recomendable es ponerse las gafas y salir a la calle a hacer ejercicio en lugar de quedarse en casa delante de una pantalla.