Realizar actividad física, concretamente salir a caminar, es una de las recomendaciones médicas más comunes hoy en día. Se ha demostrado que dicha actividad realizada a diario puede prevenir multitud de enfermedades, sobre todo las cardiovasculares.
Sin embargo, un reciente trabajo llevado a cabo por la Universidad de Duke y publicado en la revista The Lancet concluye que es tan importante realizar actividad física como elegir el sitio adecuado para la misma, ya que el exceso de contaminación en las ciudades puede contrarrestar los beneficios de salir a caminar. Por ejemplo, durante los picos de NO2 que desencadenan las alertas por contaminación en Madrid.
Las recomendaciones del Ayuntamiento van dirigidas a la "población más vulnerable", incluyendo a "personas con asma u otras enfermedades respiratorias", con problemas cardiovasculares, inmunodeprimidos/as, embarazadas, y en las edades de riesgo, que cuantifican en "menores de seis años" y "mayores de 65". Según las conclusiones del trabajo, esta guía está errada en al menos un lustro con respecto a los colectivos en peligro, que ya lo están a partir de los sesenta, y no tiene en cuenta los efectos del NO2 en la población sana.
El estudio, realizado en colaboración con el Imperial College londinense llegó a la conclusión de que la exposición a corto plazo a los gases contaminantes procedentes del tráfico de calles muy transitadas puede llegar a anular los efectos positivos de un paseo de dos horas. En una situación exenta de polución, la caminata les otorgaría en cambio beneficios a nivel de corazón y pulmones.
Según los investigadores, este sería el primer estudio que documentaría los efectos negativos de la contaminación tanto en personas sanas como en individuos que ya sufrían previamente enfermedades cardiorrespiratorias, tales como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la enfermedad cardíaca coronaria. Esto, según los investigadores, destacaría más si cabe la necesidad de establecer límites más estrictos en la calidad del aire, lo cual a su vez implicaría la necesidad de un mejor control del tráfico en las ciudades.
De hecho, según refieren los investigadores, los voluntarios que realizaron una caminata de dos horas por un parque de la ciudad -con una exposición más saludable al tráfico respecto a una caminata por una calle transitada- experimentaron mejoras significativas en su salud pulmonar y cardiovascular, algo que implicaría la necesidad de tener un mayor acceso a espacios verdes urbanos.
Peligroso incluso para personas sanas
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores estudiaron a 119 individuos mayores de 60 años, incluyendo tanto a personas sanas como personas diagnosticadas de EPOC estable y cardiopatía isquémica estable. Todos ellos caminaron durante dos horas al medio día en dos lugares diferentes de Londres: una zona tranquila de Hyde Park por un lado, y una sección muy transitada de Oxford Street por el otro.
En este último caso se sabe que dicha zona está saturada por contaminación como humo negro de carbón, dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas finas procedentes del diésel de los motores. Todas estas sustancias exceden los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud en dicha zona. Se tomaron datos de salud cardiopulmonar de cada individuo, tales como la capacidad pulmonar, presión arterial, flujo sanguíneo y rigidez arterial antes y después de llevar a cabo el paseo.
Según las conclusiones del estudio, los individuos que dieron un paseo por Hyde Park obtuvieron mejoras significativas en su capacidad pulmonar durante la primera hora, un dato que se prolongó durante más de 24 horas en algunos casos. Por su parte, aquellos que pasearon por Oxford Street obtuvieron un incremento menor en las primeras horas, sin ningún dato de mejora posterior.
Asimismo, tanto los individuos sanos como aquellos diagnosticados de EPOC obtuvieron una reducción de la rigidez arterial del 24%, mientras que aquellos que sufrían cardiopatía isquémica obtuvieron una reducción del 19%. En comparación, aquellos individuos que pasearon por Oxford Street obtuvieron beneficios mucho más modestos. En el caso de los individuos sanos se produjo una reducción de la rigidez arterial de tan solo un 4,6%; en los pacientes con EPOC una reducción del 16%, y en aquellos que sufrían una enfermedad cardíaca se vio una reducción del 8,6%.
Estrés y medicación
Finalmente, los investigaciones también han señalado algunos otros factores a tener en cuenta, como el estrés sufrido o la medicación tomada por algunos de los voluntarios. Por ejemplo, aquellos que llevaron a cabo el paseo por Oxford Street también sufrieron más ruido y tránsito de actividad que aquellos que pasearon por Hyde Park, lo cual aumentaría su estrés y podría tener efectos sobre las medidas de salud estudiadas.
Por otro lado, aquellos individuos que sufrían enfermedades del corazón tomaban algunas medicaciones capaces de mejorar algunos de estos parámetros estudiados, lo cual daría lugar a mediciones sesgadas o erróneas, pues parecerían menos graves tras exponerse a la contaminación, ya que los medicamentos darían lugar a un efecto estabilizador.
Los investigadores responsables del trabajo sugieren que, ya que aquellos individuos de mayor edad o diagnosticados de enfermedades crónicas a menudo tan solo pueden realizar caminatas como único ejercicio, sería razonable aconsejarles que dichas caminatas se lleven a cabo en espacios verdes lejos del bullicio y la contaminación. Por desgracia, para aquellos que viven en zonas céntricas de grandes ciudades, esto puede ser complicado o incluso imposible, por lo que sería necesario llevar a cabo una reducción de la contaminación de forma generalizada.