MD Anderson o Memorial Sloan Kettering Cancer Center -este último, desgraciadamente de actualidad por haber sido el centro escogido por Ana Obregón para tratar el cáncer de su hijo Álex Lequio- son hospitales de referencia en todo el mundo. Además de pacientes estadounidenses, país donde están situados, reciben enfermos de todo el mundo, siempre que puedan permitirse pagar sus elevadas tarifas. Son los llamados supercentros de cáncer, y se llaman así por varios motivos: aúnan a los mejores especialistas, fomentan la investigación básica y clínica y sus pacientes reciben un tratamiento integral de su enfermedad, que es vista como un todo y no por partes.
Durante años, los supercentros de cáncer parecían reservados a EEUU y también al tratamiento de los tumores más complicados, lugares donde peregrinar si el diagnóstico que se recibía era el de un cáncer raro y de mal pronóstico. Sin embargo, y poco a poco, el concepto que caracteriza a estos grandes hospitales se ha extendido y ha llegado ya a otros países. España no es una excepción.
En la sanidad pública madrileña, cuatro hospitales gestionados por Quirónsalud -la Fundación Jiménez Díaz, el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, el Hospital Infanta Elena y el Hospital de Villalba- abordan el tratamiento del cáncer como si de uno de esos supercentros se tratara. Y no sólo lo hacen con los tumores sólidos, sino también con las neoplasias hematológicas.
Lo hacen en su unidad especializada Oncohealth Institute, que engloba los casos de cáncer de los cuatro hospitales madrileños citados. "Funciona a semejanza de los centros de cáncer americanos, en unidades funcionales multidisciplinares", explica a EL ESPAÑOL Raúl Córdoba, coordinador de la Unidad de Linfomas.
Es una de las dos -junto con la de Mieloma- que se dedican especialmente al manejo del cáncer hematológico dentro del Oncohealth Institute. A efectos prácticos, ¿qué implicaciones tiene este tipo de centro? Cuando una persona recibe un diagnóstico de cáncer líquido en alguno de estos hospitales públicos madrileños, su caso no se verá exclusivamente en su hospital.
De forma semanal, en una reunión parte presencial y parte a distancia, todos los expertos implicados en el manejo de este tipo de cáncer se reúnen para comentar los nuevos casos diagnosticados y todos aquellos que necesitan asignación de tratamiento. Más de 30 personas que incluyen a radiólogos, hematólogos, patólogos, dermatólogos y farmacéuticos.
De ahí, se llega a una conclusión tras "discutir entre todos". "El comité da una recomendación de tratamiento que se aplica en el hospital concreto donde se trata el paciente", subraya Córdoba. Será el hematólogo de dicho centro el que le comunique al enfermo qué se va a hacer.
Los tratamientos sí se llevan a cabo en los hospitales de origen, aunque algunos sólo están disponibles en la Fundación Jiménez Díaz, como el trasplante de médula ósea. Para Córdoba, son todo ventajas: "Te permite contar con el punto de vista de tus propios compañeros y de otros profesionales en el mismo momento y hace que no haya que mandar al paciente a las distintas consultas; es una decisión consensuada", concluye.
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