Una investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) ha revelado la correlación negativa entre el exceso de ejercicio físico y la salud reproductiva de los hombres, pues, aunque la idea generalizada de que el ejercicio físico es bueno para la salud está "asentada sobre la base de lo irrefutable", la práctica deportiva también tiene sus riesgos, ya que "puede determinar un deterioro significativo la calidad del semen".
Según ha indicado la institución universitaria en una nota, la investigadora del Departamento de Ciencias Morfológicas de la UCO Diana Vaamonde ha realizado una serie de estudios en los que se reflexiona sobre los potenciales efectos negativos que el ejercicio físico puede tener sobre la fertilidad masculina. La intención es poner en el punto de mira estas contraindicaciones a la hora de establecer hábitos de vida "que no pongan en riesgo la tasa de natalidad, ya de por sí bastante deteriorada hoy en día".
En la revisión de potenciales efectos negativos sobre la fertilidad los deportistas, aparece la disfunción eréctil. La comúnmente conocida como "impotencia" se ve más extendida entre ciclistas y profesionales de la hípica debido a la compresión de diversas estructuras como arterias, venas y nervios de la zona pélvica.
Además, tras el estudio de individuos en los que el volumen e intensidad del entrenamiento son elevados, se revela que mientras más altos son estos indicadores peor es la calidad del semen. Si bien no desciende considerablemente en número de espermatozoides, tiene una menor velocidad y morfología espermática y defectos en el ADN.
La alteración de la tasa hormonal testosterona-cortisol (el cortisol es la principal hormona relacionada con el estrés) revela una posible reducción de la testosterona endógena como resultado de una alteración del eje hipotálamo-hipofisario-gonadal (HPG) o un aumento del cortisol. Un eje HPG alterado puede indicar la existencia de un hipogonadismo (alteración de la funcionalidad testicular normal) que afecta al potencial reproductivo.
El estrés que causa la competición, la dependencia de unos resultados deportivos para mantener una beca de estudios o una sensible mejora económica aumenta los niveles de cortisol interfiriendo con el eje HPG. Más aún, como consecuencia de la práctica de ejercicio físico excesiva se producen especies reactivas de oxígeno que si no se contrarrestan derivan en un elevado estado de estrés oxidativo, hecho que también se ha documentado altera la funcionalidad gonadal y las células del linaje espermático, sobre todo la integridad del ADN.
El dopaje es otro de los elementos que revierte directamente los niveles hormonales. En determinadas disciplinas, como las que dependen de la fuerza, la necesidad de aumentar la masa muscular y el rendimiento lleva a algunos deportistas a incluir testosterona exógena (a través de esteroides androgénicos-anabolizantes) entre sus hábitos, que acaba afectando a la secreción normal de la hormona.
Beneficioso en su justa medida
Si bien estas alteraciones son más comunes en los deportistas de élite, la alta participación en eventos deportivos de la que se goza hoy día también provoca que el público general se someta a intensas cargas de entrenamiento para enfrentarse a retos como maratones, triatlones u otras competiciones deportivas. Afrontar a estas situaciones sin ayuda de profesionales o sin la información necesaria puede tener consecuencias, aunque sean transitorias.
Pautas de entrenamiento adecuadas, recuperaciones funcionales entre sesión y sesión e información del riesgo potencial que implica este estilo de vida, se tornan necesarias para que la sociedad entienda el deporte desde todas sus vertientes. Sabiendo esto, los atletas podrían preservar su semen antes de centrarse exclusivamente en su carrera deportiva.
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