El pasado 5 de marzo, la Foods & Drugs Administration (FDA), el organismo que regula fármacos y alimentos en EEUU, aprobó para su comercialización un nuevo tratamiento contra la depresión. Dado el gran número de fármacos que existen actualmente con tal finalidad, el anuncio no tendría demasiada relevancia, si no fuese por un detalle en particular: se trata de un espray nasal que puede ejercer su efecto en horas o días, a diferencia de los antidepresivos comunes, que requieren semanas para producir algún efecto.
Este nuevo tratamiento se llama Spravato, de Janssen Pharmaceuticals, y se basa en la esketamina, una sustancia similar a la ketamina pero con una estructura química diferente: la fórmula molecular es idéntica a la ketamina, pero su configuración química es distinta. De hecho, la ketamina se usa habitualmente como anestésico, y también como sustancia de abuso, pero no es la primera vez que se ha valorado su uso como antidepresivo.
El nuevo antidepresivo en espray ya es una realidad. De hecho, esta forma de administración en forma de espray nasal otorga al Spravato la capacidad de producir efectos en apenas unas horas o días, dependiendo del individuo, un punto a favor respecto a los antiguos antidepresivos que tardan varias semanas.
Según comenta David Olson, profesor asistente de química, bioquímica y medicina molecular en la Universidad de California, los antidepresivos suelen funcionar produciendo el recrecimiento neuronal y creando nuevas conexiones sinápticas, algo que también lograría hacer la ketamina, pero de forma mucho más rápida. Pero, aún así, no está totalmente claro el funcionamiento de esta sustancia en cuanto a la depresión se refiere.
De hecho, existen otras sustancias similares a la ketamina que provocan otros efectos perjudiciales en el cerebro, algo que parece no suceder con la ketamina. Actualmente la hipótesis que se baraja es que esta sustancia trata la depresión bloqueando un neurotransmisor llamado glutamato, el cual se une al receptor NMDA y evita que las señales caigan en cascada a través del cerebro.
El glutamato es usado por parte de las neuronas para enviarse señales unas a otras. Sin embargo, en niveles elevados, el glutamato puede sobreexcitar el cerebro y acabar dañando a las células cerebrales. Otra idea más controvertida es que la ketamina se uniría a los receptores de opioides cerebrales, provocando la liberación de opioides naturales en el organismo humano. De hecho, en anteriores trabajos, se ha sugerido que consumir ketamina junto a sustancias bloqueadoras de los opioides anularían los efectos de la misma ketamina.
Estos efectos podrían ser preocupantes, porque se trataría de un fármaco antidepresivo que, en el fondo, es otro tipo de opiáceo más. Si se confirmase que el funcionamiento de la ketamina es similar al de los opiáceos, esto significaría que sus efectos durarían poco, y se podría desarrollar tolerancia a esta sustancia, incluso provocando adicción a medio o largo plazo, como ya sucede con los analgésicos opiáceos en la actualidad. Pero si sus efectos antidepresivos se producen mediante otras vías cerebrales, bloqueando el glutamato, sería una buena noticia.
Restringido a unos pocos
Sin embargo, este nuevo fármaco tendrá un uso muy limitado, dado que entre sus efectos secundarios está el riego de sedación y disociación cognitiva, pudiendo presentarse dificultades para juzgar, para prestar atención y para pensar en general. Además, la FDA ha dejado claro que el espray de ketamina se distribuirá de forma muy restringida.
El espray antidepresivo tan solo podrá usarse en individuos con depresión grave que no han respondido a al menos dos tratamientos antidepresivos. Además, la administración del espray se realizará dentro de una consulta médica, y requerirá que los pacientes sean vigilados durante varias horas después.