"Estamos como en Venezuela", comentaba exagerando un cliente en una farmacia madrileña al ser testigo -por enésima vez- de cómo otro paciente acudía al mostrador de su botica en busca de un medicamento que no había encontrado en otras tantas farmacias anteriores, en una peregrinación que es cada vez más frecuente y que no niegan ni los farmacéuticos ni las autoridades sanitarias.
Ante esta situación, la pregunta es obvia: ¿nos encontramos frente a un problema de salud pública? La respuesta parece ser negativa. Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) apuntan a que "la mayoría de los medicamentos afectados tienen alternativas en el mercado", como sucedió recientemente ante la alarma generada por la falta de Adiro.
Juan Pedro Risquez, vicepresidente del CGCOF explica a EL ESPAÑOL que eso no quiere decir que no haya "un problema real con el abastecimiento, que está creciendo de una manera importante". La razón por la que esto no se traduce en un impacto en la salud pública la tiene clara: "El 90% de los casos se resuelve con el trabajo del profesional de las farmacias, porque hay fármacos de sustitución, los encuentran y los prescriben".
Desde la patronal de la industria Farmacéutica tienen una visión menos negativa del problema, aunque no minimizan su impacto para los pacientes. El director del Departamento Técnico de la entidad, Emili Esteve, utiliza una metáfora: "Los efectos secundarios son siempre secundarios para quienes no los padecen y muy importantes para quienes sí los sufren".
Esteve no confirma ese problema real con el abastecimiento que, según el CGCOF, aumenta desde hace años. "Si hablamos dentro de diez años, volvería a decir lo mismo", explica el experto, que cree que los problemas actuales se deben más a faltas coyunturales para las que hay solución. "Falta el fármaco famoso, pero hay alternativas", concreta.
De hecho, Esteve considera que el problema real se refiere a algunos productos "desconocidos en tratamientos sin alternativa", que se solucionan entre las agencias del medicamento, los laboratorios y los hospitales, que a veces los adquieren a través del servicio de medicamentos extranjeros.
Para el vicepresidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, Manuel Martínez del Peral, la situación actual tampoco podría definirse como un problema de salud pública, pero sí como uno de "política farmacéutica nacional". Si fuera lo primero, apunta, nos quedaríamos sin muchos medicamentos y la realidad es que sí hay sustitutos en la mayoría de los casos.
No es un problema de salud pública, pero sí un problema
Lo que está claro es que, sea o no un problema de salud pública, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha tomado cartas en el asunto. De hecho, la semana pasada, el Ministerio de Sanidad presentó el primer borrador del Plan de Garantías de Abastecimiento de Medicamentos, que busca solucionar la situación actual.
La AEMPS tiene una sección de su página web en la que se pueden ver los medicamentos con problemas de suministro activo. Hay una frase determinante debajo de cada uno de los fármacos listados, que determina su gravedad. La que predomina apoya la tesis de que no nos enfrentamos a un problema de salud pública y es:"Existe/n otro/s medicamento/s con el mismo principio activo y para la misma vía de administración".
Pero en algunos fármacos, y es a los que se refiere Esteve, figura una sentencia mucho más inquietante: "El titular de autorización de comercialización está realizando una distribución controlada al existir unidades limitadas".
El problema adicional, que señala Risquez, es que la AEMPS tarda en ocasiones en saber que se ha llegado al desabastecimiento y, por ende, los médicos viven en la ignorancia e, involuntariamente, mandan a sus pacientes al peregrinaje farmacéutico en busca de un fármaco que no está en las boticas o sólo en algunas -como la falta tampoco es absoluta, el enfermo va de una a otra en busca del milagro-.
Para ello, el CGCOF ha impulsado la creación del Centro de Información sobre el Suministro de Medicamentos (CISMED), que cuenta con datos de 7.800 farmacias. Es una fotografía real de lo que está pasando", comenta Risquez, que añade que así se puede detectar el problema de forma anticipada y tomar medidas para solucionarlo.
¿Cuáles son los motivos?
Risquez apunta a que son varios los motivos de una situación que "comienza a preocupar" aunque "se trata de un problema global", algo en lo que también incide Esteve. Una de las razones es que la mayoría de la materia prima que se utiliza para fabricar medicamentos está focalizada en los países asiáticos. Además, distintos procesos en plantas industriales -como la necesidad de una reforma o una adaptación- o incluso la amenaza del Brexit son parámetros que están influyendo en el desabastecimiento de algunos fármacos.
"Puede suceder, por ejemplo, que tu competidor cierre la planta y de repente te conviertas en el único suministrador. Esto, que sería una oportunidad para otros sectores, no es nada fácil para el del medicamento, no es sencillo adaptarse", apunta Esteve. Por decirlo con otras palabras, a la hora de hablar de fármacos no estamos hablando de tornillos y no bastaría con contratar más personal para generar más oferta.
Pero existe un factor al que apuntan también todos los agentes implicados y es el precio de los medicamentos. Martínez de Peral es especialmente contundente al respecto, ya que considera a la política de cálculo de precios la principal responsable de este asunto, que se suma a la globalización o la concentración de principios activos en Asia.
El representante de COFM destaca simplemente un dato, lo que ha bajado el precio de referencia de un fármaco tan utilizado como el omeprazol en menos de 20 años, de 23 a 2,42 euros. "El IPC ha subido un 40% en ese mismo periodo", destaca.
"Esta bajada sostenida de precios hace que España esté dejando de interesar; hay que tener en cuenta que el precio de la materia prima ha subido, todo ha subido y los medicamentos no dejan de bajar", se lamenta el experto que, eso sí, ve como positivo que "por primera vez" se haya mencionado el asunto en uno de los últimos consejos de ministros. "Eso sí, me preocupa que sea en periodo electoral", añade.
Los fármacos 'viejos'
El portavoz de Farmaindustria señala que hay un grupo de medicamentos afectados por el desabastecimiento que están en tierra de nadie, de los que no hay ni sustitutos "ni siquiera versión genérica". Son fármacos antiguos que, según Esteve, se ven especialmente afectados por las consecutivas bajadas de precio de los distintos ministerios en los últimos años.
En esta ocasión no se trata de medicamentos conocidos como el Adiro o el Dalsy, pero incluyen algunos principios activos todavía muy eficaces como ciertos antiarrítmicos o penicilinas antiguas. Para Esteve, habría que buscar un mecanismo que hiciera el producto más atractivo para las casas que los comercializan. "Algunos de ellos ya han desaparecido de nuestro mercado y se siguen utilizando", subraya. "Hay que proteger a los medicamentos esenciales", concluye el experto.