En ocasiones es bastante complicado vislumbrar por qué se produce una infección cerebral, como una meningitis o una encefalitis. La mayoría de los casos se deben a infecciones previas, gran parte de ellas centradas en los oídos. Por mecanismos en multitud de ocasiones desconocidos logran llegar hasta la masa cerebral. Sin embargo los mismos seres humanos se lo ponemos fácil en muchas ocasiones.
Este fue el caso de un hombre de 31 años originario de Inglaterra, que estuvo a punto de desarrollar una grave infección cerebral, potencialmente mortal, tras haberse limpiado los oídos con bastoncillos de algodón. La infección no solo alteró su audición, sino que llegó a extenderse al territorio cerebral, incluyendo el revestimiento del mismo (meninges) según un nuevo informe publicado en el BMJ Case Reports.
Inicialmente, este hombre empezó a sufrir molestias cuando un trozo de algodón de los bastoncillos para los oídos que había usado recientemente se quedó atascado en su conducto auditivo. Según les dijo a sus médicos, "no estaba seguro sobre cómo o cuándo había sucedido".
Aunque este hecho puede sonar inofensivo, la realidad es que puede provocar graves problemas. El hombre desarrolló una infección bacteriana grave en su canal auditivo con complicaciones. Posteriormente, la infección avanzó hacia los huesos de su base craneal y llegó hasta las meninges cerebrales, las capas de tejido que revisten y protegen el sistema nervioso central, según el autor principal del informe, el Dr. Alexander Charlton, especialista en otorrinolaringología en el Hospital Universitario de Coventry (Inglaterra).
Por suerte, la infección no llegó a penetrar en el cerebro del hombre y se quedó en las meninges, pero sí causó síntomas neurológicos graves, provocando incluso una crisis epiléptica severa.
Aún así, los síntomas neurológicos no fueron los primeros en manifestarse en este caso. Todo empezó con dolor de oído y secreción purulenta en su oreja izquierda que llegó a durar 10 días, asociando incluso dolores de cabeza centrados en su lado izquierdo, incluyendo vómitos en alguna ocasión. Así mismo, como síntoma neurológico puntual, el paciente también sufrió "olvidos": tenía problemas para recordar los hombres de las personas.
El problema es que este paciente solía tener problemas en su oído izquierdo, incluyendo pérdidas de audición, desde hacía cinco años, requiriendo en ocasiones tratamiento médico intenso por infecciones graves, algo que podría haber confundido a los médicos en un diagnóstico inicial. Pero, cuando llegó al hospital, se le solicitó una tomografía computarizada para examinar su cerebro. En dicha prueba de neuroimagen se pudo vislumbrar hasta dos abscesos (zonas llenas de pus) en su base craneal, junto al conducto auditivo izquierdo. Esto indicaba que la infección se había extendido más allá del canal auditivo.
El diagnóstico inicial fue el de otitis externa necrotizante, una infección del tejido blando cercano al conducto auditivo externo, la zona que va desde el tímpano hasta la oreja. Por ello, los médicos le realizaron una cirugía menor para poder explorar mejor su conducto auditivo, pudiendo identificar y retirar el trozo de algodón que se había quedado en dicha zona, en estos momentos rodeado de cera y tejido cicatricial (algo que indicaría que llevaba un tiempo ahí). De hecho, el Dr. Charlton sospecha que este trozo de algodón estaría impactado en el oído desde hacía años, siendo el causante de las infecciones de oído de repetición.
Durante la siguiente semana, el paciente quedó ingresado en el hospital y tomó antibióticos hasta dos meses, en forma de pastillas y vía endovenosa, pudiendo evitar los problemas de audición y problemas de pensamiento a largo plazo. Además, como consejo final, se le indicó que jamás volviese a usar bastoncillos para los oídos. Algo que en realidad podemos aplicarnos todos.