Alfredo Pérez Rubalcaba es una de esas personas que lo ha sido todo en política. Ministro en dos gobiernos de Felipe González y vicepresidente con José Luis Rodríguez Zapatero -además de secretario general de su partido, el PSOE-, este miércoles es sin embargo noticia por un triste revés que ha sufrido su salud, ya que el político se encuentra en estado "grave", aunque consciente, en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid tras haber sido ingresado por un problema cardiovascular -probablemente un ictus-, según ha podido confirmar este diario.
Es difícil aventurar cuál va a ser el pronóstico ni la evolución del político, pero si se confirma que se trata de un infarto cerebral o ictus, se trata de una causa importante de mortalidad, ya que fallece aproximadamente un 15% de las personas que lo sufren, según explicó recientemente a EL ESPAÑOL el cardiólogo Julián Villacastín. De hecho, las enfermedades del sistema circulatorio -entre las que se incluye el ictus- son la segunda causa de mortalidad en varones en España.
Sin embargo, y como dicta la lógica, un 85% de los afectados sobrevive a esta dolencia y el abanico de secuelas al que se pueden enfrentar es amplio. Muchas personas pasan por este tipo de accidente sin ninguna secuela aparente, como es el caso de la periodista María Teresa Campos, que sufrió uno en mayo de 2017.
Una obstrucción del flujo de sangre al cerebro
Un ictus, en su versión isquémica -la que supone el 85% de los casos en contraposición al ictus hemorrágico- no es otra cosa que la consecuencia de una obstrucción del flujo de sangre al cerebro en una arteria por un coágulo. De ahí lo variable del pronóstico, ya que depende de la zona afectada, de la arteria ocluida y de lo rápido que esta oclusión se resuelva.
El tratamiento más habitual de esta dolencia es la aplicación de una medicación que disuelve el trombo, sola o en combinación con la llamada trombectomía mecánica, que se lleva a cabo cuando el trombo ha obstruido una de las arterias más grandes que lleva el flujo sanguíneo al cerebro y consiste en introducir catéteres por la arteria de la ingle para llegar a la arteria cerebral ocluida y destaparla.
En lo que coinciden todos los expertos es en que es clave el tiempo que se tarda en empezar el tratamiento tanto para sobrevivir a la dolencia como para minimizar sus consecuencias, considerándose tres horas la ventana de tiempo ideal para comenzar las acciones terapéuticas.
Lo que sí dicen los datos es que aproximadamente un 40% de los afectados que sobreviven al mismo se queda con secuelas, que pueden afectar al área de la movilidad -lo normal es que sólo de un lado del cuerpo-, al habla o a la pérdida de visión, entre otras muchas. Habrá que esperar al parte médico oficial sobre la salud del político para saber cómo le ha afectado este nuevo revés para su salud, que se suma a su ingreso en la UCI del Hospital General Universitario Gregorio Marañón en 2011.
Por entonces, cuando ocupaba el cargo de vicepresidente del Gobierno, el político ingresó por una infección urinaria secundaria a la realización de una biopsia en la próstata, que descartó que padeciera un tumor en este órgano.