Aunque la idea nos resulte difícil de asumir, los microbiólogos tienen claro que la cocina es uno de los lugares de la casa que más bacterias acumulan. De hecho, según una investigación de científicos alemanes publicada en Scientific Reports hace un par de años, hay muchos más microorganismos en ciertas partes de las cocinas que en los inodoros. Se cuentan por miles de millones en un solo centímetro cúbico.
Si lo pensamos, no es de extrañar. El continuo contacto con alimentos les proporciona nutrientes a las bacterias y ciertos ambientes son especialmente propicios para que proliferen, por ejemplo, la humedad del fregadero. Por eso, las esponjas y las bayetas de cocina, siempre mojadas y en contacto con superficies que limpiar, son un verdadero paraíso microbiano.
A veces, si las llevamos utilizando mucho tiempo, notaremos que al tacto son especialmente desagradables. Se aprecia sobre todo en las bayetas, que se vuelven resbaladizas por mucho que intentemos lavarlas. Sí, es hora de tirarlas, pero ¿qué ha pasado exactamente?
Los expertos lo llaman "biofilm". La acumulación de microorganismos llega a tal punto que consiguen crear una barrera para protegerse, un fenómeno que no ocurre solo en nuestra cocina. De hecho, Gemma del Caño, experta en Seguridad en la industria alimentaria, explica que los biofilms suponen un problema serio para las empresas de este sector, que tienen que invertir mucho en limpieza, desinfección e incluso en sustitución de maquinaria.
Todo se explica por la compleja actividad bacteriana. Los microbios se mueven mucho y se reproducen rápido, pero si encuentran el lugar adecuado –la bayeta de tu cocina lo es, sin duda– buscan estabilidad y organización. Más o menos como los humanos.
La compleja organización bacteriana
Aunque sean de especies diferentes, los microorganismos consiguen agruparse y cooperar. Ese bioflim o película que crean se forma gracias a una sustancia que producen a base de elementos como exopolisacáridos y proteínas, que no sólo las protege sino que las mantiene unidas formando capas estratificadas.
Algunas bacterias especializadas, por ejemplo, las que resisten mejor el oxígeno, se colocan en la parte más externa y protegen a las demás. La sociedad bacteriana es tan compleja en ese punto que hasta permite construir una especie de túneles por las que circulan el agua y los nutrientes que necesitan los distintos microorganismos que la componen.
Esta organización jerárquica es posible porque las bacterias han desarrollado formas de comunicación muy sofisticadas por medio de señales químicas, lo que se conoce como quorum sensing, un fenómeno que explica muchas cosas increíbles del mundo microbiano, por ejemplo, la adquisición de resistencia a los antibióticos, que trae de cabeza a los científicos.
Noticias relacionadas
- Sanidad alerta de que este producto con olivas puede ser perjudicial y pide que no se consuma
- Ni cereales, ni galletas, ni leche: la razón por la que debes abandonar este desayuno
- La paradoja del arroz: engorda, pero reduce la obesidad
- Cola de caballo: la infusión que promete adelgazar pero sólo elimina líquido