Te levantas con resaca, un dolor muscular o un ligero catarro, echas mano al cajón de las pastillas: no queda ibuprofeno. Bajas a la farmacia, pides una caja de este antiinflamatorio no esteroideo de 600 miligramos y, de paso, un omeprazol porque tienes el estomago un poco irritado. Coges un vaso de agua, te tomas un par de pastillas y a empezar el día. Se trata de una situación cotidiana, ya que los españoles estamos acostumbrados a acudir a la botica y adquirir varios productos por tu cuenta y riesgo, sin ninguna prescripción médica.
Un claro ejemplo es la facilidad para adquirir ibuprofeno de 600 mg sin receta (aunque ésta sea necesaria), como demostró la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que hizo un experimento recorriendo 100 farmacias de 10 ciudades distintas para comprobar que era posible comprarlo sin receta en todas ellas. Pero esto se va a acabar.
Los farmacéuticos se han puesto serios y ya no será tan fácil comprar este (y otros tantos medicamentos) sin el papel sellado por el facultativo, aunque estés acostumbrado a ello. Varios colegios oficiales de farmacéuticos como el de Pontevedra, el de Gipuzkoa y el de Valencia están lanzando campañas para concienciar -tanto a usuarios como a profesionales- sobre la importancia de que ciertos medicamentos que se solían vender sin receta solo se dispensen con la prescripción del facultativo. Cabe destacar que, aunque algunas boticas pudiesen ser un coladero, la realidad es que el Real Decreto 1718/2010 establece desde hace varios años que es obligatoria la receta para dispensar medicamentos como como el paracetamol de 1 gr, el metamizol de 575 mg -cuya marca más conocida es el Nolotil- o el citado antiinflamatorio.
El último en sumarse ha sido el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) con la campaña Tus medicamentos siempre con receta médica, una cruzada para que los establecimientos pidan las recetas y los usuarios sean conscientes de su obligatoriedad. La iniciativa se compone de "una serie de mensajes que inciden en la necesidad de presentar la receta médica para la dispensación de los tratamientos que así lo requieran". Asimismo, transmite información "sobre cómo identificar en el envase los medicamentos que precisan receta médica o qué recetas médicas son válidas y se recuerda la importancia de no automedicarse para evitar efectos secundarios". La forma de comprobar en la caja si deben ser vendidos con prescripción es muy sencilla: un simple círculo en el envase.
Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCF) explican a EL ESPAÑOL que este tipo de campañas "tienen por objetivo concienciar a la población de utilizar los medicamentos siguiendo las recomendaciones de uso establecidas por las autoridades sanitarias", señala Iván Espada, responsable de Área de Información del Medicamento del CGCF. "Es necesario concienciar a la población de la legislación a la que estamos sometidos los profesionales sanitarios, con el objetivo de reducir la presión a la que en ocasiones estamos sometidos", apostilla.
Para el responsable del CGCF, "una de las cosas que se intenta conseguir con estas iniciativas, también, es advertir a la población de los riesgos de almacenar medicamentos en los botiquines caseros". "Recordemos que es muy habitual que los pacientes guarden sobrantes de sus tratamientos en casa, a la espera de utilizarlos posteriormente", señala. El empleo de estos fármacos en situaciones posteriores podría "resultar peligroso", debido a que la reaparición de un mismo síntoma no quiere decir necesariamente que nos encontremos ante un mismo cuadro, y en ocasiones el uso de estos medicamentos sin control sanitario lo único que consigue es retrasar el diagnóstico del paciente, explica el profesional.
Asimismo relata que éstas campañas se crean porque "en muchas ocasiones los pacientes desconocen los riesgos de la automedicación". "En aquellos medicamentos sin necesidad de receta médica, la farmacia presta el asesoramiento profesional para valorar la opción más adecuada en cada caso", añade.
Ibuprofeno 400 mg vs. 600 mg
El especialista explica que en el caso concreto del ibuprofeno, se ha observado que la dosis recomendada para el alivio sintomático de procesos dolorosos leves es de 400 mg tres veces al día (1.200 mg diarios). Estas situaciones no requieren habitualmente de un diagnóstico médico preciso. Por este motivo, se dispone en las farmacias de estas presentaciones de 400 mg sin receta, sin tener que sobrecargar las consultas médicas derivando a pacientes que no requieren, en la mayoría de los casos, de un control médico.
Pero en aquellos casos en los que los síntomas se prolonguen o cuando el paciente empeore, sí se debería producir una evaluación médica, que valorase la necesidad de utilizar dosis superiores o bien buscar tratamientos alternativos, para que no se produzca una sobremedicación. Además, explica que se vende uno sin receta porque "los medicamentos pueden tener diferentes indicaciones, y para cada una de estas indicaciones pueden darse diferentes condiciones de uso, tanto a nivel de dosis a emplear como a nivel de duración del tratamiento".
Por ello destaca que el uso del ibuprofeno, o de cualquier otro fármaco, "se considera eficaz y seguro solo si se emplea siguiendo las recomendaciones del fabricante y de los profesionales sanitarios".
En este sentido, el especialista señala que "en una sociedad en la que el paciente está cada vez más empoderado no debemos olvidar que el primer responsable del uso racional del medicamento es el propio paciente, especialmente cuando lo utiliza en su persona". "Si el paciente decide modificar las dosis recomendadas por el laboratorio, por el médico o por el farmacéutico, en caso de medicamentos sin receta, corre el riesgo de sufrir una intoxicación", añade.
Además, Espada aclara que la decisión final de establecer una receta para unas presentaciones y no para otras es competencia final de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
Si preguntamos por los problemas que pueden ocasionar un ibuprofeno de mayor cantidad, Espada explica que "el riesgo para la salud del ibuprofeno de 600 mg no es mayor que el de 400 mg, siempre y cuando se use adecuadamente". "Más que riesgos especiales de unas presentaciones o de otras, lo que tenemos que tener muy claro es en qué situaciones deben emplearse las presentaciones de 400 mg y en cuáles las de 600 mg", aclara.
"Debido a esta razón, se ha insistido en la necesidad de utilizar adecuadamente los medicamentos analgésicos, reduciendo la dosis al mínimo necesario, y durante el menor periodo de tiempo posible", añade.
Receta no significa riesgo
"No tenemos que asociar el concepto de receta con el de riesgo", explica el especialista . "Es decir, los fármacos que necesitan receta no tienen necesariamente más riesgos que los que no la requieren. Y de igual manera, el que un medicamento sea sin receta no quiere decir que esté exento de riesgos". "De hecho, resultaría mucho más peligroso un fármaco sin receta mal empleado que un fármaco con receta si lo usamos siguiendo las instrucciones aprobadas por las autoridades sanitarias. Por esta razón es necesario siempre el control por parte de un profesional sanitario cuando estamos utilizando medicamentos", añade el especialista.
Si hablamos del omeprazol, que en algunos casos se dispensa sin receta, el experto señala que "es un fármaco antiulceroso, que está destinado al tratamiento de patologías como las úlceras gástricas o duodenales o situaciones de esofagitis por reflujo gástrico, situaciones en las que se requiere que el médico haga tanto un diagnóstico adecuado como un control del tratamiento para determinar la curación del paciente".
Por ello, "lógicamente, presenta reacciones adversas, al igual que cualquier otro fármaco, incluyendo los medicamentos sin receta". El principal problema que podemos plantearnos cuando hablamos de este medicamento "ha sido probablemente su errónea percepción por parte del usuario como protector gástrico cuando realmente es un antiulceroso que bloquea la producción de ácido en el estómago, lo que ha motivado una mala utilización en situaciones en las que no está indicado, o durante periodos excesivos de tiempo, cuando en la mayoría de las ocasiones bastarían tratamientos de un máximo de cuatro semanas, aunque podrían ser necesarios periodos superiores".
Así que, aunque estemos acostumbrados a comprar algunos medicamentos sin receta, no debemos enfadarnos con nuestro boticario de toda la vida si no nos quiere vender alguna píldora o jarabe sin su receta correspondiente: solo está haciendo lo que le obliga la ley.
[Más información: Los 10 medicamentos más difíciles de encontrar en las farmacias].