La fiebre manchada de las Montañas Rocosas es un tipo de enfermedad infecciosa transmitida por garrapatas, unos insectos que a su vez sienten especial predilección por un animal doméstico cuya posesión está muy extendida: el perro.
En España existe una enfermedad similar, también transmitida por garrapatas, pero en ese caso es la fiebre botonosa mediterránea. Sin embargo, la fiebre manchada de las Montañas Rocosas no se encuentra en Europa, sino que es endémica de la zona de Centro América y América del Norte.
En ambos casos, el microorganismo causante es la Rickettsia spp, aunque en el caso de la fiebre manchada de las Montañas Rocosas se trata del subtipo Rickettsia rickettsii. Precisamente este microorganismo fue capaz de causar una epidemia no controlada de fiebre manchada de las Montañas Rocosas en Mexicali (México), afectando a más de 1.000 individuos desde el año 2008. Y, según un reciente estudio publicado en la revista The American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, los perros ayudaron de forma significativa a esparcir el brote.
El perro como transmisor de enfermedades letales
Para el estudio, los investigadores examinaron perros y garrapatas y encuestaron a hogares de 200 vecindarios de la zona de Mexicali. En la mitad de los barrios se habían diagnosticado casos de transmisión de fiebre manchada de las Montañas Rocosas a humanos. Sin embargo, solo una de cada 1.000 garrapatas estaba infectada, aunque había vecindarios con un riesgo muy elevado, donde hasta 1 de cada 10 garrapatas estaba infectada.
Según Janet Foley, autora principal del estudio, de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de California, vivir en uno de los vecindarios de alto riesgo implicaría que, con tan solo recibir cinco picaduras de garrapata marrón, la exposición a la enfermedad estaría casi asegurada.
La garrapata marrón del perro, la cual se hospeda en este animal y también es capaz de morder a humanos, suele vivir en ambientes cálidos y áridos. Así mismo, algunos estudios han sugerido que este tipo de insecto suele prosperar en áreas de pobreza, donde los perros callejeros son numerosos, algo que a su vez hace aumentar la población de garrapatas marrones y por tanto el riesgo de contraer fiebre manchada de las Montañas Rocosas. De hecho en Mexicali, el riesgo de contraer la enfermedad era mayor en aquellos individuos que habitaban al borde de los barrios más pobres o en las áreas rurales, fuera de la ciudad.
De los 284 perros analizados, la mitad estaban infestados con garrapatas, y algunos de ellos eran portadores de miles de ellas. Así mismo, se detectó que 3 de cada 4 perros habían sigo infectados por la Rickettsia rickettsii, el agente transmisor de la enfermedad, en algún momento de su vida, un dato que sorprendió a Foley y su colegas.
Cuando un ser humano contrae la fiebre manchada de las Montañas Rocosas empieza a desarrollar síntomas en apenas una o dos semanas tras ser picado por una garrapata infectada. Se desarrolla fiebre, náuseas, dolor de cabeza y dolor muscular. Cuando los microorganismos llegan a los vasos sanguíneos, la sangre empieza a acumularse debajo de la piel, dando lugar a las características manchas rojas de la enfermedad. Cuanto más se tarde en buscar tratamiento, la probabilidad de muerte aumenta.
Por otro lado, en el estudio también se evaluó el conocimiento de la población sobre esta enfermedad, llegando a la conclusión de que hasta el 80% de los residentes había oído hablar de ella, pero menos de la mitad usaba pesticidas para prevenir picaduras.
Aún así, según los investigadores, una epidemia de estas características sería poco probable en los Estados Unidos, siempre que las garrapatas estén bien manejadas. Aún así, el aumento de las temperaturas debido al cambio climático está preocupando a los expertos, dado que la garrapata marrón irá moviéndose hacia las zonas del norte, y aumentando los casos de picaduras a los humanos. De hecho, algunos trabajos ya han sugerido que a mayor aumento de temperatura, más actividad y agresividad tienen las garrapatas.