El tampón y las compresas desechables son los dispositivos higiénicos más usados para la menstruación, pero no son los únicos disponibles. Uno de ellos, cuyo uso ha sido polémico hasta la fecha, es la copa menstrual.
Actualmente existen hasta 199 marcas diferentes de copas menstruales y están disponibles en 99 países en todo el mundo. Sin embargo, su uso no está demasiado extendido. Solo 21 de los 69 portales web sobre salud pública a nivel mundial mencionan este dispositivo en los materiales educativos para la pubertad.
Ahora, un nuevo estudio publicado en The Lancet Public Health ha llegado a la conclusión de que el uso de las copas menstruales es tan seguro y efectivo como otros productos sanitarios. Además, en esta nueva revisión sistémica, también se sugiere un ahorro de costes y desperdicios al usar la copa menstrual en lugar de otras alternativas más conocidas.
Para este nuevo estudio, que sería la primera revisión sistémica conocida donde se analiza el uso internacional de las copas menstruales, se han tenido en cuenta hasta 43 trabajos diferentes, con datos de 3.300 mujeres y niñas.
En el nuevo meta-análisis se tuvieron en cuenta datos de estudios médicos, resúmenes de conferencias, informes y tesis sobre el uso de la copa menstrual. Se seleccionaron en total 43 estudios donde habían participado 3.319 mujeres y niñas de países con ingresos bajos y medios (15 estudios en total), y de países con ingresos altos (28).
También se tuvo en cuenta la disponibilidad y el coste de uso de las copas menstruales, con estimaciones sobre el posible ahorro de desechos que podría obtenerse con el uso de las mismas. Además, se tuvo en cuenta la cantidad de material educativo sobre este dispositivo sanitario.
Tras analizar los datos disponibles, los autores del nuevo trabajo llegaron a la conclusión de que la calidad de los estudios incluidos era baja, y se necesitarían más investigaciones al respecto, sobre todo a nivel de eficacia según coste, y los efectos ambientales consecuentes al uso de los diferentes dispositivos sanitarios.
En cuatro de los estudios, con 293 participantes en total, se compararon las fugas entre los diferentes productos sanitarios usados para la menstruación. En comparación, en al menos tres de los estudios, las pérdidas eran similares tanto con el uso de compresas como de tampones o copas menstruales; y uno de los estudios destacó por detectar menos fugas con el uso de copa menstrual.
Actualmente se sabe que la menstruación puede tener múltiples efectos a nivel educativo y laboral en niñas y mujeres, pudiendo aumentar el riesgo de infecciones genitourinarias si se usan productos sanitarios de baja calidad. Según los datos actuales, hasta 1.900 millones de mujeres en todo el mundo se encuentran actualmente en edad menstrual, que les afecta alrededor de 65 días al año.
Sin embargo, existen pocos estudios sobre la calidad de los diversos productos sanitarios disponibles, según recuerda la profesora Penelope Phillips-Howard, de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool en Reino Unido, y autora principal de este estudio.
Usos y beneficios
La copa menstrual es un dispositivo capaz de recoger el flujo de la menstruación en lugar de absorberlo. Las copas se insertan como los tampones en la vagina y pueden ser vaciadas cada 4-12 horas. Existen dos tipos actualmente: la copa vaginal que tiene forma de campana, y una copa vertical que se coloca alrededor del cuello del útero en la parte más alta de la vagina, como un diafragma anticonceptivo. Los materiales usados pueden variar entre la silicona, caucho, látex o elastómero de grado médico, y pueden durar hasta 10 años.
En el estudio se tuvieron en cuenta tanto los materiales de las copas como los materiales usados para fabricar compresas y tampones, desde tela y algodón hasta seda y otros materiales. En todos los casos las fugas y el roce fueron preocupaciones repetitivas entre las participantes de los estudios.
En algunos estudios, las fugas se asociaban con sangrados anormalmente intensos, alteraciones anatómicas del útero, necesidad de una copa más grande, o bien su incorrecta colocación.
No se detectó un aumento de riesgo de infección con el uso de las copas menstruales, pero sí casos de síndrome de shock tóxico. Se desconoce el número total de casos asociados a las mismas, sin embargo, por lo que no es posible comparar el riesgo de esta patología con el de otros dispositivos.
En cuatro estudios, con 507 participantes en total, se descartó que el uso de la copa menstrual tuviese efectos adversos en la flora vaginal, ni daño tisular asociado a las mismas.
En total, hubo dos casos de dificultad para retirar copas vaginales y hasta 47 casos de dificultad para retirar copas verticales. Algunas mujeres usaban las copas junto a un DIU, y en 13 casos este dispositivo anticonceptivo supuso complicaciones, por lo que los autores sugieren que habría que estudiar más a fondo la relación entre ambos dispositivos y su potencial dificultad de uso conjunto.
Así mismo, también hubo algún caso de heridas o alergias: de las más de 3.300 participantes, hubo 5 que asociaban dolor con el uso de la copa menstrual, 3 informaron sobre heridas vaginales, hubo un total de 6 casos de alergia o erupciones cutáneas, y hasta 9 casos de quejas a nivel del tracto urinario.
Finalmente, en 13 de los estudios se llegó a la conclusión de que el 70% de las mujeres continuaría usando copas menstruales una vez se familiarizaron con el uso de las mismas.
En cuanto a costes, el estudio sugiere que una misma copa menstrual con una vida de 10 años supondría entre un 5-7% del coste de 12 compresas desechables o tampones. Además, se estima que en una década crearía tan solo un 0,4% de los desechos plásticos que produce el uso de compresas desechables, o el 6% de los residuos secundarios al uso de tampones. Sin embargo, se trata de valores teóricos, y no es posible saber si serían costes reales a largo plazo.
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